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Nomofobia: por qué no podemos vivir sin el celular y cinco consejos para reducir su uso

El uso excesivo del celular tiene un efecto negativo en la salud mental, las relaciones y el rendimiento académico y laboral.

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Personas usando el celular.

Muchas pruebas, cero dudas: los teléfonos celulares cambiaron nuestra vida. En muchos casos han democratizado el acceso a la información y facilitado la comunicación entre las personas, pero también han generado dependencia y adicción. Cada vez más gente vive con miedo a no tener su móvil consigo, algo que actualmente se conoce como nomofobia.

'Nomofobia' es un término acuñado en el 2009 en Reino Unido que proviene del anglicismo “nomophobia”, es decir, no-mobile-phone-phobia.

Efectos del uso excesivo del celular.

Si bien la nomofobia no es reconocida como un trastorno por el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM), sí es considerado como una fobia situacional específica que afecta a la mente y a las relaciones, pues una persona puede estar físicamente presente, pero psicológicamente ausente.

Además, puede perjudicar el desempeño laboral al reducir la capacidad de concentración y atención. Igualmente, estudios realizados en alumnos universitarios evidencian que esto puede influir negativamente en el rendimiento académico.

La nomofobia es fácilmente reconocible, ya que la persona mira constantemente su teléfono para ver si ha recibido algún mensaje, emplea horas de sueño para interactuar en las redes sociales, evita lugares en los que no vaya a tener cobertura, no apaga el celular en ningún momento y cada vez que llega a un lugar tiene la necesidad de localizar un enchufe que le permita cargar la batería.

Las investigaciones han determinado que la dopamina es uno de los principales responsables de esta dependencia, ya que este neurotransmisor nos impulsa a consumir nuevos estímulos constantemente y produce un estado de placer que refuerza que continuemos con estos comportamientos.

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Celular.

Cómo estar menos pendiente del celular.

Es importante darnos cuenta que nosotros somos quienes controlamos al aparato, y nunca al revés. Esto significa que somos los que determinan cuánto y cuándo lo utilizamos. Aquí hay algunas recomendaciones para facilitarnos el trabajo:

1. Establecé un horario.

En primer lugar, es fundamental saber cuánto tiempo usamos el celular a diario y luego ir bajándolo de forma progresiva, hasta llegar a un punto en que sintamos que el teléfono no nos impide tener una vida fuera del mundo digital. Una manera muy efectiva de hacerlo es empezar a realizar actividades que no implican su uso, como hacer deporte o salir con amigos.

2. Desactivá las notificaciones.

Cada vez que se ilumina nuestra pantalla, automáticamente queremos saber de qué tratan las notificaciones ya que estos nuevos estímulos pasan a ser el centro de nuestra atención y obstaculizan las tareas o actividades que estamos realizando. Por ello, lo ideal seria desactivar la opción de notificaciones; sobre todo, aquellas que están ligadas a redes sociales.

3. Poné el celular a un lado.

Cuando estemos trabajando o haciendo alguna actividad importante, es clave apartar el celular para que no represente una distracción. Por ejemplo, cuando vamos a dormir es muy recomendable colocar el modo nocturno para evitar que el ruido de las notificaciones o llamadas puedan alterar nuestro ciclo del sueño.

4. Dejalo en casa.

Si bien es cierto que el teléfono es un medio para comunicarnos, también debemos buscar un momento para nosotros en el que este dispositivo no sea el centro de nuestra vida. Por esta razón, podés probar salir en alguna ocasión sin él. No tiene que ser durante todo el día; puede ser por un tiempo determinado. Poco a poco empezarás a crear una costumbre y pasará de ser una experiencia angustiosa a una muy liberadora.

Si tenés dificultad para gestionar el uso del celular y sentís que necesitás mayor orientación con respecto al tema, es importante que siempre consultes directamente con un especialista.

(Por El Comercio GDA)

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