Redacción El País
El estudio, realizado en más de 1.000 niños chinos de 6 a 8 años analizó la salud ocular infantil y sus hábitos alimenticios a través de un cuestionario que incluía 280 alimentos agrupados en diferentes categorías: panes, cereales, pasta, arroz y fideos, verduras y legumbres, frutas, carnes, pescado, huevos, leche y lácteos, bebidas, snacks, grasas y aceites, además de sopas.
Resultados del estudio
Aproximadamente un 27,5% de los niños tenían miopía o vista corta. Los que consumían más ácidos grasos omega-3 —presentes en el pescado y aceites de pescado— mostraron un menor riesgo de desarrollar miopía. En cambio, aquellos con mayor consumo de grasas saturadas —provenientes de la mantequilla, la carne roja o el aceite de palmera— fueron más propensos a presentar la condición.
Las mediciones de longitud axial del ojo (un indicador clave de la progresión de la miopía) demostraron que los ojos eran más largos en los niños con bajo consumo de omega-3, y más cortos en quienes tenían mayor ingesta. De manera similar, el error refractivo fue más severo en los niños con deficiencia de omega-3, mientras que el patrón se invertía con un mayor consumo de grasas saturadas.
Ningún otro nutriente mostró una asociación clara con el desarrollo de la miopía infantil.
Posibles mecanismos de protección
Aunque se trata de un estudio observacional, los investigadores sugieren que los ácidos grasos omega-3 podrían proteger la vista al mejorar el flujo sanguíneo en la coroides, una capa vascular del ojo que aporta oxígeno y nutrientes. Esto prevendría la deficiencia de oxígeno en la esclerótica, considerada un factor clave en el inicio de la vista corta.
Una condición en aumento
La prevalencia de la miopía está creciendo en todo el mundo y se estima que afectará al 50% de la población global para 2050, con tasas especialmente altas en Asia Oriental. Entre los factores de riesgo más destacados se encuentran el exceso de tiempo frente a pantallas, la falta de actividad al aire libre y la predisposición genética.
Los autores concluyeron: “Una mayor ingesta de ácidos grasos poliinsaturados omega-3 se asocia con una longitud axial más corta y una refracción menos miope, lo que destaca a estos nutrientes como un factor protector potencial contra la miopía infantil”.