La Nación (GDA) - The New York Times
Es normal que nuestra memoria empeore con la edad, y lo cierto es que no es una preocupación irracional: millones de personas padecen demencia, afección que se caracteriza por una pérdida significativa de las funciones cognitivas. Y la cuestión es que uno de sus mayores factores de riesgo es el envejecimiento.

No obstante, algunas de sus fallas relacionadas con la edad no son motivo de preocupación. Al respecto, consultamos con cuatro expertos acerca de cómo cambia la memoria, cómo podemos hacer para recordar las cosas un poquito más y cuándo es necesario hablar de las situaciones de olvido con un profesional de la salud.

Le preguntamos a Mario Méndez, director de neurología conductual de la Facultad de Medicina David Geffen de la Universidad de California en Los Ángeles, su opinión acerca de los problemas de memoria relacionados con la edad, y al respecto me corrigió: “A esta situación la llamaría ´cambios en la memoria´”, señaló el experto y ahondó: “Esto no necesariamente se asocia con un problema”.

En un estudio realizado a casi 50.000 personas, los investigadores descubrieron que la memoria a corto plazo alcanza su punto álgido alrededor de los 25 años, pero, según Méndez, a partir de los 50 años. la zona del cerebro encargada de recuperar los recuerdos es menos eficiente. Aun así, “esto no significa que tenemos una disfunción”, aseveró el neurólogo. Por eso, si te cuesta recordar “´aquella película protagonizada por aquel hombre´, quedate tranquilo porque el recuerdo está, solo que tarda más en aflorar”, dijo Méndez. Y de repente, “cinco minutos después, te lo acordás”, explicó el especialista.

“Olvidarse las llaves del auto o el nombre de alguien suele considerarse una falla del cerebro, pero en definitiva no lo es”, sostuvo Ronald Davis, profesor de neurociencia del Instituto de Innovación y Tecnología Biomédica Herbert Wertheim Scripps de la Universidad de Florida. Estamos desbordados de información, señaló Davis, y el cerebro tiene que gestionar los recuerdos. “Olvidar es una parte normal de la función cerebral”, arremetió.

“Si bien los cambios en la memoria son normales, no significa que no puedas intentar mejorarla”, aseveró Arman Fesharaki-Zadeh, profesor adjunto de neurología y psiquiatría de la Facultad de Medicina de Yale. En lugar de recurrir a trucos tales como el que implementé en el supermercado para intentar potenciarla, en estos casos lo más útil sería cuidarla basándose en buenos hábitos en el estilo de vida.

En primer lugar, comentó Fesharaki-Zadeh, hay que evitar hacer varias cosas a la vez. De lo contrario, se daña la salud del cerebro. Pero en la medida en que nos hacemos mayores, nuestra habilidad para desarrollar varias tareas al unísono, “suele disminuir”, afirmó el experto y reveló que a sus pacientes les indica que hagan de a una cosa a la vez.

“Hay otros hábitos que también han demostrado estar relacionados con mejorar algunas habilidades cognitivas durante la vida adulta”, mencionó Fesharaki-Zadeh y advirtió tener cuidado con el estrés porque puede impactar directamente en la capacidad de la memoria. De acuerdo al experto, hay varios estudios que relacionan la falta de sueño con los déficits de memoria, así que lo mejor es descansar bien a la noche. Además, la alimentación también influye.

Por último, Fesharaki-Zadeh, aconsejó realizar media hora de ejercicio cardiovascular por día ya que este tipo de actividad podría generar neuronas nuevas en la zona del hipocampo del cerebro, un área fundamental para consolidar la memoria.

“Hay situaciones específicas en las que conviene consultar con un especialista médico”, sostuvo Fesharaki-Zadeh. Si por ejemplo una persona que te conoce bien, advierte que tus cuadros de olvidos han aumentado de forma significativa: quizás repetís la misma pregunta reiteradas veces o te olvidás el nombre de tus seres queridos, habría que analizar lo que está pasando con un profesional de la salud porque podría ser el principio de algo más grave.

Entre las primeras señales de demencia, según la Asociación de Alzheimer, se destacan la pérdida de la capacidad para recordar distintos sucesos como también problemas para calcular distancias y la inminente necesidad de recurrir a herramientas de ayuda memoria tales como configurar alertas en los celulares o escribirse notas.

“Si creés que la pérdida de memoria altera tu vida cotidiana, no dudes en consultar con un médico”, recomendó Scott Small, profesor de neurología en Columbia y autor de Forgetting: The Benefits of Not Remembering. Un buen especialista, explicó, explorará las posibles causas de este cuadro: en ocasiones podría estar relacionado con alguna enfermedad u otros factores tales como el consumo de ciertos analgésicos o somníferos.