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Cuatro fábulas fantásticas

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Los Dos Poetas

DOS POETAS peleaban por la Manzana de la Discordia y el Hueso de la Disputa, pues tenían mucha hambre.

-Hijos míos -dijo Apolo-, repartiré los premios entre los dos. Tú -le dijo al Primer Poeta- sobresales en Arte: toma la Manzana. Y tú -le dijo al Segundo Poeta- en Imaginación: toma el Hueso.

-¡Al Arte el mejor premio! -dijo el Primer Poeta, con voz triunfal, y al intentar devorar su premio se rompió todos los dientes. La Manzana era una obra de Arte.

-Eso demuestra el desprecio de nuestro Amo por el mero Arte -dijo el Segundo Poeta, sonriendo.

Entonces intentó roer su Hueso, pero los dientes lo atravesaron sin encontrar resistencia. Era un Hueso Imaginario.

* * * *

La Viuda devota

UNA VIUDA que lloraba ante la tumba de su esposo fue abordada por un Atractivo Caballero que, de la manera más respetuosa, le aseguró que, durante mucho tiempo, había abrigado hacia ella los más tiernos sentimientos.

-¡Miserable! -exclamó la Viuda-. ¡Aléjese de mí! ¿Le parece un momento propicio para hablarme de amor?

-Le aseguro, señora, que no era mi intención revelarle mis afectos -explicó el Atractivo Caballero-, pero la fuerza de su belleza ha vencido mi discreción.

-Tendría que verme cuando no lloro -dijo la Viuda.

El Ladrón arrepentido

UN NIÑO a quien la Madre había enseñado a robar, al hacerse hombre se convirtió en funcionario público. Un día lo sorprendieron con las manos en la masa y lo condenaron a muerte.

Cuando iba hacia el cadalso pasó por delante de la Madre y le dijo:

-¡Mira lo que has hecho! Si no me hubieras enseñado a robar no estaría ahora metido en esto

-¡Tienes razón! -dijo la Madre-. Pero, dime, ¿quién te enseñó a que te descubrieran?

* * * *

El Principio Moral y el Interés Material

UN PRINCIPIO MORAL se encontró con un Interés Material en un puente tan estrecho que sólo permitía el paso de uno de los dos.

-¡Al suelo, cosa vil! -tronó el Principio Moral-. ¡Te pasaré por encima!

El Interés Material se limitó a mirar al otro a los ojos sin hablar.

-Ah -dijo el Principio Moral, vacilante-, sorteemos quién se aparta y quién pasa primero.

El Interés Material mantuvo el cerrado silencio y la firme mirada.

-Para evitar un conflicto -prosiguió el Principio Moral, un poco incómodo-, me tiraré al suelo y tú me pasarás por encima.

Entonces el Interés Material encontró una voz, que por extraña coincidencia era la suya.

-Como alfombra no eres gran cosa -dijo-. Soy un poco exigente con lo que piso. Prefiero que te tires al agua.

Eso ocurrió.

El autor

AMBROSE BIERCE nació en Ohio (Estados Unidos) en 1842, y se supone que murió en México durante la Revolución, en algún momento de 1914. Combatió en la Guerra Civil, sobre la cual escribió cuentos memorables. Son célebres sus Cuentos de soldados y su Diccionario del diablo. Algunas de sus 99 fábulas fantásticas (Libros del zorro rojo) se incluyen aquí, en traducción de Marcial Souto.

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