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El nuevo cuco

El Partido Uruguayo y Nuevo Orden Social son dos nuevos grupos políticos que se presentan a sí mismos como de derecha y lo reivindican. Quieren dejar de ser "el monstruo, como el comunismo".

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SEBASTIÁN CABRERA

Un enorme mural de José Gervasio Artigas es lo primero que se ve cuando uno entra a la sede del Partido Uruguayo, un partido nuevo que se define a sí mismo como de derecha y popular. Algo así como el Tea Party criollo, salvando las enormes diferencias. A unos metros de Artigas está la bandera del Partido Nacional y la del Partido Colorado. Pero el Partido Uruguayo no es blanco ni colorado.

Marcelo Fuentes, de 51 años, "fundador e ideólogo", va de un lado para el otro, se lo nota algo nervioso porque esta semana inaugura la sede. Y no quiere hablar. "No soy político ni un hombre de promesas, soy empresario", se ataja. No en vano, el lema del partido es "hechos y no palabras". En su perfil de Facebook, Fuentes puso que le gusta el sitio "En voz alta", que reclama la libertad de los militares presos ("prisioneros políticos") por delitos cometidos en la dictadura, desde José Gavazzo a Manuel Cordero.

Según publicó en agosto el semanario Búsqueda, Fuentes tiene ocho antecedentes penales entre 1988 y 2000 por estafa, falsificación de documentos y receptación; desde el propio partido confirmaron esa situación. Empresario del sector inmobiliario y financiero, él manda acá en la sede de Jackson y Guaná. Y es el único con despacho propio. Sobre su mesa hay una botella de Coca Light y un paquete de papas chips. Tras varios intentos, Fuentes accede a contar algo del partido. "Tengo los mismos intereses que todo el pueblo uruguayo", dice. "Estoy disconforme con el gobierno actual y disconforme con los líderes de los partidos tradicionales".

Y sigue. "No somos esa derecha como te hace ver la gente de izquierda: nazista, fascista", explica, serio. "Somos derecha porque pensamos más en la gente que en el Estado. La izquierda es materialista, nosotros somos más espiritualistas", explica. Pero el razonamiento no queda muy claro. Después muestra un folleto que dice "somos la derecha uruguaya, patriotas criollos, nacionalistas y artiguistas".

El Partido Uruguayo funciona en una casa que acaba de ser reciclada, con muebles recién estrenados. Tiene afiches, pegotines y hasta una empresa que se encarga de la comunicación. Hay dinero, se nota. Ellos dicen que todo funciona con las colaboraciones de los dirigentes y que "el que puede más, aporta más, y el que puede menos, aporta menos".

Su encargada de comunicación, Noelia Franco (quien es la jefa de prensa del senador Luis Alberto Lacalle y lo fue del frenteamplista Rodolfo Nin Novoa), controla la charla. El miércoles, Franco renunció a la cuenta del Partido Uruguayo.

TENDENCIA. "Che, ¿quiénes son estos del Partido Uruguayo?", pregunta curioso el ex consejero de Estado y ex legislador colorado Pablo Millor (primero en el pachequismo, luego con Cruzada 94). Millor cuenta que cuando camina por la calle cada vez se encuentra con más gente que le dice orgullosa "Pablito, somos de derecha". Cree que se trata de la "política del péndulo" y que esto sucede por el desgaste del Frente Amplio en el poder.

Algo de eso hay. En el Partido Nacional han creado el Nuevo Orden Social (NOS), un grupo que se define de "centro derecha" como antítesis del Frente Amplio. Sus dirigentes proponen servicio militar obligatorio para los "ni-ni" y que los militares combatan la delincuencia. Tanto el Partido Uruguayo (PU) como el NOS defienden los valores de la familia, el derecho de propiedad y la seguridad. Rechazan los beneficios de los parlamentarios. Pero, por sobre todo, tienen en común el reivindicar eso de ser de "derecha", algo a lo que le han escapado casi todos los legisladores blancos y colorados.

