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Kanela, todo un pekador orgulloso

| Julio Sosa, leyenda viviente del candombe, se dice lujurioso, bocón y con las "valijas prontas". En vísperas de Llamadas, duerme solo cuatro horas al día. | Tronar de Tambores defiende el primer puesto logrado en el Carnaval 2010. Su director está en todos los detalles de los ensayos. "¡El candombe es guerra!"

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LEONEL GARCÍA

Soy tan pecador!" Julio Sosa sonríe y regala una mirada pícara. Su conjunto Tronar de Tambores se prepara para desfilar en las Llamadas este viernes y ensaya su espectáculo "Ciudad bacanal", un lugar "donde puede pasar de todo".

En la vida de Kanela, el nombre artístico que tapó al de la cédula, pasó de todo. Para alguien que no tenga ni idea del personaje (un esquimal o un extraterrestre, por ejemplo), este hombre canoso y semicalvo, sin vestuario, plumas ni maquillaje pasaría por un jubilado común y corriente, si no fuera por su locuacidad, por su hiperactividad y por un notorio busto. "Es original, eso viene de familia", asegura... Fue y es un transgresor, un luchador, un desbocado, y un mito viviente; un hombre polémico y admirado; homosexual sin complejos, último de los mohicanos de una época de grandes figuras del candombe y el bailarín más aclamado de las Llamadas.

Kanela será "tan pecador", pero, en todo caso, uno al que hay que recordarle cuáles son las faltas capitales.

Gula. "No me da por la gula. Soy de comer, pero trato de conservar ciertas cosas". Eso sí, a la hora de hablar de miedos, a lo único que reconoce tenerle terror es al hambre. "La sufrí mucho en mi niñez y hasta los 16 años. No quiero volver a pasarla ni que nadie la sufra. Por eso, con mis componentes, siempre estoy pendiente que ninguno esté pasándola mal".

Kanela nació en Illescas, Lavalleja, pero se crió en Nico Pérez, Florida, en una familia de 16 hermanos. A Montevideo llegó en 1948. Ya no dejaría el Cerrito de la Victoria.

"Sufrí hambre hasta que pude meter la mano en los baños de muchos hoteles. Tendí muchas camas y lavé muchos excusados. Luego entré a trabajar en la noche, siendo menor de edad, en los cabarets". En ese ambiente, antes de ser Kanela, se hacía llamar Tabú.

Pereza. "No soy un mono perezoso", dice tajante. Y estos días de locura en el club Barracas, el búnker de Tronar en el Reducto, lo confirman. Uno de los miembros de la corte del rey Kanela asegura que ha estado cosiendo desde las 6.30. Ya pasan las 21 horas y sigue al firme, practicando las ubicaciones para las Llamadas. Da las primeras indicaciones ante más de medio centenar de componentes; saluda y lo saludan; piropea y lo piropean; cambia opiniones con los técnicos (y la suya es "la" opinión); termo y mate en mano, observa el ensayo; a veces sonríe, a veces se pone serio, a veces no aguanta más.

"¡Están equivocados, ese paso es de samba! ¡Que bailen candombe! ¡El candombe es guerra! ¡No perdamos la costumbre!" Cesa el tamborileo. La comparsa lo escucha como en misa. "¡Muevan esos culos desgraciados que tienen!" Se sienta, pero por un rato. Se vuelve a parar y él mismo se pone a marcar el paso. Para adelante, para atrás, Kanela pide ganas, pide guerra. Tiene 77 años, duerme cuatro horas diarias, y aún es difícil seguirle el ritmo.

Avaricia. "Si fuera avaro, no tendría este conjunto, no gastaría un mango. Acá dejo todo. En este espectáculo ya se invirtieron más de 20 mil dólares".

Se sabe leyenda, pero a veces toma con pinzas su rótulo de mito del Carnaval. "A mí no me cabe esa historia de la gran figura. Si fuera así, no dependería de una pequeña pensión, no viviría pobre como vivo y en la lucha en que estoy".

Al Carnaval le dedica, estos días, al menos quince horas cada jornada. "Trabajo con todo el equipo humano, que son casi doscientas personas. Y además están las labores en casa, tengo que limpiar el baño, la cocina, meter las manos en el excusado (sí, Kanela no dice inodoro ni water), lavar los trapos, y no te olvides que tengo responsabilidades religiosas". Julio Sosa es Pae de Santos en la umbanda.

