El impacto del diagnóstico de autismo en la familia: desafíos, vínculos y estrategias de cuidado

Recibir un diagnóstico de TEA cambia la dinámica familiar. Con apoyo, organización y espacios de contención, es posible acompañar al niño sin descuidar la pareja ni a los hermanos.

Puzzle de corazón sobre manos entrelazadas
Puzzle de corazón sobre manos entrelazadas
Foto: Freepik

El momento en que un niño o una niña recibe el diagnóstico de Trastorno del Espectro Autista (TEA) suele marcar un antes y un después en la vida de una familia. Para muchos padres y madres, el camino hacia ese diagnóstico estuvo lleno de dudas, consultas médicas, búsquedas en internet, comparaciones con otros niños y, muchas veces, la sensación de no encontrar respuestas claras. Por eso, cuando finalmente llega la confirmación, no siempre se vive como un golpe inesperado: muchas veces se siente como una pieza de rompecabezas que al fin encaja. El diagnóstico trae alivio, porque ordena lo que parecía caótico, ofrece un marco para comprender conductas y brinda la posibilidad de organizar un plan de intervención.

Sin embargo, después de ese alivio inicial, aparece la otra cara de la realidad: el diagnóstico implica comprometer tiempo, energía y recursos. La familia se ve llamada a organizar su vida cotidiana alrededor de terapias, turnos médicos, estimulación temprana, acompañamientos escolares y reuniones de seguimiento. Esto puede convertirse en un desafío enorme, porque el TEA no solo impacta en la vida del diagnosticado, sino también en la dinámica familiar, en la relación de los padres con sus otros hijos, y en la calidad del vínculo de pareja.

El tiempo no alcanza

Uno de los principales desafíos que atraviesan las familias es el manejo del tiempo. Las terapias para un niño con TEA suelen ser intensivas, varias veces por semana, y en diferentes áreas (fonoaudiología, terapia ocupacional, psicología, acompañamiento psicopedagógico). Muchas veces son los padres quienes se convierten en “gestores de agenda”, coordinando horarios, traslados, informes y autorizaciones.

Esto implica, en la práctica, que buena parte de la energía diaria se centre en el hijo diagnosticado. Es un esfuerzo necesario y valioso, porque la intervención temprana está directamente relacionada con mejores resultados en la autonomía y el desarrollo. Pero no podemos desconocer que esa centralidad a veces deja en un segundo plano a los demás hijos.

No es raro que los hermanos de niños con TEA expresen, de manera directa o indirecta, sentimientos de celos, de invisibilidad o incluso de enojo. “Siempre todo es para él”, “ustedes no tienen tiempo para mí”, “yo tengo que entenderlo todo” son frases que aparecen en los relatos de muchas familias.

Costo emocional

El diagnóstico de TEA también trae aparejado un impacto emocional fuerte. Los padres deben procesar sus expectativas: la imagen del hijo idealizado se confronta con la necesidad de acompañar un desarrollo diferente, con tiempos propios, con aprendizajes que no siempre siguen el ritmo esperado. Esto puede generar angustia, ansiedad, sentimientos de culpa y, en ocasiones, discusiones en la pareja sobre la mejor manera de afrontar la situación.

Desde la neuropsicología sabemos que la plasticidad cerebral en la infancia abre un horizonte de posibilidades enormes: cuanto antes se interviene, mayor es la capacidad del cerebro para reorganizarse y generar nuevas conexiones. Esa certeza científica suele motivar a los padres, pero también puede transformarse en presión: la sensación de que “no hay que perder ni un minuto” puede llevar a un nivel de exigencia desmedida que termina desgastando.

¿Y los hermanos?

Los hermanos de los niños con TEA tienen un rol complejo. Por un lado, muchas veces se convierten en facilitadores naturales de la interacción social: ayudan a su hermano a integrarse en juegos, lo defienden en el colegio, lo incluyen en dinámicas familiares. Ese rol, bien acompañado, puede ser una fuente de aprendizaje, empatía y madurez emocional.

