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Crece el consumo de LSD, metanfetaminas y éxtasis

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Las drogas de diseño son consumidas por la clase media y alta de manera ocasional y recreativa.

Un paciente llega inconsciente a la puerta de emergencia de un centro asistencial. Hace minutos tuvo un infarto. En ese estado permanece durante 48 horas. Cuando reacciona, reconoce que había consumido éxtasis.

Los médicos alertan a la Junta Nacional de Drogas que le pide al paciente la sustancia consumida para analizar. No era éxtasis, sino una mezcla de distintos alucinógenos.

Las llamadas drogas de diseño, que supieron ser patrimonio exclusivo de la psicodelia primermundista, se extienden en Uruguay y la Junta Nacional de Drogas avanza en un sistema de alerta temprana en coordinación con los centros de salud. La idea es poder brindar una atención adecuada y acceder a la sustancia consumida para identificar las nuevas drogas que hay en el país y así evitar otras posibles sobredosis.

"Hay mucha adulteración en este tipo de sustancias", explica a El País el responsable del Observatorio Uruguayo de Drogas, Héctor Suárez.

Según la sexta Encuesta Nacional sobre Consumo de Drogas en Hogares, realizada durante 2014, el 3,1% de los uruguayos (unas 93.000 personas) declara que consumió alucinógenos alguna vez en su vida y el 2% (unas 60.000 personas) ha experimentado con estimulantes de tipo anfetamínico (éxtasis, anfetaminas, metanfetaminas). De ellas, unas 7.000 habían ingerido éxtasis en el último año.

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Otras sustancias (inhalantes, crack, ketamina, heroína) tienen un uso más marginal, no alcanzando en ningún caso al 1% de la población.

El consumo de las drogas de diseño ha aumentado en los últimos años en el país y, según explicó Suárez, continuará creciendo. Uruguay está dentro de los países de la región con mayor consumo junto a Argentina y Chile, aunque Colombia es el líder por lejos.

"Hay que apuntar la mirada a la vigilancia. El principal riesgo es que no sabemos qué tienen, entonces son drogas potencialmente peligrosas por la elaboración clandestina y las adulteraciones", explicó Suárez, aunque aclara que las personas que tuvieron problemas graves de salud fue porque estaba consumiendo una sustancia distinta a la que creían y la dosis no era la correcta.

Las drogas de diseño son consumidas en Uruguay por la clase media y alta, su uso es recreativo y ocasional y rara vez se da en solitario. El promedio de edad de quienes las eligen es de 21 años (en la marihuana, por ejemplo, es de 19) y son generalmente policonsumidores, es decir, ingieren o han ingerido otras sustancias: el 80% marihuana y el 60% cocaína.

El profesor de la Facultad de Química y responsable de la Unidad de Medio Ambiente, Drogas y Doping (Umadd), Eleuterio Umpiérrez, explicó a El País que no generan dependencia y que el mayor riesgo está asociado a una sobredosis.

El profesional, que estudia las sustancias para la Junta Nacional de Drogas, dijo que encontró en Uruguay éxtasis, d25I-NBOME (una droga psicodélica y derivada de la feniletilamina sustituida psicodélica 2C-I), éxtasis con cafeína, con ácido, dietilamida de ácido lisérgico (LSD), además de otras sustancias también alucinógenas que se venden en el mercado, como LSD.

"Muchas veces los consumidores no saben que pueden tener efectos adversos o la dosis no ser la adecuada. El d25I tiene un rango de dosis muy pequeño, y poco más ya es sobredosis", explicó.

La Junta Nacional de Drogas desconoce si las drogas de diseño vienen del exterior o son fabricadas en el país, aunque la principal sospecha es que llegan desde Argentina.

En su último informe anual la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE, dependiente de las Naciones Unidas) puso al vecino país al tope de la lista de países de América del Sur en decomiso de LSD.

"Es muy difícil controlar ese tipo de sustancias. Se pueden comprar por Internet, elaborar, adulterar. Siempre la carrera se corre de atrás", explica Suárez.

Cuando una sustancia aparece no es ilegal hasta que las autoridades de cada país conocen de su existencia, estudian sus riesgos y toman medidas.

Cocaína.

Tres de cada 10 pacientes con politraumatismos que llegan al Hospital Maciel, ya sea por un accidente de tránsito, golpizas, heridas de bala o de arma blanca, o intento de suicidio, tienen en su cuerpo restos de cocaína. Así lo señala un estudio del Centro de Tratamiento Intensivo del prestador público de salud.

Durante el estudio se analizaron 344 pacientes que ingresaron al CTI del Maciel —en total se internan unos 1.000 al año. De estos, 42 fueron excluidos por fallecer en las primeras 24 horas o por ser "traumatizados evolucionados procedentes de otros centros o servicios del hospital". De los restantes 302 pacientes: 210 (69,5%) ingresaron por accidentes de tránsito, 29 (9,65) heridos de armas de fuego, 12 (4,0%) heridos de arma blanca, 16 (5,3%) precipitados, 21 (7,0%) agredidos con objeto contuso, 10 (3,3%) caídas de su altura y 4 (1,3% ahorcamientos. De los heridos por accidente de tránsito solo 22,7% tenían los implementos de seguridad y la gran mayoría, 123 (58,6%), eran conductores de motocicleta.

En cuanto al screaning toxicológico, de los 302 pacientes analizados, se detectó que 82 (27,2%) consumieron cocaína.

El jefe del CTI del Maciel, Marcelo Barbato, uno de los autores del estudio, sostuvo a El País que "es indiferenciable las trazas de cocaína pura, las de pasta base de cocaína, crack, o paco". Tampoco se tiene claro si el consumo se dio el mismo día del accidente o en algún momento en las últimas dos semanas, ya que las trazas de cocaína permanecen en el organismo de 5 a 15 días. "En nuestra población asistida, por datos obtenidos verbalmente, predomina el consumo de pasta base", precisó de todas formas Barbato.

De los pacientes que ingresaron politraumatizados, el 55,7% de los que participaron en un evento que terminó en una agresión, habían consumido cocaína. Lo mismo con el 36,4% que llegaron al centro de salud luego de un intento de suicidio y el 19,1% de los que resultaron heridos en accidentes de tránsito.

El estudio también analiza el perfil demográfico de los pacientes politraumatizados en los que se hallaron trazas de cocaína. Se trata de personas de 30 a 37 años, la mayoría de sexo masculino y montevideanos.

El 24,5% de los pacientes habían consumido alcohol, según se pudo saber a través de un autorreporte y testimonios de familiares. El 37,7% había consumido tabaco, 7,3% marihuana y 3,3% psicofármacos.

El Maciel, dijo Barbato, ahora quiere estudiar el consumo de drogas de diseño en pacientes politraumatizados. Necesitan US$ 14.000 para hacerlo. Las autoridades sanitarias aún no habilitaron los fondos.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Las drogas de diseño son consumidas por la clase media y alta de manera ocasional y recreativa.

VEA LA INFOGRAFÍAC. TAPIA / V. RUGGIERO

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