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El negocio de transgénicos huye desde Europa hacia América

BASF es la última en desplazar la investigación por rechazo de consumidores y políticos

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Europa no es continente para transgénicos. El rechazo social y político en muchos países ha dejado a la Unión Europea (UE) muy atrasada en el terreno. Y el anuncio de que la multinacional alemana BASF trasladará a EE.UU. y a América del Sur la mayor parte de sus investigaciones sobre el tema es el último síntoma de la victoria de ecologistas y grupos de consumidores en esta dura pugna.

El gigante químico alemán BASF cierra sus tres laboratorios genéticos y traslada su sede central de biotecnología de Limburgerhof (Renania) a Raleigh (Carolina del Norte). Los productos modificados genéticamente "no encuentran suficiente aceptación en Europa" para justificar las inversiones, dijo la portavoz Julia Meder.

En 2004 la suiza Syngenta tomó una decisión similar. Como Monsanto, Dow y Dupont no mantienen centros de investigación en Europa, de las grandes firmas sólo Bayer mantiene centros en la UE.

Carel du Marchie Sarvaas, director de Biotecnología de Europa Bio, asociación empresarial del sector, consideró que la situación es desastrosa. "Hablamos de puestos de trabajo para doctorados, bien remunerados, y las empresas europeas se las llevan a EE.UU."

Las dificultades de implantación en Europa no se deben tanto a restricciones legales para la investigación y el cultivo como al rechazo del consumidor. Un eurobarómetro de 2010, con 16.000 encuestas constató un incremento de rechazo a los transgénicos: había subido del 57% de 2005 hasta el 61%.

Eso, pese a que en las casi dos décadas de uso de transgénicos hasta la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha avalado su seguridad. Entonces solo seis países cultivaban transgénicos: España, la República Checa, Portugal, Rumania, Polonia y Eslovaquia. En Europa había solo unas 100.000 hectáreas, comparadas con 134 millones en el mundo.

La situación es tal que Francia, Alemania, Hungría, Grecia, Austria, Luxemburgo y Bulgaria han prohibido el maíz cultivado en España. En EE.UU. y en los países en desarrollo, en cambio, hay mucho menos debate. Carlos Vicente, director de Biotecnología de Monsanto para España, afirmó que la situación europea no afectará al desarrollo mundial: "Países muy importantes en la producción de materias primas agrícolas, como Canadá, EE.UU., Brasil, Argentina, China o India, por ejemplo, siguen avanzando en el desarrollo de la biotecnología agrícola".

BASF logró en 2010 la licencia de cultivo de una papa transgénica. Está genéticamente modificada para que contenga más almidón de uso industrial que una normal. Eso generó una ola de protestas en Alemania. La empresa no vende directamente productos agrícolas, sino que colabora con empresas como Monsanto o Bayer. Con ellos desarrolla las semillas modificadas. El país de Madrid

"Es una pérdida" para la UE

El profesor de Investigación del CSIC Pere Puigdomènech opinó que la retirada de BASF "se puede ver como una victoria ecologista o como una pérdida para Europa, porque la biotecnología aplicada a la alimentación no se va a frenar. Brasil, por ejemplo, ha hecho una judía transgénica y EE.UU. debate ahora la aprobación de la alfalfa".

Puigdomenech destaca otro aspecto, que al perder la investigación, la UE también pierde el control: "Se importan millones de toneladas de grano transgénico pero no podremos controlar si lo producen otros y no tenemos la tecnología".

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