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Transitar el tiempo

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EN OCASIONES ocurre que la primera aproximación de un artista a una disciplina o a su futura herramienta de trabajo se produce de una manera accidental, y termina por convertirse en anécdota. En el caso de Cristina García Rodero su timidez fue la que tiró los dados y el azar hizo su parte. Como le daba tanta vergüenza vender las rifas para un viaje de fin de curso en el liceo, se las guardó todas y en el sorteo le tocó su primera cámara de fotos.

Quizás esa timidez le hizo también desarrollar el poder de pasar inadvertida; y le permitió colocarse, ella y su cámara, dentro de círculos rituales o celebraciones inaccesibles para los ajenos a esas culturas. Alberto García-Alix recordaba este "poder" de la fotógrafa en un reportaje de El País de Madrid en 2009: "Una vez me la encontré en un festival de cine erótico (...). Yo llevaba un rato haciendo fotos y, de repente, vi que a mi lado estaba ella, colocada en el mejor ángulo posible, disparando sin parar. Llevaba horas allí, ¡y no la había visto! Cristina tiene esa capacidad. Cuando trabaja se vuelve invisible".

DUALIDAD.

Dedicada al reportaje, pero desde una perspectiva muy personal, Cristina García Rodero (Ciudad Real, 1949) es una antropóloga fotográfica que se ha dedicado a registrar los cultos y tradiciones suspendidas en el tiempo. Aunque su punto de partida estuviera en la "España oculta" (título de uno de sus libros), la fotógrafa ha viajado en busca de la figura mítica del folklore venezolano, María Lionza, la diosa de los ojos de agua; las atmósferas que crean los pigmentos de colores suspendidos en el festival de la primavera Holi, en India; el vudú de Haití o la postguerra kosovar, entre otros.

García Rodero es una fotógrafa muy exigente: se obliga a seleccionar 10 de cada 1000 imágenes, casi siempre viaja sola y no tiene ayudantes. Esa independencia, no solo práctica sino también ideológica, es lo que le ha permitido aceptar el encargo del rey Juan Carlos haciendo oídos sordos a las críticas de sus compañeros de profesión. García Rodero ha sido la fotógrafa seleccionada para realizar el reportaje oficial a los príncipes y sus hijas con motivo del 40 cumpleaños de la princesa Letizia. Fotógrafa del pueblo metida a retratista de corte.

Desde 2009 García Rodero es miembro de pleno derecho de la agencia Magnum. Un arduo camino que le llevó más de cuatro años recorrer; tiempo que la cooperativa fotográfica tardó en evaluar su portfolio audiovisual "Hombres, dioses, espíritus". "Entre el cielo y la tierra" es otro de sus más representativos trabajos, que incluye imágenes de los viajes mencionados anteriormente, pero también del Festival Burning Man en Nevada (EE.UU.), de un hospital psiquiátrico en Georgia o de campos de refugiados en Macedonia. "Entre el cielo y la tierra" es, en general, un compendio del trabajo que lleva haciendo durante toda su carrera: buscar aquello que está entre un punto y el otro, o que quizás está en ese punto y también en el otro al mismo tiempo; lo blanco y lo negro, la herejía y lo sagrado, la dualidad.

En sus fotografías, muchos de los protagonistas parecen estar -o están verdaderamente- en trance. Sus bocas se deforman y los ojos se abren desproporcionadamente. Algunos bailan, otros saltan, o simplemente miran con acusación a través de la imagen. La intensidad de las miradas que capta la artista es, en ocasiones, el único elemento que se aferra con fuerza a la realidad; ya que el entorno o los atributos que los sujetos portan -como por ejemplo bustos de cera sobre las cabezas de los asistentes a una procesión- generan un sentimiento de incredulidad o teatralidad en el espectador.

TRANSTEMPO.

El libro Transtempo recorre las tradiciones gallegas que, como en su título, han atravesado ya el tiempo para situarse en un espacio indeterminado. Tomando el verbo transitar en su definición de "pasar de un punto a otro por vías o parajes públicos", este adquiere un mayor sentido en relación con la fotografía de García Rodero; quien recoge el folklore de la calle, ese que es gratuito y se desarrolla en el ámbito de lo estrictamente público.

En una de las fotografías de Transtempo (El alma dormida) una niña vestida de blanco está congelada en el aire, con brazos y piernas abiertas, delante de un cementerio. El escenario y la calma de la niña hacen parecer que, en lugar de estar saltando, ella está simplemente ahí, flotando, iluminada por una luz diferente a la que rige la escena. En otra imagen, un grupo de personas transporta un ataúd sin tapa. Las expresiones de la comitiva no son de pesadumbre o de duelo porque dentro del ataúd una señora de mediana edad se abanica.

Al mirar estas imágenes, todas en blanco y negro, el observador se imagina un tiempo remoto, pasado -como ocurre con muchos de los reportajes de García Rodero-; y sin embargo, al comprobar la fecha de toma, se sorprende al comprobar que algunas datan de la década del 90. El extrañamiento se debe a lo primitivo de las costumbres, que se imaginan ya enterradas en esta época, así como a la confusa mezcla de compasión y humor que provocan. Miguel von Hafe -co-comisario de la muestra y del libro homónimo "Transtempo", y director del Centro Gallego de Arte Contemporáneo- lo relaciona con el entramado en el que García Rodero desarrolla su actividad, los contextos límites: "La devoción religiosa va de la mano de un número considerable de estas imágenes. En ella se sedimentan gestos, rituales y miradas que tocan la alegría extrema y el más profundo dolor".

Además, von Hafe destaca el matriarcado en un contexto eminentemente rural, con gran número de mujeres y niños en sus imágenes, y cita a Dorothea Lange en relación a la obra de García Rodero Maternidad, Riofrío (1987): "Ya nos decía Dorothea Lange que la máquina fotográfica es un instrumento que enseña a las personas a ver sin la cámara. Cristina García Rodero lo sabe. Sabe que sus fotografías nos obligan a ir más allá de esa mirada circunstancial".

TRANSTEMPO, de Cristina García Rodero. La Fábrica/Xunta de Galicia, 2010. Madrid, 256 págs. Distribuye Océano.

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