En una línea un poco más radical, hay movimientos en Internet como el sitio web Extrema Derecha Uruguaya, que esta semana reclamaba que muera "el mal gobierno marxista, terrorista y tupamaro". La vieja Juventud Uruguaya de Pie (JUP) tiene página en Facebook y algunos miembros de Tradición, Familia y Propiedad (TFP) se reciclaron en Tradición y Acción por un Uruguay Auténtico, Cristiano y Fuerte (ver recuadro).

DE PACHECO AL 26 DE MARZO. Fuentes llama a un grupo de muchachos y dice que ellos son los voceros del Partido Uruguayo. Así, unos minutos después y en una sala donde hay otro cuadro de Artigas, cinco dirigentes (el menor de 21 años, el mayor de 43), se sientan en torno a una mesa. Tienen orígenes políticos muy distintos. Uno fue pachequista, otro votó al 26 de Marzo en la última elección ("milité dos años en la izquierda radical", dice Santiago Pence), otros dos han votado a los blancos y el quinto siempre votó anulado. Pero todos se sienten de derecha.

"La izquierda ha construido que la derecha es horrible, que es el monstruo, el cuco", dice Romina Lettieri. "Ahora parece que es la derecha la que se lleva a los niños y no el comunismo... Por eso mucha gente tiene miedo a definirse de derecha". ¿Y qué es ser de derecha? "Identidad, arraigo, respeto, familia, valores", responde Nicolás Quintana, quien lleva una cruz por encima del buzo. "Pero somos la nueva derecha, nada que ver con Tradición, Familia y Propiedad", aclara enseguida.

Justo frente al Partido Uruguayo está la sede del Pit-Cnt. Cuando se instalaron hace unos meses, un sindicalista pasó por la puerta y preguntó si habían llegado "los gorilas". Pero ahora hay una convivencia pacífica, por lo visto.

Un rápido repaso por las consignas de los pegotines que reparte el PU muestra por dónde viene su ideario: "El gobierno no se entera pero… el laburo es mi Mides"; "Aunque el Estado sea narco, no consumo marihuana"; "No al aborto. El derecho a la vida, ¡no puede quedar corto!"; "Nos prometieron y es un derecho… seguridad ¿y dónde está?"; "Para que el Estado deje de robar… Hay que derogar el IRPF-IASS"; "200.000 pesos por mes gana un parlamentario y se queja de que la milanesa está demasiado dura. No más impunidad parlamentaria".

Proponen dejar solo cinco ministerios y que el sueldo de legislador sea de 40.000 pesos. "Y si no, que salgan a trabajar", grita Carlos González, un ex pachequista de barba perfectamente recortada, pelo engominado y tatuaje en una mano. Y golpea la mesa con el puño.

LÁGRIMAS. En el despacho 411 del Edificio Anexo, el diputado colorado Juan Ángel Vázquez, de 68 años, prepara las cartas de agradecimiento que enviará a las 17.000 personas que consiguió que firmaran para la baja en la edad de imputabilidad. Vázquez, que se inició en la pachequista Unión Colorada y Batllista, defiende posiciones similares a las que antes defendía Millor o Daniel García Pintos, aquel de la "Brigada Palo y Palo". Hace unos meses, cuando el Parlamento homenajeó a los ocho "mártires" del Partido Comunista, Vázquez dijo que "no eran angelitos" los militantes asesinados por las Fuerzas Armadas en 1972.

Hoy se arrepiente un poco de haber dicho eso. "A mí no me gusta que muera la gente, pero fue un combate", explica. De traje y con su poco pelo bien peinado, Vázquez lleva corbata de color rojo furioso. Entre los libros a la vista, está Secretos del Partido Comunista del Uruguay de Alvaro Alfonso. En el despacho hay cuadros de José Batlle y Ordóñez y de Fructuoso Rivera. También una foto de un acto en 1982 cuando se inauguró el monumento a Batlle frente al Palacio Legislativo. Él fue el único orador ese día. Muchos colorados pensaron que no correspondía hablar.

Vázquez es un ejemplo de alguien que no quiere ser identificado con la derecha. "Viniste a ver un hombre de derecha que terminó lagrimeando por Vivian Trías", dirá al final de una charla en la que, efectivamente, terminó con los ojos brillosos cuando recordó al dirigente socialista que en la década de 1950 fue profesor suyo de historia en el liceo de Las Piedras.

