Una de las consecuencias más comunes tras una noche de tragos es la dificultad para dormir. De acuerdo con Sleep Foundation, el alcohol puede dar la impresión de facilitar el sueño, pero en realidad “interfiere significativamente con su calidad”.
Su consumo, sobre todo en grandes cantidades y cerca de la hora de dormir, altera el ciclo natural del sueño, en especial la fase REM, que es clave para procesar emociones y consolidar recuerdos. Esta interferencia provoca que las personas experimenten despertares frecuentes, dificultad para alcanzar un sueño profundo y una sensación de agotamiento al día siguiente.
Además de afectar el descanso, la alteración de esta fase tiene un impacto en el estado emocional y en la capacidad del cuerpo para recuperarse adecuadamente.
Más allá del sistema nervioso, el aparato digestivo se ve afectado por el consumo de alcohol. Y un punto clave que muchas veces se pasa por alto es la relación entre el intestino y el sueño.
El alcohol daña la mucosa intestinal y modifica la composición de bacterias benéficas que habitan en este órgano. Esta alteración, conocida como disbiosis, desencadena inflamación y facilita el paso de toxinas al torrente sanguíneo.
Esa cadena de efectos no solo intensifica el malestar físico posterior al consumo, sino que también impacta directamente en el sistema nervioso, generando síntomas como ansiedad, irritabilidad y dificultades para conciliar o mantener el sueño.
Los datos respaldan esta relación: el National Council on Aging advierte que “hasta el 70 % de las personas que consumen alcohol reportan problemas para dormir bien”. Por eso, aunque una copa pueda parecer inofensiva, es importante saber que su impacto va mucho más allá del momento.

Claves para reducir el insomnio tras una salida con alcohol
Existen algunas medidas prácticas que pueden ayudar a disminuir los efectos del alcohol sobre el sueño y mejorar el descanso:
- Comer antes de tomar alcohol: se recomienda ingerir alimentos ricos en fibra y probióticos, como el yogur. Estos productos ayudan a proteger la mucosa intestinal.
- Preferir fibra soluble: este tipo de fibra retiene líquidos en el intestino, lo que reduce la absorción directa y agresiva del alcohol.
- Facilitar la eliminación intestinal: promover la defecación ayuda a eliminar metabolitos tóxicos derivados del alcohol.
- Usar suplementos adecuados: aquellos que contienen antioxidantes, probióticos y fibras vegetales pueden reducir la inflamación y mejorar la función del hígado y el intestino.
- Hidratarse adecuadamente: beber suficiente agua durante y después de la ingesta alcohólica es esencial para reducir el impacto sobre el sistema nervioso.
- Moderar el consumo: la clave está en la cantidad. Beber con moderación siempre será la mejor estrategia para proteger el cuerpo y evitar trastornos del sueño.
La Nación/GDA
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