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Más allá del placer: el Día internacional de la felicidad y su importancia para pensar en cómo vivimos

La fecha fue definida por la ONU, que aboga por un "enfoque más inclusivo, equitativo y equilibrado del crecimiento económico que promueva la felicidad y el bienestar de todos".

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Foto: Canva.

Hoy es el Día internacional de la felicidad, otra de esas fechas que prima facie parecen más un artilugio que algo anclado en algo semejante a la realidad sombría que llega a través de nuestras pantallas.

Pero la conmemoración de esta fecha no es únicamente una panglosiana exhortación a emular al avestruz cuando esta entierra la cabeza. Podría decirse que llamar la atención sobre este día sirve, entre otras cuestiones, para señalar todo lo que falta por hacer para alcanzar eso que llamamos felicidad y cuyo significado es tan escurridizo como el mercurio.

El psicólogo Alejandro De Barbieri —autor de entre varios, del libro titulado "Economía y felicidad"— comenta que algún filósofo ha dicho que “la felicidad solo existe en el pasado, porque el presente siempre está amenazado de posible infelicidad”. Esas palabras resuenan dentro de mucha gente cuando esta rememora su infancia. Y si uno sigue escuchando lo que la historia dice, oirá a filósofos que abordaron a la felicidad desde perspectivas subjetivas, como Sören Kirkergaard: “La puerta de la felicidad se abre hacia dentro, hay que retirarse un poco para abrirla. Si uno la empuja, la cierra cada vez más.”

Otros, como Bertrand Russell, sostuvieron que ser feliz no es únicamente algo subjetivo, que el hecho de que vivimos en un mundo material tiene que ver con la sensación de felicidad, aunque no se trata de acumulación, sino lo opuesto: “Carecer de algunas de las cosas que uno desea es condición indispensable de la felicidad.”

Una mirada filosófica del presente

Byung-Chul Han y la optimización del alma

El psicólogo Alejandro De Barbieri cita a su colega español Edgar Cabanas, autor del ensayo "Happycracia. Cómo la ciencia y la industria de la felicidad controlan nuestras vidas" (en coautoría con Eva Illouz), que habla de una cuasi imposición a ser “feliz”. Al citarlo, De Barbieri vuelve a la noción de que la felicidad no se entiende sin la cuota de padecimiento que le da a esta un significado más espeso.

El uruguayo también alude a uno de los más renombrados pensadores contemporáneos, el filósofo Byung-Chul Han, quien halla obstáculos concretos a la felicidad en cómo se ha estructurado gran parte del mundo, y denuncia la manipulación de sentir que ser feliz es una responsabilidad individual: “El dispositivo neoliberal de felicidad nos distrae de la situación de dominio establecida obligándonos a una introspección anímica. Se encarga de que cada uno se ocupe solo de sí mismo, de su propia psicología, en lugar de cuestionar críticamente la situación social. El sufrimiento, del cual sería responsable la sociedad, se privatiza y se convierte en un asunto psicológico. Lo que hay que mejorar no son las situaciones sociales, sino los estados anímicos. La exigencia de optimizar el alma, que en realidad la obliga a ajustarse a las relaciones de poder establecidas, oculta las injusticias sociales. Así es como la psicología positiva consuma el final de la revolución”.

Lo cierto es que el concepto de felicidad es tan debatido que no parece posible definirlo así nomás. La ONU, quien determinó esta fecha para generar conciencia sobre el asunto, se basa en una serie de criterios para establecer qué es, o qué puede ser, eso de ser feliz.

Muchos de ellos tienen que ver con cuestiones materiales y concretas, antes que subjetivas: no tener hambre, acceder a servicios y cuidados de salud, educación, igualdad... Pero la dimensión personal también hace a la cuestión.

De Barbieri habla de distinguir entre felicidad y placer, y opina que está muy bien que exista una fecha como la de hoy: “Sirve para pensar cómo vivimos. Yo prefiero hablar de plenitud o bienestar, antes que felicidad, porque la confundimos con placer. Hay un concepto griego, ‘eudaimonía’, que abarca más que la palabra ‘felicidad’, porque también hay ahí un proyecto de vida que incluye al sufrimiento”, dice.

Agrega que tuvo la “fortuna” de tener una relación epistolar con el escritor Tomás de Mattos. “Una vez, en uno de sus correos, me mandó esto: ‘Me preocupa mucho como rasgo de este tiempo la degradación del concepto de felicidad. Todos los próceres, por más que cayeran en aspectos de inhumanidad, tenían un concepto de lo que se llamaba honor. Asumían lo que hacían, responsabilizándose por la gloria o la abominación de sus actos. Hoy tenemos una tendencia muy marcada a convertir la felicidad nada más que en un estado de placer. Nos hemos olvidado de aquel viejo concepto griego (eudaimonía) y judeocristiano que asociaba la felicidad a un proyecto de vida y a la paz de la conciencia, una paz que se lograba con la certeza de haber trabajado por ese proyecto. Por lo tanto, esa felicidad podía muy bien convivir con el sufrimiento y aún con el rechazo colectivo, que suelen ser lo contrario de lo que busca el placer’”.