"A mí me tipifican ser de derecha, pero yo debo desmentirlo. Soy colorado, con raíces batllistas y hasta de centro izquierda", insiste. "Pero no de la izquierda marxista-leninista", agrega. Sin embargo, tiene un discurso que podría ser identificado con lo que se entiende como derecha. Hace unos días tuiteó que "el Pit-Cnt persiste en implantar un régimen castrista" y que los megaoperativos tienen que llevar perros "porque los delincuentes le temen más a un perro que a un disparo de arma de fuego". Tras la derrota de Uruguay con Bolivia, escribió: "Solo su ideología lo mantiene al técnico, otro ícono que se les cae". Ante la pregunta de qué piensa de la dictadura, Vázquez resopla y medita un poco. Habla de "un desborde militar" y que las Fuerzas Armadas "se excedieron" pero a causa de los atentados tupamaros.

Enrique Coquet, un jubilado bancario que fundó el grupo Nuevo Orden Social dentro del Partido Nacional, no tiene problema en decir que es de derecha ni "antizquierdista". Su grupo, el NOS, llevará como candidato al Senado al periodista y alcalde de Aguas Corrientes (Canelones) Alvaro Alfonso, y como candidato a intendente al ex director de Aduanas Víctor Lissidini. "Y tenemos un candidato a presidente que por ahora no vamos a nombrar. Es un empresario del fútbol muy conocido, ideológicamente anti izquierdista", dice Coquet, de 61 años.

Un documento del NOS dice que hoy "es mérito ser vago y vivir a costillas del que se levanta todos los días para trabajar". El grupo propone reimponer el orden en esta sociedad. Coquet lo explica así: "No queremos las medias tintas. Queremos ser claros y contundentes".

De hecho, hay unos 50 militares retirados planificando medidas de seguridad para el grupo. Coquet pone algunos ejemplos de qué es no andar con medias tintas. Dice que los adolescentes que no trabajan ni estudian tienen que hacer servicio militar obligatorio. Que hay que derogar "un montón de leyes pedorras", como "la ley del guerrillero" (se refiere a las reparaciones y pensiones para los ex presos políticos). Y que el Ejército debe encargarse de la seguridad en las ciudades, en las carreteras y en las fronteras. Algo que hasta hace poco nadie se animaba a decir.

LOS ÚLTIMOS RADICALES

En 2005 el grupo Juventud por el Resurgir Nacionalista (JRN) fue dado de baja por el Directorio del Partido Nacional debido a supuestos vínculos neonazis. Por aquellos días varios jóvenes neonazis había atacado a punks y algunos vincularon esa agresión a la JRN. Pero sus líderes lo negaron y, de hecho, eso jamás fue comprobado. Hoy la agrupación, que cuestionaba al liberalismo y al marxismo, no existe más.

DIVIDIDOS HACE 15 AÑOS

En qué anda la vieja TFP

¿Qué fue de Tradición, Familia y Propiedad (TFP)? A fines de la década 1990 tuvo una fuerte división en Brasil, tras la muerte de su fundador Plinio Corra de Oliveira, que repercutió en Uruguay. Algunos de sus miembros crearon Tradición y Acción por un Uruguay Auténtico Cristiano y Fuerte. Fernando Montabone, uno de sus referentes, dice que son unas decenas de militantes que intentan seguir la "gloriosa senda de la inmortal e indomable TFP uruguaya". Sus postulados son "el orden, la paz y la dignidad. Montabone llama a combatir "la ofensiva abortista y homosexual". Y acusa de haber "desertado" a quienes hoy integran Los Heraldos del Evangelio, una corriente que se abrió de la TFP y se integró a la Iglesia Católica, primero en Brasil y luego en todo el mundo. En Uruguay tienen un local en Punta Gorda y otro en Colón. Qué Pasa se comunicó con uno de las sedes y quien atendió confirmó que en Heraldos del Evangelio hay ex miembros de la TFP. Contó que en 2001 la organización fue reconocida por Juan Pablo II y que tiene sacerdotes propios. Pero después pidió un minuto, conversó con alguien y negó lo que había dicho: "No tenemos nada que ver con Tradición, Familia y Propiedad".

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