Redacción El País
En una reciente publicación en su cuenta de Instagram, el psicólogo uruguayo Alejandro de Barbieri desafió una creencia común en muchas parejas modernas: la ilusión de que “el otro lo puede todo”, asumiendo roles de madre, terapeuta, asistente emocional o salvador. “Las relaciones sanas se construyen desde la autonomía, no desde la necesidad”, afirma en su posteo.
Ese mensaje ha resonado con fuerza entre sus seguidores y ha abierto el espacio para una reflexión profunda: ¿qué significa tener una relación saludable? ¿cómo equilibrar el vínculo emocional con el respeto a la individualidad?
Por qué la dependencia emocional es un riesgo
Las relaciones que nacen —o se sostienen— desde la necesidad emocional pueden convertirse en vínculos disfuncionales. En esos casos, uno espera que el otro “salve” o “solucione”, generando:
- Sobrecarga emocional para la persona que asume el rol de “cuidador”.
- Pérdida gradual del propio bienestar o territorio interno.
- Dificultad para marcar límites cuando estos intentan recuperarse.
- Frustraciones, resentimientos y desgaste relacional.
Tal como sugiere de Barbieri: “Tu pareja no es tu madre, ni tu terapeuta, ni tu asistente”. Cuando una relación se construye desde la autonomía, los integrantes pueden:
- Responsabilizarse de su propio crecimiento emocional
- No esperar que el otro lo llene todo, sino buscar herramientas (autoexploración, terapia, lectura, grupos) que promuevan su bienestar.
- Establecer límites claros y saludables
- Saber cuándo acompañar, cuándo dar espacio y cuándo no comprometerse más allá de lo que convenga para cada uno.
- Valorar el aporte mutuo, sin exigirlo
- Compartir la vida con alguien que suma, no alguien que debe cumplir todas las funciones.
- Mantener intereses propios
- No abandonar amistades, aficiones, proyectos personales: la pareja es parte de la vida, no toda la vida.
Que “dos sean uno” es una metáfora que ha sido interpretada —erróneamente— como borrarse en pos de la relación. El reto no es la fusión, sino la conjunción: estar juntos sin dejar de ser. El enfoque más saludable apunta a que la pareja se convierta en un complemento, no en la pieza que falte.
Una vez más, de Barbieri nos invita a revisar cómo construimos los vínculos, qué expectativas depositamos en el otro y qué espacio le damos al crecimiento propio.
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