Ira. "Me da ira la injusticia, me da ira todo aquel que tiene un pedazo de pan y no lo comparte". Sin embargo, desliza otras cosas que alimentan su bronca: la falta de reconocimiento y la discriminación.

Kanela siempre evoca a Carlos Albín, "Pirulo", y a Gloria Pérez Bravo, la "Negra Johnson", viejos compañeros de andanzas, viejas glorias del Carnaval. El primero, aquel que cambió la forma de bailar candombe, murió en sus brazos. A la segunda, Sosa le dio albergue los últimos años de su vida. "Tenemos un pueblo que no reconoce a sus figuras. A mí en cualquier momento el Flaco (así llama a "Nuestro Señor Jesucristo") me llama. ¡Yo ya estoy con las valijas prontas! Y me preocupan los que quedan, que les den un reconocimiento, no solo artístico sino económico. Que haya un resarcimiento a los grandes músicos y técnicos que hay en esta categoría".

Kanela apela a palabras como la ya desusada "maricón" o la imperecedera "puto". El término "gay" no forma parte de su vocabulario. La discriminación por su homosexualidad fue una constante en su vida, agravada en sus años adolescentes en Nico Pérez, y que persiste, disimulada, aún hoy.

"La discriminación la siento hasta hoy, aunque solapadamente. Siempre está. Te ven con unos lentes culo de botella y te discriminan, `andá, tuerto`. Te critican y eso es discriminación, criticar lo mínimo de una persona, si es gordo, si es chueco, si la tiene chica o grande. El peor momento fue en mi pueblo. Yo era un niño de trece años, pasaba por todos lados y me decían `¡Puto!` (marca bien la "p"), `¡Guacho puto!`, y todo tipo de cosas. Pero después... en horas en que se podía... todo el mundo trataba de disfrutar de mis encantos".

Entre esas historias de discriminaciones diurnas y acercamientos nocturnos, Kanela señala a padres de familia, "grandes señores", e incluso sacerdotes. "Yo tuve amores con tres curas". La Iglesia Católica -"se pasa discriminando a diestra y siniestra, y hoy está pagando millones de dólares por la corrupción a menores"- y los cultos al estilo Pare de Sufrir -"otra rama, poderosamente rica, que compra locales, ofrece jabones, quita los males, hace exorcismos, toda esa fantochada"- también son blanco de sus diatribas. "En nombre del pobre Flaco se hacen muchísimas infamias".

Pese a todo, se define como un creyente que goza de una relación íntima con "el Flaco". "Todas las mañanas, cuando me levanto, apoyo la primera patita y digo: `Gracias Flaco porque me dejás vivir un día más`".

Lujuria. "¡Me encanta la lujuria! Soy muy pasional". Kanela abre desmesuradamente los ojos. Un Kanela al 100%. Este es el único de los pecados capitales que "confiesa" abiertamente, aunque sin arrepentirse en absoluto.

Y no habla de amor. "Hay que tener cuidado con esa palabra. Todos los días uno está con `me enamoré de este maricón`, `de este tapado`, ¡yo veo un calzoncillo largo y me enamoro, sobre todo si es de punto largo! Puede estar la pasión, el convivir bien, el compañerismo... pero cuidado. El amor es algo muy importante, sublime y hermoso que tiene que llegar. Pero yo aún no he estado enamorado. Hoy estoy en pareja, pero hago lo necesario".

Envidia. "No existe para mí, pero sé que me la tienen. ¿Quiénes? ¡Todo aquel que no puede ser tan puto como yo!" Kanela aún hoy dice sentir "la insolencia de los insolentes", o, sin más vueltas, "de los reverendos maricones tapados".

De nuevo, la comparsa se reúne en ronda. Habla "el comandante en jefe" y no se oye el vuelo de una mosca. "En las Llamadas, ustedes tienen que divertirse, mariconear, sacar lo que tienen adentro. Ese día todos quieren sentirse algo más, ser más rey, ser más reina, ser más pichi, ¡ser más puto!" El grupo ríe y aplaude.

¿Y qué más quiere sentirse Julio Sosa? "Más original, más Kanela. Más yo. Un hombre que tiene ganas de liberarse, ya liberado de todo prejuicio".

