A veces, los entornos naturales no son los más accesibles. El experto en turismo y guía de trekking Enrique Duarte fue consciente de esto por primera vez cuando guiaba a un grupo en el Parque Nacional Torres del Paine, en Chile. Vio a un chico en una silla de ruedas para montaña —llamada Silla Joelette— a punto de hacer el sendero de 20 kilómetros, con mucho desnivel. “Subí con mi grupo durante cuatro o cinco horas, nos quedamos dos horas más en el lugar, y cuando estaba bajando, vi que él y otras personas seguían subiendo. Eso me impactó; ver a la gente muy cansada, pero aún intentándolo. Al día siguiente me enteré de que lo habían logrado y sin dudas eso quedó dando vueltas en mi cabeza”, contó.
Volvió a Uruguay en 2020 y al poco tiempo se propuso lograr que más personas puedan acceder a los entornos naturales. Así surgió ‘Senderismo para todos’, un emprendimiento que ofrece salidas en la naturaleza para personas con movilidad reducida, parálisis cerebral, lesiones medulares y discapacidad visual, entre otros. “Estar en la naturaleza me hace bien y quiero que más personas puedan hacerlo también”, sostuvo.

Sentir la naturaleza con el espíritu
No se trata solamente de caminar entre plantas y animales; de hecho, la interpretación ambiental juega un rol fundamental en la propuesta. “Estar en un entorno natural de por sí nos hace bien, pero la parte de interpretación nos brinda un entendimiento global de la importancia de los ecosistemas, los usos de cada planta, el reconocimiento de huellas”, señaló Duarte. Y es algo que pueden disfrutar incluso personas con discapacidad visual desde el tacto y el olfato.
Prueba de lo anterior es Lucía Marchetti, una turista argentina con discapacidad visual que estuvo en Uruguay en marzo y recorrió los humedales del Santa Lucía con Duarte y la ingeniera agrónoma Daiana Martín. “La naturaleza me gustó siempre y me empecé a interesar mucho por las plantas porque estudié aromaterapia”, contó Marchetti a El País.

Nació con discapacidad visual y vio poco hasta los nueve años, cuando dejó de ver por completo. Aprendió braille de pequeña y también a usar el bastón: “Lo sentí como la llave de mi libertad”.
Cada vez que está en la naturaleza reafirma que uno “siente con el espíritu”. “Siento una conexión muy especial con las plantas a través del tacto. Se nota que hay vida”, aseguró. También dijo que en la recorrida pudo palpar las huellas de los animales en la tierra y escuchar los sonidos de las aves. “Estuve cerca de un pecarí y de un colibrí. Se sentía el perfume de cada animal”, relató.
Destacó, además, los mapas en relieve, tallados en madera, y la barra direccional con la que Duarte la guiaba: “Él iba adelante, yo en el medio y la ingeniera atrás. Y si movía la barra hacia la derecha, yo sabía que girábamos en esa dirección, sin estar del brazo de otra persona, que de repente el camino era angosto y podía ser incómodo. Estaba más libre, podía disfrutar de todo”.
Turismo de naturaleza accesible
Las experiencias son transformadoras; para él y los participantes. Una vez, guió a un chico en situación de discapacidad que tenía una lesión medular como resultado de un accidente que había tenido diez años atrás: “Fuimos al lugar del accidente y después salimos a hacer senderismo. Él me decía que hacía diez años que no estaba en un monte; que antes le gustaba ir a acampar con los primos y ahora volvía a sentir cuán importante eran las actividades en la naturaleza”.
También guió a chicos que nacieron con parálisis cerebral y a sus familias; subió cerros, recorrió quebradas y llegó a cursos de agua y cascadas. Resaltó que “muchas veces esas personas nunca creyeron que podrían hacer una actividad así en conjunto, como familia. Y tiene un gran impacto para ellos”.

Incluso es movilizante para aquellas personas que no conocen a nadie en situación de discapacidad porque su participación y ayuda puede ser importante para que alguien más llegue a destino y, además, les permite agradecer cosas de las que antes no eran conscientes, mencionó Duarte.
Para Marchetti, este tipo de experiencias son invaluables: “Una persona en mis condiciones se siente bien, se siente digna, porque está incluida en la sociedad y puede interactuar”.
Destacó también a Uruguay en general: “Hay semáforos sonoros y accesos en sistema Braille, y las rampas están bien hechas. Ojalá que esto siga extendiéndose porque una persona en mi sitio se siente respetada y que vale por sí misma”.
Opciones de senderismo para todos
Duarte logró importar su primera silla de ruedas para senderismo y una barra direccional gracias al fondo de Validación de Ideas de Negocio (VIN) de la Agencia Nacional de Desarrollo (ANDE) y la Agencia de Investigación e Innovación (ANII). Además, en 2024 recibió el apoyo de la División Turismo de la Intendencia de Montevideo para ofrecer salidas gratuitas a instituciones educativas que tuvieran en sus aulas a algún alumno en situación de discapacidad.
El emprendimiento brinda salidas grupales para personas que estén o no en situación de discapacidad y todos pagan lo mismo, ya sea que necesite asistencia, que ayude a asistir o que simplemente acompañe. “Esa es nuestra política para asegurar la igualdad de acceso al turismo”, aclaró Duarte. También hacen paseos privados; por ejemplo, para celebrar cumpleaños o realizar jornadas de integración empresarial en la naturaleza.
Hasta ahora, el experto ha realizado paseos en Montevideo, Maldonado, Rocha, Lavalleja, Tacuarambó y Río Negro, pero está “abierto a trabajar en cualquier departamento y llevar la accesibilidad a más lugares”.