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Más metros cuadrados para oficinas funcionales y amigables

| Bienestar, ahorro energético y trabajo desde el hogar son los factores que llevan a cada vez más empresas a crear espacios de trabajo colectivos en detrimento de los individuales

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POR MARIANA GODAY | [email protected]

Las oficinas abiertas, el hot desking (escritorios compartidos), la proliferación de espacios de distensión y pasillos amplios para fomentar la interacción, son sólo algunos de los nuevos modos de estructurar el lugar y el tiempo de trabajo. Las empresas locales comienzan poco a poco a dejarse llevar por estas tendencias ya consolidadas en el mundo.

Las firmas del rubro tecnológico, que son relativamente nuevas y no arrastran estructuras antiguas, son las que lideran estos cambios. Sin embargo, las más tradicionales también comienzan a dar el salto.

Las transformaciones en el modo de estructurar el trabajo corporativo, no sólo en lo que refiere al bienestar de los empleados sino también al cuidado del medio ambiente, el ahorro energético y la seguridad, explican que entre 2009 y 2011 se hayan casi triplicado los metros cuadrados destinados a oficinas premium (clase A y A+). La tendencia seguirá acentúandose: para fines de 2012 Montevideo tendrá unos 297.000 metros cuadrados ocupados por oficinas A+, A y B, lo que implica un aumento de 24,7% respecto a fines de 2011, según un informe difundido por el Instituto Uruguay XXI.

ESPACIOS COMPARTIDOS

El desarrollo de la tecnología móvil hizo posible que el trabajo pueda realizarse en cualquier lugar. Esto revolucionó lo que hasta hace algunos años se entendía por oficina, explicó Víctor Feingold, fundador de Contract, empresa regional dedicada a la construcción y diseño de espacios de trabajo.

A su vez, que las grandes urbes se hayan vuelto lugares intransitables en las horas pico -Montevideo ya comenzó a sufrir las dificultades por el crecimiento del parque automotor- fomenta el trabajo en el hogar para «ahorrar tiempo». Por lo tanto, las oficinas se transformarán cada vez más en espacios de encuentro y dejarán de ser lugares donde los trabajadores pasen ocho horas.

El arquitecto Fernando Pereira, director de Sitio Arquitectura, coincidió con Feingold y sostuvo que cuanto más importante sea la calidad del trabajo y no el tiempo que se le destine, «pasar por una oficina será un tema de agenda o para coordinar con determinadas personas un trabajo».

El efecto se da en cadena. A medida que los trabajadores pasan menos tiempo en sus despachos, las empresas se ven obligadas a comenzar a pensar en una reestructura del lugar para aprovechar mejor los metros disponibles y administrar más efectivamente los recursos. Una de las tendencias que comienza a imponerse es el hot desking: el uso compartido del escritorio. El espacio no pertenece a determinado trabajador sino que debe ser funcional a quien lo necesite en el correr de la jornada.

La apuesta radica entonces en mejorar la productividad y la comunicación en los lugares de trabajo, explicó Guillaume Sainpy, director de Inversión en Villamide & Asociados. «Cuando el puesto es compartido genera una ganancia en el espacio real de la oficina», agregó. Esta tendencia deriva necesariamente en una pérdida del espacio individual a favor del colectivo, como salas de reuniones y de recreación, que comienzan a ser cada vez más específicos y adecuados a cada tipo de necesidad y circunstancia.

«Las empresas comienzan entonces a visualizar que con una o dos salas de reuniones no alcanza y que se necesita personalizarlas, que haya lugares acondicionados para encuentros informales, para reuniones de directorio, para encuentros extensos y otros para los de pocos minutos», señaló Faingold.

El Estudio Ferrere es un ejemplo de estas reestructuraciones. La firma decidió abandonar las oficinas en el World Trade Center (WTC) para mudarse el año próximo a un edificio a pocos metros de la Plaza Independencia.

Alex Malachowski, gerente de la empresa, explicó que contar con un edificio propio y nuevo les permitirá crear una estructura adaptada a su realidad. En la nueva sede contarán con más salas de reuniones y nuevos espacios recreativos para el disfrute de los funcionarios. También está prevista la creación de una sala de conferencias.

Pero no sólo las salas de reuniones se volvieron fundamentales, también hay una apuesta a fomentar la interacción casual en los puntos de trabajo. Es por eso que los nuevos edificios corporativos suelen contar con pasillos amplios donde sea cómodo detenerse a charlar, explicó Feingold.

A su vez, continuó el experto, el hecho de que las generaciones nuevas estén acostumbradas a un relacionamiento horizontal con sus pares, lleva a que los espacios de trabajo comiencen a organizarce en función de la utilidad y el bien colectivo y no de las jerarquías. Ya no corren oficinas de decenas de metros cuadrados para directivos que pasan pocas horas en sus despachos.

LA FACHADA IMPORTA

El director de Inversiones de Villamide & Asociados aseguró que la imagen del inmueble tiene mucho impacto e incide en gran medida en lo que quiere transmitir una empresa de sí misma. Es que no solamente se está dando una revolución en la estructura interna de las oficinas, sino que es cada vez más importante tener una sede moderna y visible, con luz natural y buena vista, que motive a los empleados a ir todos los días a trabajar.

Los edificios deben adaptarse a la evolución de la empresa. Cuando una firma se ve en la obligación de alquilar nuevos inmuebles, en la mayoría de los casos implica una separación de la operativa. De hecho este fue uno de los motivos que provocó la mudanza del Estudio Ferrere, que si bien tiene sus operaciones centralizadas en el World Trade Center, las oficinas están en torres distintas.

Se multiplican los barrios con oficinas premium

En Uruguay la construcción de oficinas premium comenzó en la década 1990 con la Torre de Antel y con la primera etapa del WTC. «Esos fueron los primeros edificios que nacieron con este estándar. Ahora la oferta es bastante mayor y se ha desplazado a otros barrios. En general se concentran en el Centro, Ciudad Vieja, Aguada, y algunos otros barrios empieza a haber movimientos como la Rambla Sur y en Carrasco, explicó el arquitecto Fernando Pereira.

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