Redacción El País
Colgar una hoja o un pequeño ramo de laurel en la puerta es una práctica sencilla, pero con un profundo significado. Desde la antigüedad, esta planta se asocia con la victoria, la sabiduría y la protección del hogar. En tiempos modernos, el gesto mantiene su valor simbólico, aunque se interpreta también como una forma de marcar una frontera emocional: dejar afuera el caos y entrar en calma.
En muchas casas, el laurel se convierte en un recordatorio visible de orden y serenidad. Colocarlo en la entrada no responde a una creencia mágica, sino a la intención consciente de cuidar la energía del espacio. Tal como señalan especialistas en decoración emocional, cada objeto ubicado en el umbral del hogar “dice algo” sobre cómo queremos habitarlo.
Protección, abundancia y paz doméstica
El laurel, con su aroma intenso y su color verde oscuro —que con el tiempo puede adquirir matices dorados—, representa prosperidad y equilibrio. Por eso, en muchas culturas se lo usa como amuleto o elemento de purificación energética.
En su sentido más práctico, el laurel cumple una función estética: suaviza la entrada, aporta naturalidad y transmite sensación de bienestar. Pero su carga simbólica va más allá. Para quienes lo adoptan como parte de un pequeño ritual cotidiano, colgar el ramo equivale a un acto de protección simbólica, una declaración de calma más que de superstición.
Entre los significados más comunes se destacan:
- Protección emocional, como barrera frente a conflictos o energías densas.
- Buena fortuna y estabilidad, asociadas al progreso y la armonía familiar.
- Paz doméstica, al funcionar como recordatorio de una convivencia tranquila.
- Conexión con la naturaleza, incluso cuando las hojas están secas.
- Renovación simbólica, al reemplazar el ramo tras una etapa difícil, como signo de cierre y nuevo comienzo.
El laurel y el equilibrio energético
Dentro del Feng Shui, el laurel ocupa un lugar especial por su capacidad de armonizar la energía del ambiente. Según esta filosofía oriental, cada planta tiene una vibración propia que puede influir en el bienestar de quienes habitan el espacio. El laurel, en particular, se considera un canalizador de la energía yang, vinculada con la acción, la motivación y la claridad mental.
Colocar hojas o ramos en puntos estratégicos —como puertas o ventanas— ayuda a reforzar el flujo de energía positiva y a bloquear las influencias negativas. La revista Architectural Digest México y Latinoamérica destaca que su aroma y su historia lo convierten en un símbolo de limpieza energética y protección emocional.
En la antigua Grecia y Roma, las coronas de laurel eran un honor reservado a los vencedores y sabios. Hoy, este mismo símbolo revive en un contexto más íntimo: el hogar. Quienes cuelgan una hoja de laurel no buscan “atraer milagros”, sino reafirmar una intención. En definitiva, es un gesto de autocuidado emocional, una forma simple de recordar que cada casa es un refugio y que la energía que dejamos entrar también se puede elegir.
En base a El Tiempo/GDA
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