Para De Barbieri, empero, hay un aspecto que es indisoluble de la felicidad: los vínculos. “Conocemos la felicidad porque también conocemos la infelicidad: la soledad, el aislamiento, la desesperanza... Pertenecer a algo es fundamental: a una familia que nos quiera, a un grupo de amigos, a un equipo de trabajo. Nadie encuentra el sentido de la vida solo, sin tener a alguien que le ayude a atravesar los períodos difíciles, como un duelo. Esto en la prevención de suicidios es fundamental”.

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Foto: Pexels.

Cuando De Barbieri señala esto último, es inevitable preguntarse cuán “felices” podemos ser en Uruguay con índices de suicidios comparativamente altos. Respecto a esto, el psicólogo señala que también hay un componente de género: “En Uruguay los hombres se suicidan mucho más que las mujeres. De cada 100 suicidios, aproximadamente 80 son de varones”.

De nuevo, tal vez el Día internacional de la felicidad sirva para recordar todo lo que falta para que esta deje de eludirnos.

Diez hábitos que mejoran nuestro estado de ánimo

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Foto: Needpix.

La Nación - GDA
Cada 20 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Felicidad, una fecha proclamada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) con el fin de concientizar sobre la salud mental y promover el bienestar en toda la humanidad. La jornada invita a los gobiernos de diferentes países a crear políticas que generen igualdad de oportunidades y acompañen a los ciudadanos a alcanzar un estado feliz.

Esta festividad tuvo su origen en 2012, cuando el reino de Bután, una pequeña nación del sur asiático, solicitó conmemorar un día a esta temática. De hecho, fue el rey de aquel país, Jigme Khesar Namgyel Wangchuck, quien creó la Felicidad Nacional Bruta (FNB), un indicador que evacúa el nivel de vida de los ciudadanos, en función de los siguientes parámetros:

• Bienestar psicológico

• Uso del tiempo

• Vitalidad de la comunidad

• Cultura

• Salud

• Educación

• Diversidad medioambiental

• Economía

• Gobierno

Del mismo modo, existen muchos hábitos que las personas pueden adoptar en sus rutinas para mejorar su estado de ánimo.

Diez hábitos para ser más feliz

1. Dormir lo suficiente

De acuerdo a la Office of the Assistant Secretary for Health de Estados Unidos (OASH), se requieren al menos ocho horas de sueño para mantener un buen estado de ánimo. Este hábito ayuda a mantener la claridad mental y a generar un descanso suficiente para contribuir a la disminución del estrés.

2. Escribir

La práctica conocida como journaling consiste en escribir diariamente los pensamientos, las preocupaciones y metas. Se considera que realizar esto todos los días ayuda especialmente a los pacientes con depresión y ansiedad, ya que les brinda un espacio seguro para abordar sus ideas.

3. Escuchar música

La música es una herramienta que puede modificar el estado de ánimo porque ayuda a las personas a que se sientan acompañadas y motivadas. Por eso, muchos la utilizan para bailar, mientras que otros deciden acompañar sus tareas rutinarias con alguna playlist.

4. Pasar tiempo al aire libre

Algunas personas pueden padecer el hecho de pasar demasiado tiempo encerradas en sus hogares o en sus trabajos. Es por ello que muchos profesionales de la salud mental aconsejan pasar tiempo en el exterior, ya sea en sus tiempos libres, horas de almuerzo o recreos. En este sentido, estudios de la Universidad de Manchester afirman que mantener una exposición prudente al sol contribuye a la liberación de serotonina: una hormona que mejora el estado anímico y brinda tranquilidad.

5. Mantenerse activo

El sedentarismo y la rutina pueden producir la sensación de aburrimiento y cansancio. Por lo tanto, se recomienda realizar actividad física porque practicar un deporte ayuda a que las personas puedan distraerse, se olviden ciertas preocupaciones y controlen los niveles de estrés y ansiedad.

6. Conversar

Por momentos, el mal humor o estado de ánimo negativo puede potenciarse si la persona no lo expresa y, por ello, acudir a personas cercanas para hablar de las preocupaciones o bien distraerse es una manera sencilla y efectiva de cambiar de mentalidad.

7. Meditar

Esta actividad se puede realizar de manera grupal o individual, y utiliza la concentración y la respiración para generar tranquilidad y claridad mental. Es una gran herramienta que muchos adoptaron para todos sus días, de manera que puedan tener un momento para sí mismos.

8. Madrugar

Muchos expertos afirman que levantarse temprano ayuda a sentirse más productivos y regula los niveles de estrés. Este hábito debe ser acompañado con un estilo de vida saludable y una rutina de sueño ordenada.

9. Realizar una actividad recreativa

Llevar a cabo tareas divertidas y que desafíen el intelecto puede promover la serotonina. Para una experiencia más placentera, es beneficioso dejar de lado el celular y disfrutar el momento. Talleres artísticos, clases de danza, leer libros, realizar juegos de ingenio o cocinar una receta nueva son algunas de las opciones que pueden mejorar el estado anímico.

10. Rodearse de seres queridos

Realizar planes con amigos o familiares puede ayudar a distraerse y mantener una mentalidad positiva. Es importante mantener un balance entre las responsabilidades y el ocio, y darle así lugar a diferentes actividades.

 

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