Soberbia. "Yo no soy soberbio. Sí soy orgulloso. Orgulloso de lo que hago, de lo que soy, por mí mismo. Yo no discrimino".

Kanela se define hoy como un "obrero" de su comparsa y le asiste la razón. Llega un nuevo vestuario y el tema lo desvela más que a ningún otro. Meta y meta coser, meta y meta estar en los detalles. Pero a no engañarse, es obrero y mandamás. Y no duda en frenar un ensayo cuando algo le disgusta: "Una culona por acá, otro maricón mariconeando por allá, otra gorda por acá, ¡¡¡no!!! ¡Yo quiero algo profesional, ordenado!" Y todo el mundo a acatar.

La delgada línea que separa el orgullo de la soberbia es muy difícil de definir. Kanela no oculta sentirse rico en el cariño popular y lo resalta. "Siento el amor de la gente, el clamor de la gente, la veneración de la gente. Lo siento, me da vida y me da fuerza".

Se enorgullece de haber luchado, y ganado, el combate hacia una mayor profesionalización de las comparsas, dotándolas de un mayor sentido del espectáculo. Lo dice él, que en sus inicios debió dirigir -como se indica en el libro Kanela, sin plumas, sin censura, de José Cozzo y Fernando Tetes- conjuntos "entre fiolos y mujeres del bajo". Amanerado hasta el paroxismo, supo ser un tigre para sobrevivir en un ambiente de tajo y puñalada cuando la ocasión lo ameritó.

Su orgullo le impide olvidar que Tronar de Tambores defiende el título de mejor comparsa del Concurso de Carnaval 2010, triunfo que, asegura, fue "esperado por el pueblo". Aunque varias veces elegido como figura máxima de la categoría por voto popular, el jurado pocas veces opinó lo mismo respecto de sus conjuntos. Su anterior primer premio había sido con Kanela y su Barakutanga, su mítica comparsa, en el ya lejano 1997. Y el bailarín lo resalta.

"Ese último primer premio fue el más disfrutable. ¡El pueblo esperó 13 años para que me dejaran ganar! Y digo `me dejaran ganar` porque siempre surgía alguna cosita... ¿será porque soy muy bocón y digo la verdad?"

El dato

Un prontuario carnavalero que cumple 62 años

Julio Sosa Peña nació el 5 de septiembre de 1933. Participó por primera vez en el Carnaval en 1949. La lista de conjuntos en que figuró incluye Mayarí Bembé, luego Revista Negra, Fantasía Negra, Palán Palán, Acuarelas del Candombe, Piel Morena junto con Rosa Luna, Kanela 75, Kanela y su Barakutanga (el conjunto más asociado a su figura, que compitió desde 1977 hasta 2001 y con el que ganó cuatro primeros premios: 1987, 1992, 1996 y 1997) y Tronar de Tambores. Con esta última comparsa arrasó en el último Concurso Oficial de Carnaval en la categoría Sociedad de Negros y Lubolos: primer premio, siete menciones del jurado y una del voto popular (al propio Kanela, como mejor Figura de Lubolos). También recibió distinciones internacionales. De acuerdo con el libro Si te digo Carnaval, de Fernando Tetes, en 25 oportunidades fue elegido "mejor bailarín" gracias a su actuación en el Teatro de Verano.

"M`hijo, mire que su yegua corre, ¿eh?"

"A mí siempre me preguntan `qué se siente ser el último de las viejas figuras del candombe` y yo siempre digo... una vez me preguntaron `¿qué se siente ser maricón?` y yo respondí: `hacete clavar y velo`". Aún así, Kanela no pone reparos para recordar viejos compañeros de ruta. ¿La Negra Johnson? "Creo que fue la dama más importante que tuvo el Carnaval. Fue la señora Negra Johnson". ¿Martha Gularte o Rosa Luna? "Las dos... más Martha. Ella fue una diosa, fue poetisa, fue cabaret, fue la mujer de la noche, la que impuso a la vedette. Rosa fue la muchacha de la calle, de las Llamadas". Pero una mujer guarda especial lugar en sus memorias: su madre, Rosa Peña. "Siempre fue mi gran apoyo; ella me decía: `m`hijo, mire que su yegua corre, ¿eh?` Mis hermanos fueron un amor. Y mi padre... creo que si hubiera vivido unos años más me colgaba de la cumbrera del rancho".

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