Shakira, Tini y más artistas llenan estadios: cómo se explica la locura de ser fan, según la psicología

Lo que parece exceso es, en realidad, la suma de varios factores: la capacidad de la música para movilizar emociones profundas, la ilusión de cercanía con el artista y más.

Shakira en concierto
Shakira en la gira "Las mujeres ya no lloran World Tour".
Foto: Aaron Snaiderman.

Redacción El País
El furor por los conciertos en Uruguay volvió a quedar en evidencia. Miles de personas esperan con ansias el momento en el que se activa la venta de entradas y las filas virtuales pueden durar horas, fenómenos que se repiten cada vez que una figura popular anuncia su llegada. Desde la psicología del fanatismo, la respuesta a esta intensidad emocional es más compleja que un simple gusto musical.

Para comprender por qué ser fan moviliza tanto, hay que empezar por la música. Las canciones activan áreas del cerebro vinculadas al placer, la memoria y la regulación emocional. Cuando un artista acompaña momentos clave de la vida, sus temas se integran a la historia personal del oyente. Esto genera un vínculo emocional con artistas capaz de despertar alegría, nostalgia y alivio, sensaciones que impulsan al público a buscar la experiencia en vivo.

Relación parasocial e identidad colectiva

La psicología describe como “relación parasocial” a la conexión unidireccional que una persona establece con una celebridad. Aunque no exista contacto real, el fan siente familiaridad, confianza e incluso intimidad simbólica. La exposición diaria a videos, entrevistas y redes sociales fortalece esta percepción. Cuando un artista anuncia un show, la oportunidad de convertir esa cercanía imaginada en una vivencia concreta potencia el entusiasmo.

Pero el fandom no es solo personal. Funciona como una comunidad fan con códigos, lenguaje propio y un fuerte sentido de pertenencia. Gritar en un estadio, cantar al unísono o vestirse según la estética de un artista refuerza la identidad colectiva. La psicología social muestra que esta sensación de pertenencia reduce el estrés, aumenta la autoestima y brinda un apoyo emocional que muchas personas no encuentran en otros ámbitos.

Fans de Tini en el Estadio Centenario. Foto: Darwin Borrelli
Fans de Tini en el Estadio Centenario.
Foto: Darwin Borrelli.

La energía del evento en vivo

Los conciertos generan una experiencia que ningún dispositivo logra igualar. La combinación de adrenalina, expectativa y conexión grupal intensifica la pasión musical. Ver a Shakira o Tini en escena es también un ritual: el recorrido hasta el estadio, los preparativos, las selfies previas, la catarsis colectiva. Cada elemento alimenta la sensación de que asistir no es un lujo, sino una necesidad emocional.

El agotamiento rápido de entradas activa otro mecanismo psicológico: el “miedo a quedarse fuera”, un disparador que amplifica el deseo de participar. En contextos en los que los cupos se esfuman en minutos, la compra del ticket pasa a ser una forma de resguardar un momento futuro que se vivirá como inolvidable.

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Fanáticos disfrutan de un concierto.
Foto: Freepik.

La psicología detrás de la locura

Lo que parece exceso es, en realidad, la suma de varios factores: la capacidad de la música para movilizar emociones profundas, la ilusión de cercanía con el artista, el poder de pertenecer a un grupo y la intensidad de las experiencias compartidas. Esta combinación convierte al show en un hito emocional con un valor simbólico enorme.

Lo que ocurre en Uruguay y el mundo no es únicamente un éxito de ventas. Es la expresión de cómo el arte construye identidad, comunidad y memoria afectiva. Quizás, la “locura” de ser fan esté mucho más cerca de la necesidad humana de conexión que de la exageración.

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