Envidia: ¿sana o con mala prensa? Serie de Netflix invita a reflexionar sobre la presencia del sentimiento

En términos psicológicos la envidia es una emoción. Y aunque es esperable que esté presente en nuestro día a día, la clave está en aprender a gestionarla de forma adecuada.

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Griselda Sicialiani en "Envidiosa"

¿Cuán presente está la envidia en nuestras vidas? Envidiosa, una de las series más exitosas de Netflix invita a pensar sobre esta emoción que puede marcar tanto a nuestros vínculos como a nuestro entorno.

Victoria (Griselda Siciliani), una decoradora de interiores, que está próxima a cumplir 40 años comienza a realizar un balance y evaluación de su vida. Lo hace siempre desde la comparación y en competencia directa con sus amigas, compañeras de trabajo o vecinas.

En una sesión de psicoterapia, su psicóloga le muestra que siente “envidia”. Victoria quiere tener la vida de alguna de sus amigas y, de forma sistemática, se compara con mujeres de su entorno cercano que tienen su edad.

Una de las temáticas centrales en torno a la cual gira la preocupación de Victoria, es la maternidad y el avance irremediable del reloj biológico. Su deseo de ser madre, de formar una familia, es uno de sus objetivos en su “aquí y ahora”.

¿Por qué aparece? Más allá de haber sido categorizada como un pecado capital por la religión cristina, debido a su incompatibilidad con el concepto de amor hacia prójimo, en términos psicológicos la envidia es una emoción. Y aunque es esperable que esté presente en nuestro día a día, la clave está en aprender a gestionarla de forma adecuada.

Su origen está en nuestro pensamiento, tal y como suele ocurrir con el resto de las emociones. En este sentido, tal y como ocurre con el resto de las emociones, la envidia cumple una función y llega para brindarnos cierto aprendizaje, implementar cambios y generar nuevos pensamientos, acciones y reacciones.

Es decir que, gracias a la presencia de pensamientos negativos, hipercríticos sobre uno mismo y el entorno, ideas que conducen a la comparación con otras personas, y que finalmente producen gran insatisfacción y frustración personal, contamos con la presencia de esta emoción con tan mala fama, dado el grado de destrucción que genera a la hora de vincularnos y establecer relaciones saludables.

La persona envidiosa, claramente posee una autoestima descendida, se autopercibe como inferior, menos capaz y valiosa que el resto, cree está en desventaja.

Asimismo, experimenta habitualmente sensación de frustración, insatisfacción personal constante, tristeza, irritabilidad y enojo, hasta el punto de sentir odio por quienes cosechan éxitos, felicidad y altos niveles de satisfacción personal.

La presencia de la envidia en nuestras vidas puede resultar sumamente destructiva en cuanto a la salud mental, a la sensación de bienestar general y, por supuesto, tener un impacto muy negativo en el estilo vincular (la forma en la que establecemos un vínculo con otros).

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Esteban Lamothe y Griselda Siciliani en "Envidiosa".
Foto: Alina Schrwarcz / Netflix

Gestión adecuada

El primer paso es detectar su presencia. Y luego tomarla como una gran oportunidad de aprendizaje y transformación.

Es imprescindible reemplazar esa comparación continua con el “Otro” por la comparación relativa a nuestro propio proceso y recorrido personal, laboral, familiar, es decir en los distintos roles que cumplimos en la vida, y colocar esa energía psíquica en el autoconocimiento.

El hecho de conocer o redescubrir las fortalezas, áreas de potencial desarrollo, oportunidades y eventuales amenazas, nos permite crear un plan de desarrollo personal y una estrategia de acción con objetivos claros y metas específicas para conseguir aquello que tanto deseamos.

La clave radica entonces en conectar con los deseos, preferencias y proyecto de vida propio, canalizando todos nuestros recursos en esta orientación; dejando a un lado la vida y proceso ajeno, salvo que lo podamos ubicar como modelo motivacional e inspirador, desde el lugar de la admiración, pero no desde la envidia.

Es de vital importancia, saber que la gente que nos rodea no es un competidor, contrincante u opositor, ya que la vida no es una guerra y en el mejor de los casos pueden oficiar de modelo, referente y agente motivador, para luego trabajar, prepararnos, estudiar, formarnos y comenzar a recorrer el camino hacia nuestra meta.

Otra de las claves radica en lograr visualizar todo lo positivo de la vida. Reconocé tus logros y avances, disfrútalos independientemente de mandatos socio-culturales y exigencias externas; lo importante es lo que tú necesitás, deseás, tu verdadero propósito que es tan único como personal.

Es momento de reconocer y activar tu fortaleza, tus capacidades y habilidades para alcanzar la mejor versión de ti mismo.

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