Redacción El País
La granada no solo es una fruta exótica y deliciosa: también es una aliada comprobada de la salud.
Su vibrante pulpa roja está cargada de vitamina C, vitamina K y potasio, nutrientes clave para fortalecer el sistema inmunológico y mantener el metabolismo en equilibrio. Pero lo más llamativo es su poder antioxidante.
Diversos estudios han demostrado que el jugo de granada puede ayudar a reducir la presión arterial y mejorar la circulación sanguínea. Una investigación publicada en Clinical Nutrition concluyó que su consumo diario durante dos semanas redujo significativamente la presión sistólica en pacientes hipertensos. Además, sus polifenoles tienen un potente efecto antiinflamatorio y protector del sistema cardiovascular.
Lo que muchos no saben es que también la cáscara de la granada se puede aprovechar. Aunque no se consume directamente, se puede secar y usar en infusiones. Esta parte de la fruta contiene taninos y compuestos fenólicos que, según un estudio del Journal of Ethnopharmacology, tienen propiedades antimicrobianas, digestivas y antioxidantes.
Una infusión con cáscara de granada puede ser un remedio natural contra la inflamación intestinal, ayudar a la digestión e incluso fortalecer las defensas.
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