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SALUD MENTAL

No puedo dejar de pensar: qué es el pensamiento rumiante y cinco claves para detenerlo

Consejos para calmar la mente y aliviar preocupaciones cuando sentimos malestar por pensar reiteradamente sobre el mismo tema.

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Mujer triste pensando
Mujer preocupada pensando.
Foto: iStockphoto.

Por Ana Abbona Santín

Hace unos días una vieja amiga me preguntó cómo se puede dejar de pensar. Estaba refiriéndose al pensamiento rumiante, ese conjunto de ideas que invaden tu mente y parecen quedarse fijadas, como si tu cerebro entrara en loop. Si bien en ocasiones pueden ser ideas positivas —cuando te enamorás, por ejemplo, o cuando ocurre un nacimiento en tu familia—, es habitual que se trate de pensamientos inspirados por circunstancias preocupantes. Cuando eso sucede, experimentás emociones negativas, anticipando acontecimientos difíciles y profundizando tu malestar.

Para reconocer el pensamiento rumiante debes analizar si posee alguna de estas dos características: no conduce a resultados significativos o se enfoca en lo que ya pasó, en lo que aún no sucedió o en aquello que no podés controlar.

El pensamiento rumiante es un ciclo repetitivo que se mantiene estancado en ideas y emociones recurrentes sin ofrecerte nuevas perspectivas para realizar cambios en tu vida o para encontrar soluciones novedosas a viejos problemas y conflictos.

Cinco estrategias para detener el pensamiento rumiante.

La buena noticia es que tu mente es maravillosa y posee los recursos necesarios para combatir el pensamiento rumiante. Me gustaría compartir contigo algunas estrategias que pueden ayudarte:

1. Disfrutá el ocio. Distraerte con una actividad agradable, como ver una película, escuchar música o leer, puede ayudar a desviar tu atención de esos pensamientos.

2. Practicá la respiración profunda. Esta técnica puede distraerte de los pensamientos rumiantes mientras ayuda a relajarte.

3. Hacé ejercicio. Esta es una excelente forma de liberar el estrés y los pensamientos que te están molestando y, al mismo tiempo, cuida tu cuerpo.

4. Desarrollá tu red afectiva. Frecuentá a tu familia y amigos intercambiando experiencias. Esto permite mantener la perspectiva con respecto a la gravedad de tus problemas.

5. Ejercitá tu mente. El entrenamiento cognitivo —con su batería de consignas que desafía tu atención, tu memoria y tu agilidad mental— resulta un excelente recreo que disminuye el estrés y la ansiedad. Además, brinda herramientas de creatividad y flexibilidad mental que permiten sustituir el pensamiento rumiante por pensamiento reflexivo.

Conocé a nuestra columnista

Ana Abbona Santín

Ana Abbona Santín

Whatsapp: 099 22 05 54
Mail: [email protected]

Ante cualquier duda o inquietud, podés contactar a Rejuvenate a través de su página www.rejuvenateuruguay.com y sus cuentas en Facebook e Instagram

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