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Qué es la ansiedad proyectiva: reflexiones acerca de cómo podemos vivir en el momento presente

Una oportunidad para tomarse una pausa y pensar sobre la angustia que nos produce proyectarnos en lugar de vivenciar lo que sucede ahora.

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Hombre triste
Hombre angustiado, sentado contra una pared.
Foto: Freepik.

Gonzalo Iparraguirre, La Nación/GDA
Inmersos en una vida acelerada por correr detrás de metas y creyendo que es posible usufructuar el devenir del tiempo, nos abruman las ansiedades. Entre diversos factores, sufrimos de ansiedad ante la sensación de no poder cumplir con lo proyectado. Es un momento de quiebre, de angustia, por no poder ser uno mismo en el ahora y dejarte llevar por tu ser proyectivo. Esto te vuelve distante y fragmentado con vos mismo, quizás también con tu entorno.

Para detener esta sensación de malestar, necesitamos aprender a reconocer la auto-presión que solo se descomprime al disfrutar lo emergente del devenir, es decir, el tiempo. Frente a esta sensación de angustia proyectiva, es efectivo responder con una acción de goce, de disfrute, de descompresión que vuelva la atención al presente, que se concentre en la vivencia y la torne inmediata.

La opresión en el pecho se va con la risa. Todos sabemos que sonreír descomprime todo. La opresión se produce en la distancia que vos mismo generas al proyectarte y no estar viviendo tu presente. Puede ser la idea de estar en otro lugar, con personas que añoras, o pensando en las vacaciones. Al estar proyectado, uno no se vincula con las cosas que imagina porque no las puede disfrutar. Cuando logras vincularte a tus cosas, es porque las estás disfrutando, porque estás sonriendo. Se trate del trabajo soñado, del objeto deseado o la persona amada, esos vínculos sólo ocurren en la experiencia del devenir.

¿Cual es el ejercicio para des-proyectarse, para acercarse a uno mismo y permitirse disfrutar del devenir? La ansiedad proyectiva la detectas cuando, al pensar en el tiempo, sentís displacer. Cuando sentis que no podes gozar de tu ahora, de lo que está pasando, porque tu cabeza está más allá, en la proyección al futuro. Un camino es sentir que lo deseado no tiene porque ser lejano, sino inmediato, algo que te pueda vincular con vos al instante. Que el deseo nos vincule al futuro desde lo que podemos ser ahora mismo y no solo desde la proyección. Por ejemplo, cuando te aflige no poder estar con una persona, el dilema es no poder disfrutar el vincularte en este preciso momento. La ansiedad desaparece al verse, al tocarse; el contacto físico y la interlocución nos sitúan en el ahora. La proyección que teníamos del otro se des-aleja, se inmediatiza, se disipan las sensaciones de la distancia, y la conexión fluye si ambos comparten el momento.

Cuando estamos desplazados en nuestra proyección, aún en presencia del otro, la comunicación se debilita, no hay onda. ¿Cómo hago para detectar la angustia proyectiva? ¿Cómo hago para evitar la angustia cuando vislumbro que puede ocurrir o comienza? El día que escribí estas líneas en mi cuaderno etnográfico, me habían comunicado la confirmación de un trabajo que estaba esperando con ansias, y no pude disfrutarlo, solo lo sumé a la lista de cosas a cumplir. Pensaba en las actividades pendientes y que este compromiso agrandaba los compromisos previstos, lo proyectado. Si el día tuvo un momento agradable, ¿porque no era posible disfrutarlo en el momento que ocurría? ¿Por qué un día que tenía intensidad y alegría se cerraba con angustia? Reflexioné y escribí sobre la ansiedad que nos produce proyectarnos en lugar de vivenciar lo que nos atraviesa. Lo único que podemos disfrutar es lo que nos pasa durante el día.

Internalizar esta idea y saber que ese día ocurre entre que despertás y te acostás, pone en valor cómo lo haces. Ni mañana ni dentro de un año. El desafío es asumir que lo que nos pasa durante el transcurso de un día, entre despertar y descansar, es el único ahora que podemos experimentar y gestionar. Gestionar tu día no solo es planificarlo para procesos complejos o de lapsos extensos. Es posible planificar el día en acciones tan simples como cocinar, comprar alimentos, organizar el trabajo, desplazarnos. Planificar es ordenar tu relación con el futuro, inmediato o distante. Siempre estamos planificando el día, aun cuando no lo nombremos así, o creamos que el día es un caos o una improvisación. Cómo dormís, cómo amanecés, cómo vivís y cómo anochecés hacen a las cualidades de tu día.

Frases tan simples pueden ser la llave para descomprimir la ansiedad proyectiva que te lleva a pensar en mañana sin valorar cómo va a ser tu día hoy, cómo vas a iniciarlo, a transitarlo y a cerrarlo. La ansiedad proyectiva acelera todos los procesos por querer acumular cantidades (de trabajo, de dinero) y les quita cualidades (calidad, calidez, sensibilidad). Disfrutar de lo que hacés, lo que comés, lo que escuchás, lo que compartís. Reirte, emocionarte, relajarte. Estas y tantas otras sensaciones que atraviesan tu día pueden descomprimir la ansiedad de proyectarte y concentrarte en tu ahora. Valorar tu día, tus momentos más sutiles, es el cambio necesario para apreciar los instantes que componen, como notas sonoras, la música de tu vida. Como ya lo dijera el gran Luis Alberto Spinetta: “Dale luz al instante. Tarde o temprano el tiempo se acabará”.

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