Redacción El País
En un contexto donde la falta de tiempo es una de las principales barreras para moverse, el deportólogo Felipe Isidro propone una estrategia simple y eficaz: priorizar el entrenamiento de piernas.
Su planteo apunta a quienes no disponen de una hora diaria para ejercitarse, pero aun así buscan cuidar su salud, combatir el sedentarismo y mantener un estilo de vida activo.
Catedrático de Educación Física y responsable de actividad física en PronoKal Group, Isidro insiste en que la eficiencia es más importante que la cantidad. Según explica, no se trata de entrenar mucho, sino de distribuir el esfuerzo de manera inteligente para que cada minuto cuente. En una nota de Jaider Felipe Vargas Morales para El Tiempo de Colombia, el especialista plantea que las piernas representan entre el 65% y el 68% de la masa muscular total del cuerpo. Al activarlas, se genera un efecto sistémico: aumenta el gasto energético, se dinamiza el metabolismo y mejora la condición física global.
Además del impacto fisiológico, el enfoque tiene un fuerte componente funcional. Fortalecer el tren inferior facilita tareas cotidianas como levantarse de una silla, subir escaleras o mantener una buena estabilidad postural, aspectos decisivos para el bienestar diario y la autonomía a largo plazo.
Isidro propone pensar el ejercicio como una “prescripción” personalizada. La dosis adecuada depende del contexto real de cada persona: tiempo disponible, materiales, motivación y objetivos concretos.
Con esa información, el plan puede adaptarse sin volverse una carga. Para quienes comienzan, sugiere iniciar con dos jornadas semanales e incorporar un día extra cada dos semanas. Incluso sesiones breves —entre 10 y 20 minutos— pueden ser efectivas si se aplican con criterio, porque la constancia supera cualquier esfuerzo esporádico y excesivo.
El especialista también aclara un punto frecuente: entrenar con intensidad no significa terminar exhausto. Es posible trabajar con intensidad controlada y bajo volumen para minimizar la fatiga, conservar energía para el resto del día y, sobre todo, favorecer que la persona quiera volver a entrenar al día siguiente. La adherencia, recuerda, es el gran desafío. Muchas veces, cuando alguien dice “no tengo tiempo”, lo que realmente ocurre es que no disfruta entrenar porque queda completamente agotado.
Por eso, Isidro defiende las rutinas cortas, frecuentes y sostenibles, que permitan acumular pequeñas victorias semanales y construir hábito. Su conclusión es clara: el objetivo no es hacer más, sino sostener lo que funciona. Priorizar piernas, dosificar el esfuerzo y respetar el propio contexto convierte el entrenamiento en una práctica viable y duradera, capaz de mejorar la salud sin exigir agendas imposibles.
En base a El Tiempo/GDA
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