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Poemas

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Álvaro Figueredo

Celebración de la Niña

A Silvia

Entonces apartadla

no es todavía el mundo

su distraído cuerpo

y tú qué le darías

mejor es respirarla

tan sin olor mejor es sostenerla

medirla

ves ahora

la catedral tan alta y ella apenas

la niña va a crecer

mirando todo

entonces apartadla

ésta que oscuramente va creciendo

o ya menguando

o dando

a luz su propia sombra

la breve niña ahora dirigiéndome

textualmente explicándome la harina

como quien como quien

camina sobre el borde

estoy tan blanco

y tan crüel porque también así

no puedo verla cuando

ella promueve el mundo a su alto sitio.

Desnudo

La azul la benemérita

de su cauce de alondras o de espuma

naciendo sin cesar

latiendo marmolísima

allí donde el ombligo

mediterráneo se impone

su majestad y lanza

a la mejilla al pie círculos de oro

avanza Sirio entre ambos senos que

imparten dudas órdenes al viento

dormida está la azul apacentando

la lentitud del eco entre sus muslos

ahora que abro la siesta para verla

horizontal estricta gobernando

los enjambres las fraguas los viñedos

la embelesada flauta los glaciares

azulazul los gallos

de las veletas cuando

su noble vientre aísla

el curso del océano

dormida está la joven cazadora

y un abedul germina en su rodilla

(de Mundo a la vez)

Oh necesaria y última

Oh cuánta habitación oh cuánta casa

y tempestad

la muerte no me gusta

la lluvia sí las frutas la pintura

lamiendo las paredes

no me gusta

esa puerta tampoco ni su sala

ni el comedor la copa la sopera

esa alcoba sus muslos

no me gusta

oh necesaria y última

ni el enlutado patio donde reina

el temible laurel

ni el encantado

muro y usted

o más allá tampoco

aunque después quién sabe

será posible pero no

no puedo

ah pero no temblando no me gusta

por esta cruz con miedo

oh cuánta

casa y este relámpago que escribo

Teoría del suicida

Dadle un teatro una tribuna un pórtico

dadle un balcón de gala

dadle su frac su cátedra amarilla

quiere morir al alba

o a la hora del té

dictando su discurso

con su chaleco blanco

dadle un bastón un arpa una azucena

un espejo una góndola

devolvedle los yo que le usurparon

yo en el tranvía yo bajo los árboles

yo danzando es decir él y la luna

su yo su yo sus guantes de gamuza

el actor va a cesar está vacío

su guardarropa nadie

le llama Juan nombradle

el bienaventurado el almirante

de sus yo que es él

quien rema besa canta se extasía

ante el atrio el templo

quiere ocultar sus yo bajo una losa

blanca a la izquierda en el jardín lo avistan

le denuncian el yo desguarnecido

y él trepa al campanario y se despeña.

Álvaro Nupcial

Junto en mi voz un Álvaro y lo alejo

—hacha de miel— a darme el dulce gajo

donde pende el poema en que trabajo

mi eternidad con dócil entrecejo.

Junto en mi voz un Álvaro y lo dejo

—hija de miel— rodar, Álvaro abajo,

hasta la flor de Amalia en que agasajo

mi eternidad con amoroso espejo.

Si más poema que Álvaro, me encojo.

Si más Amalia que Álvaro, le elijo.

Junto en mi voz un Álvaro y lo empujo

hasta el celeste niño en que me alojo,

y vuelvo a halar al término del hijo

mi eternidad con inocente lujo.

(de Poesía)

ÁLVARO FIGUEREDO NACIÓ en 1882 y murió en 1962. Desarrolló su actividad cultural y de poeta en su ciudad, Pan de Azúcar. Fue maestro y promotor de actividades culturales. Publicó Estampas de nuestra tierra, Desvío de la estrella, Mundo a la vez y póstumamente Poesía y ABC del gallito verde. Para más datos ver la nota que se incluye en este número.

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