Frases de la infancia que son comunes y pueden afectar la autoestima y la motivación en adultos

Palabras escuchadas en la niñez, aunque parezcan inofensivas, pueden dejar huellas profundas en la autoestima y la salud mental, afectando la confianza y las relaciones en la adultez.

Niño con lentes. Foto: Pixabay
Niño con lentes. Foto: Pixabay

Redacción El País
Muchas personas recuerdan comentarios de sus padres, familiares o cuidadores que marcaron su infancia.

Lo que algunos perciben como simples frases pasajeras, en realidad puede haber dejado huellas profundas en la autoestima y en la salud mental, advierte el Instituto Americano de Formación e Investigación (IAFI), con 17 años de trayectoria y más de 15.000 egresados en coaching y PNL.

El IAFI señala que los niños son especialmente sensibles a los mensajes de las figuras de autoridad, ya que se encuentran en una etapa de construcción de identidad. Por eso, incluso un comentario aparentemente inofensivo puede convertirse en una herida emocional difícil de sanar.

Cuando una frase se convierte en herida

Algunas expresiones, aunque comunes en la crianza, pueden ser dañinas si se repiten. Por ejemplo, decir “Eres tonto” puede generar inseguridad y dudas sobre la propia inteligencia. “No haces nada bien” mina la confianza y fomenta una sensación de incapacidad permanente.

Niño tapándose ojos
Niño tapándose los ojos.
Foto: Freepik.

Frases como “Eres un fracaso” o “Así nunca vas a llegar a nada en la vida” afectan la motivación y pueden generar una percepción de inutilidad que acompaña al niño hasta la adultez. En ciertos casos, estas palabras se convierten en una profecía autocumplida: la persona deja de esforzarse porque interiorizó que no vale la pena intentarlo.

Los comentarios sobre comparaciones o la apariencia física también son dañinos. Decir “Nunca serás tan bueno como tu hermano/mamá/papá” puede instalar la sensación de no ser suficiente y fomentar rivalidad o resentimiento. Frases como “Estás gordo” pueden iniciar una relación conflictiva con el cuerpo y afectar la autoestima y la salud mental.

Asimismo, expresiones como “Eres demasiado lento para entender” o “No mereces tanto amor” afectan la percepción de valía personal y la confianza para establecer vínculos afectivos, sembrando inseguridad desde la infancia.

Errores inevitables y comportamiento como ejemplo

El informe del IAFI aclara que no siempre se pueden evitar estas frases: factores como cansancio, estrés o comportamientos desafiantes de los hijos pueden hacer que los cuidadores las digan de manera involuntaria. La clave no es culpar, sino tomar conciencia y transformar los comentarios negativos en mensajes constructivos.

Un niño mira un libro junto a su madre
Un niño mira un libro junto a su madre
Foto: Freepik

Además, los comportamientos de los adultos influyen tanto o más que las palabras.

Un entorno violento, incluso silencioso, deja huellas profundas: los niños observan y aprenden del ejemplo de los mayores. Por eso, equilibrar disciplina y cuidado emocional, así como ser compasivo con los propios errores, es fundamental.

Cada palabra y gesto en la niñez construye —o debilita— los cimientos de la autoestima.

En base a El Tiempo/GDA

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