La Nación GDA
¿Quién no tiene ganas de una siesta después de un buen almuerzo? Sin embargo, para la mayoría, dormir después de comer no siempre es posible, sobre todo al mediodía, cuando tenemos que seguir trabajandoo cumplir con otras responsabilidades.
Esta sensación, que los expertos denominan somnolencia postprandial, tiene que ver con una disminución del nivel de energía en el cuerpo luego de haber ingerido una comida abundante a base de hidratos de carbono y grasas. La gran incógnita es: ¿Puede evitarse?
Por qué sentimos cansancio después de comer.
En la jerga popular se utiliza el término “food coma”. Quienes lo experimentan pueden sentir que se quedan dormidos, que tienen la energía baja, incluso que no se pueden concentrar. Estos síntomas alteran las rutinas y hacen que el resto del día se torne cuesta arriba.
Al respecto, Julio Bragagnolo, médico y jefe de la unidad de Nutrición y Diabetes del Hospital Ramos Mejía, destaca entre las principales causas de somnolencia a la composición nutricional de los alimentos, la cantidad de comida que se ingiere, la capacidad de digestión y la hora en que se come.
Si bien cada persona asimila los alimentos de forma distinta, hay ciertos patrones que son comunes a todos: “Las comidas altas en grasas son de digestión lenta, por lo tanto permanecen por tiempo prolongado en el estómago sin ser digeridas y producen malestar”, señala el especialista. Entre ellas, enumera a las que se conocen como “comida chatarra o rápida”, como las hamburguesas o las papas fritas.
Los alimentos ricos en carbohidratos también se consideran como otro desencadenante del sueño después de almorzar ya que “potencian la producción de triptófano, un aminoácido precursor de melatonina y serotonina, hormonas que inducen las ganas de dormir”, comenta Bragagnolo. Dentro de este grupo de alimentos se encuentran los de carácter refinado y ultra procesados tales como el pan blanco, las pastas, el arroz, las papas, los cereales y los dulces: masas, tortas y budines.
A su vez, los que son fuente de proteínas tampoco están exentos debido a que “contienen naturalmente triptófano”, precisa Bragagnolo. Así es el caso del pollo, el pescado y la carne, los garbanzos, el tofu, las nueces, la leche y el huevo. Si bien no deben erradicarse de la dieta cotidiana, el especialista aconseja que las proteínas no se combinen con carbohidratos para no potenciar el estado de somnolencia. Recomienda acompañarlas con verduras y priorizar el consumo de frutas.
La porción del plato tiene un correlato directo con la aparición del sueño después de almorzar. Es que “a mayor cantidad de alimento, al cuerpo le costará más digerir y absorber los nutrientes, en consecuencia destinará demasiada energía a este proceso y ocasionará cansancio”, aclara Bragagnolo.
Muchas veces, dice el nutricionista, cuando se come de manera opulenta es porque no se tomó un buen desayuno o se saltean comidas durante el día, por lo tanto “se llega con mucha hambre al almuerzo”. Otra causa, agrega Bragagnolo, está vinculada a una noche de mal descanso: “Cuando la calidad del sueño es mala, es probable que la persona se encuentre más ansiosa o irritada y recurra a la comida para paliar esta situación”.
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El ciclo circadiano juega un rol clave en la aparición de la somnolencia. Se trata del reloj biológico que regula los patrones de sueño y vigilia. Si bien es normal que el cuerpo tenga altibajos en los niveles de energía, “es importante respetar y mantener un orden de los horarios en que uno se acuesta, se levanta y come para no confundir al organismo”, resalta el nutricionista.
Cómo evitar el sueño después de almorzar.
Si bien sentir cansancio después de almorzar es natural, desde la Fundación del Sueño de los Estados Unidos alertan que esta sensación puede interferir en la productividad diaria y hasta generar accidentes. Sin embargo, la buena noticia es que hay formas de evitar que el sueño aumente de manera exponencial.
Al respecto, los especialistas consultados aconsejan realizar una caminata al aire libre después de comer: “No hace falta que sea demasiado larga, pero es importante exponerse a la luz del sol porque activa la función del cerebro y el sentido de alerta”, cuenta Bragagnolo, y agrega que el movimiento también facilita la digestión.
Otro de los ejes que proponen tiene que ver con ingerir pequeñas raciones de comida, pero “de manera frecuente”, señala la licenciada en Nutrición y miembro del departamento de Alimentación y Dietética del Hospital de Clínicas José de San Martín, Florencia Salva. También suma que lo ideal es respetar las cuatro comidas “así se llega con menos hambre y sin la necesidad de querer llenar el plato”.
La siesta es otro de los puntos sugeridos por los profesionales, aunque a veces las demandas laborales o las responsabilidades diarias no dan lugar a tomarse el tiempo a mitad del día para dormir un rato. Desde la NIH explican que una siesta de entre 15 a 45 minutos antes o después del almuerzo reduce la sensación de sueño y mejora el rendimiento cognitivo.
A su vez, el nutricionista destaca la importancia de una buena higiene de sueño, eficaz y reparadora con un descanso promedio de siete u ocho horas por noche. “Cuando el sueño es de calidad, se previene la fatiga del día siguiente”, dice Bragagnolo.
Otro consejo es llevar un registro diario de los alimentos que se consideran más propensos a inducir la somnolencia. Al reconocerlos, se los podrá evitar o reducir. Un dato curioso: “Si bien el té y el café son bebidas energizantes, cuando se las consume inmediatamente después de comer interfieren con la absorción de ciertos nutrientes como el calcio y el hierro”, revela Salva.