Es común escuchar a padres y abuelos que no les permiten a sus hijos meterse al agua justo después de comer. La recomendación más frecuente es que se reposen y dejen al menos pasar una hora.
Sin embargo, hay quienes aguardan por menos tiempo y creen que con esperar 30 minutos está bien. Sobre esto el doctor Michael Boniface dijo que también ponía el consejo en práctica cuando era niño, pero que hoy en día cree que no es algo tan serio, pues no hay sustento científico que clasifique estos periodos.
“Puede ser que le den calambres en el estómago o en los músculos, pero no es una actividad peligrosa para disfrutar rutinariamente”, aseguró el experto en salud para tranquilizar a quienes piensan en los peores finales.
Según Boniface, los adultos apuntan a que el proceso más afectado con este acto es la digestión: “Se creía que, después de comer, una parte de la sangre era desviada a los intestinos para poder digerir la comida, restando flujo sanguíneo a los brazos y piernas, y que por eso uno se podía cansar. Por lo tanto, se corría el riesgo de ahogarse”.
Aparte de la declaración de Michael, otros médicos se suman a la conversación y aportan desde el conocimiento: “El corte de digestión, también conocido como hidrocución o shock termodiferencial, es un mito”, afirmó el pediatra Gerardo Rodríguez.
Por lo anterior, ya se considera una decisión más propia el hecho de perpetuar las creencias o ponerle fin al rumor que muchas veces priva de recrearse en el momento que se quiere. De todas formas, no es recomendable hacer movimientos bruscos en el agua si acaba de comer cosas muy pesadas o quedó muy lleno, porque esto le puede provocar mareos y vómitos.
Mariana Sierra Escobar/El Tiempo GDA