Pero también puede convertirse en una carga. Los niños y adolescentes no deberían sentirse responsables de la terapia o del progreso de su hermano. Es fundamental que tengan espacios propios, tiempos de exclusividad con sus padres, y actividades que no estén definidas por la condición del hermano.

La terapia cognitivo-conductual (TCC), aplicada a contextos familiares, nos enseña que las dinámicas de refuerzo y atención moldean conductas. Si los hermanos perciben que solo obtienen atención cuando protestan o se comportan de determinada manera, esas conductas tenderán a repetirse. Por eso, es clave que los padres puedan generar instancias positivas, de calidad y exclusividad, con cada hijo.

Niño con manos pintadas
Niño con manos pintadas
Foto: Freepik

Cuidar el vínculo

Algunas recomendaciones concretas que pueden ayudar a que el diagnóstico de TEA impacte lo menos posible en la dinámica familiar:

1. Organizar rutinas claras: los niños con TEA se benefician de la previsibilidad, pero las rutinas también ayudan a toda la familia. Establecer horarios definidos para terapias, tiempo en familia y momentos de ocio reduce la sensación de caos.

2. Tiempo uno a uno con cada hijo: aunque sean 15 minutos al día, dedicar un espacio exclusivo a cada hijo fortalece el vínculo y transmite el mensaje de que su lugar en la familia también es importante.

3. Cuidar la pareja: el diagnóstico muchas veces centra la atención en los hijos, pero descuidar el vínculo de pareja puede generar fracturas profundas. Reservar un espacio semanal, aunque sea breve, para conversar de temas ajenos al TEA, es fundamental.

4. Apoyarse en redes de contención: familiares, amigos, grupos de padres de niños con TEA, asociaciones. Compartir experiencias alivia la carga y ofrece estrategias que otros ya han probado.

5. Buscar acompañamiento profesional: no solo para el niño diagnosticado, sino también para los padres y los hermanos. Espacios terapéuticos familiares permiten expresar emociones, resolver culpas y generar recursos de afrontamiento.

Flexibilizar expectativas

Un aspecto esencial es que los padres puedan flexibilizar sus expectativas. Cada niño con TEA tiene un perfil único: hay quienes desarrollan un lenguaje fluido, quienes se destacan en áreas específicas, quienes requieren apoyos permanentes. No hay un único recorrido. Aprender a reconocer los avances pequeños, valorar los logros propios de cada etapa y no compararse con otros niños -ni dentro ni fuera del espectro- es parte de un proceso de aceptación saludable.

Lo que enseña el camino. Las familias que conviven con el TEA suelen desarrollar una enorme capacidad de resiliencia. Aprenden a mirar la vida con otros ritmos, a celebrar logros que antes pasaban desapercibidos, a valorar la diversidad de formas en que se puede habitar el mundo. Desde la neurociencia sabemos que la empatía, la paciencia y la capacidad de adaptación tienen correlatos cerebrales que se fortalecen con la práctica. Es decir, la experiencia de criar a un hijo con TEA no solo impacta en el niño, sino que transforma a toda la familia.

Mirada esperanzadora

El TEA plantea desafíos, sin dudas. Requiere organización, dedicación y, muchas veces, un esfuerzo económico importante. Pero también abre la puerta a vínculos más conscientes, a aprendizajes profundos y a un desarrollo familiar que, si se acompaña con recursos adecuados, puede ser enriquecedor para todos sus miembros.

El diagnóstico no es un punto final, sino un punto de partida. La clave está en encontrar un equilibrio: brindar a ese hijo o hija las terapias y apoyos que necesita, sin descuidar la salud emocional de los demás miembros de la familia. En ese equilibrio se juega, en gran medida, la posibilidad de transitar este camino con menos desgaste y más amor.

Psicomateando, el podcast

Psicomateando, conducido por Andrea Komesu y Valeria Francia, es un podcast que acerca la psicología a la vida cotidiana con conversaciones cercanas, reflexivas y llenas de humor.

En el Capítulo 4, se meten de lleno con la maternidad: luces y sombras, mandatos sociales, lo íntimo de la experiencia y la decisión de no ser madre. Está disponible en YouTube o Spotify.

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