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Campaña de shock contra los dueños de mascotas infractores

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La campaña de shock de inspectores se dio ayer en la Plaza Seregni. Foto. F. Flores
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Quince parejas compuestas por dos inspectores cada una participan este fin de semana de las últimas jornadas para concientizar a la gente sobre la tenencia de perros, en espacios públicos de los municipios B y CH.

Hasta ahora se trata de una campaña de advertencia que precede a la de fiscalización y establecimiento de multas que van de $ 1.661 a $ 4.153, según la falta. Por ejemplo: llevar al animal de compañía sin correa y bozal, no recoger las heces que deje en veredas o parques, o ingresar con él a sitios dedicados a juegos para niños.

No a todos los inspectores les llegó en el día de ayer la folletería que vienen entregando, aunque sí portaban bolsas de nylon blancas.

"Yo traigo a mi labrador todos los días acá y tiene que correr un poco, tiene derecho ¿no? Lo traigo desde que se inauguró esto, que está muy bien, hace como cinco años, y nunca tuve un problema. Ahora, bueno... capaz que nos atamos los dos de un arbolito a tomar sol", dijo a El País entre risas un hombre entrecano, alto, un poco encorvado, que enseguida silbó a su labrador y junto a él cruzó al otro lado de la Plaza Seregni.

Los inspectores, caminando en calma, se acercaron a una señora que paseaba a dos perros de porte mediano, un beagle y un cocker dorado.

Se presentaron, le dijeron que era ejemplar que los llevara con correas pero que no olvidara los bozales.

—¿Bozales? Si son chicos, muy mansos... —replicó la mujer, con buen tono.

—Sí, igual tienen que llevar bozal —apuntó con amabilidad la inspectora.

—¿Y si fuera una caniche?

—También, es lo que dice la norma, no hay discriminaciones, ninguna. Y no se olvide tampoco de la bolsa para la materia; hoy mi compañero le dará una—dijo la inspectora.

—No, bolsa tengo, mire—afirmó la mujer, a la vez que abría un hueso de plástico sujeto al collar de uno de los perros. Era un moderno dispensador de bolsitas perfumadas.

Con el mate en una mano y el termo bajo el brazo, de pronto un hombre se acercó a los inspectores y les preguntó cómo iban a multar, si pedirían cédula o seguirían al paseador del perro hasta su casa.

Los inspectores están en campaña de difusión pero no al tanto de ese asunto. Tampoco pueden hablar con periodistas sin autorización de sus superiores, en este caso del prosecretario de la Intendencia, Christian Di Candia, que entre muchos más servicios tiene a su cargo la Inspección General.

Multas.

La pena más leve, de 2 UR ($ 1.661), se estipula para las personas que no recojan las heces de sus perros. Por llevar al animal en la vía pública sin collar, o para quienes adiestren sus animales en plazas, parques, playas y cualquier otro lugar de uso público no habilitado a tales efectos, la multa asciende a 3 UR ($2.492). Quien ingrese con su perro a lugares reservados para juegos infantiles en parques podrá ser sancionado con 3 a 5 UR ( $ 4.153)

En 1997 la Intendencia de Montevideo estableció una reglamentación para quienes se pasearan con sus perros por veredas, plazas, playas o parques pero no incluía la cantidad y variedad de sanciones que aparecieron en una resolución de 2004. Por aquella época solo se sancionaba a los dueños de vehículos que dejaban a sus perros saltar a los parques, pero no por este motivo sino por estacionar en zonas verdes o explanadas de espacios públicos.

La última norma.

A fines de 2004 la Junta Departamental aprobó una nueva normativa que estableció multas a las personas responsables de un animal que lo saquen a la calle sin collar, correa o bozal, y que lo ingresen a espacios reservados para juegos infantiles en parques y paseos públicos.

Además se prevé sanción monetaria a quienes adiestren animales en parques, playas y plazas que no estén habilitados para la tarea, y al paseador del animal que no recoja las heces que los canes depongan. Por entonces ya se efectuaron campañas informativas y se realizaron inspecciones aunque no fue sencillo implementar e imponer las medidas.

Una cosa es multar a un vecino que deja escombros en la puerta de su casa y otra a alguien que no levanta la materia fecal de su perro en un espacio comunitario.

Los jerarcas municipales indicaban que el inspector podía pedir identificación y domicilio a quien paseara al perro. Y si éste se negaba, el siguiente paso era solicitar apoyo policial. Más allá de alguna arremetida temporal, la Intendencia de Montevideo nunca mantuvo un programa de controles sostenible para el cumplimiento de la legislación que promulgó.

La Comisión Nacional de Zoonosis estima que en Montevideo hay cerca de 600 mil perros, y 9 de cada 10 de los que habitualmente están en la calle, tienen dueño. De los barrios Centro, Ciudad Vieja, Cordón, Pocitos, Punta Carretas y Buceo procede la mayor cantidad de denuncias a los centros comunales por excrementos en calles, veredas, plazas y parques.

SABER MÁS

PLANES EN EUROPA


Aplicación para limpiar las veredas

En ciudades de Japón como Izumisano, en la prefectura de Osaka, las multas no ayudaron a resolver el problema de los excrementos caninos. Están a la vanguardia y crearon una aplicación para smartphones. El residente o cualquier ciudadano fotografía las heces, la sube a la app. Al cargarse la imagen se envía la ubicación obtenida por el GPS del teléfono para crear un mapa online en colores. Eso permite ayudar a revisar las rutas de los “G-men”: los funcionarios del ayuntamiento encargado de retirar los excrementos. La aplicación costó de 32.500 dólares.

Análisis  del  ADN de las heces

En Hampstead Heath, Londres, harán ADN a los excrementos de los perros para poder así rastrear a sus dueños y sancionarlos. Según las autoridades del distrito, retirar los excrementos caninos cuesta 2,3 millones de libras (unos 3,2 millones de euros) al año. Para septiembre de 2016 está previsto poner en marcha un proyecto piloto. Se necesita una base de datos donde almacenar el ADN de los perros de manera que pueda compararse con el de las heces. La multa al tenedor del can por no limpiar veredas, plazas o parques equivale hasta 100 euros.

Detectives que vigilan animales

En Getafe, en el cinturón industrial de Madrid, el ayuntamiento contrató detectives privados para grabar a los vecinos que no recojan las heces de sus perros en la vía pública y dar parte a la patrulla policial más cercana, a cargo de las multas. La alcaldía realizó primero una campaña denominada “El vigilante canino”. Además de los detectives se estableció la colocación de dispensadores de bolsas en las calles y la construcción de un parque canino. En la ciudad habían ubicado ocho puntos con presencia de excrementos cada cien metros.

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