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Una amenaza para el sector agrícola

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Ing. Agr. Javier Pena. Foto: Archivo El País

La necesidad de tomar medidas de corte anticontaminantes volverá cada vez más costosos a algunos cultivos, como la soja

Tierras cultivables próximas a ríos y arroyos que alimentan la red de agua potable tienen un futuro incierto, a juicio del Ingeniero Agrónomo Javier Pena. "Se sabe cuánto cotizaban ayer, pero se desconoce el valor que tienen hoy y el que tendrán mañana", aseguró, ante las limitantes que necesariamente llegarán como forma de preservar la calidad del agua y la tierra. Mucho más que los precios y los rindes, el factor decisivo pasará a ser "qué puedo producir" en determinado lugar y "por cuánto tiempo más", explicó el especialista. Opinó que las políticas anticontaminantes que deberá tomar el Estado uruguayo, van a ir generando que sea cada vez más costosa la producción agrícola. A continuación, un resumen de la entrevista.

—¿Cuánto incide el problema medioambiental en el futuro inmediato de la agropecuaria?

—El condicionamiento principal de Uruguay hoy es el tema medioambiental. Es mucho más impactante ver qué va a pasar en el mediano plazo con el medio ambiente y cuáles serán las decisiones que tome el país, que pensar en la evolución de los precios internacionales del trigo o de la soja. El uso del agua para el riego, el vertido en los ríos, todo va a estar en cuestión y eso hay que tenerlo en cuenta.

Las preguntas del futuro no van a ser si subió o bajó el precio de la soja. Será ¿me van a dejar plantar soja?, ¿qué puedo hacer y qué no?

—Una opción puede ser "dejamos seguir esto así porque los ingresos son buenos y al país le sirve"...

—Habrá que ver los costos en la calidad de los suelos. Y el agua. ¿Hasta cuando la gente soportará el deterioro, algo impensado tiempo atrás en el país? Es un planteo muy nuevo, pero que se viene, y habrá que tenerlo en cuenta.

El valor.

—Indudablemente, va a pesar a la hora de definir negocios futuros…

—Será decisivo. ¿Cuánto vale una hectárea de campo en las costas del río Santa Lucía? Conozco gente a la que le ofertaron 12 mil dólares hace tres años, no los aceptó, y hoy no tiene precio, porque no se sabe qué se va a poder hacer y que no en esos campos. Lo sufre la producción lechera, además de los granos, la granja y la ganadería.

Estábamos acostumbrados a que el agua siempre "está ahí" y ahora nos enfrentamos a algunos problemas de calidad del agua potable, y el anuncio de políticas más estrictas para su cuidado. Es un choque fuerte, algo para lo cual no estábamos preparados y que va a incidir en el negocio agropecuario.

¿Qué vamos a hacer en esos extensos cinturones de tierra que están alrededor de los ríos y que seguramente deban ser preservados?, ¿haremos ganadería extensiva, al estilo Hernandarias o podremos seguir con sistemas intensivos?

Por otro lado, si limitamos el tipo de inversión, las cargas impositivas sobre esas tierras también deberán ser modificadas, por lo tanto hay una pérdida también para el Estado.

Todos esos temas que involucran a las inversiones, están transversalizados por lo medioambiental, que en menos de un año se instaló como un elemento clave en la toma de decisiones. En un corto período de tiempo cambió el valor de la tierra. No solo en el aspecto agropecuario, sino también inmobiliario. Los valores a los que se vendía una hectárea en torno a la Laguna del Sauce hasta hace muy poco tiempo hoy no se consiguen, con las condiciones que tiene el agua allí.

Conciencia.

—Son temas que teníamos muy poco presentes.

—Exacto. El agua pasó a ser un elemento clave, como hace muchos años se hablaba de ello, y ya llegamos a ese momento. Esto nos va a obligar a hacer una nueva regionalización del país, para definir donde plantamos y qué producimos. La primera regionalización del Uruguay data de muchos años, Wilson Ferreira Aldunate era el Ministro de Ganadería y Agricultura. Hoy hay que ponerse a pensar en un trabajo similar a aquel, para definir las futuras inversiones en el país.

Va a haber sectores que pierdan mucho dinero porque compraron a un precio que hoy ya no lo vale porque no se le deja producir determinado cultivo. Los campos bajaron entre mil y 1.500 dólares la hectárea en los últimos seis meses. Hay zonas que no tienen precio porque no se sabe qué va a pasar.

Un inversor que está en la zona del río Santa Lucía y escucha los reclamos continuos, la preocupación del gobierno, anuncios de militarización de la zona para cuidar el recurso, seguramente —y más si es extranjero— decida vender e irse. Está muy bien que se preserve el recurso, pero es inobjetable que se viene una época nueva, donde se tiene que repensar el país en materia de suelos.

—¿Los que salen perdiendo son los cultivos?

—Vamos camino a una mayor producción ganadera frente a una menor superficie sembrada, a mediano plazo. Las políticas anticontaminantes que deberá tomar el Estado uruguayo, van a ir generando que sea cada vez más costoso la producción agrícola, por lo que va a ser más fácil tener pasturas para el ganado. Va a ser complejo para la lechería, también.

Ya ha habido algunos problemas con los tambos y la contaminación en el acuífero Raigón en San José. Y es solo el comienzo.

Los suelos.

—La calidad de los suelos es un tema muy delicado que no se soluciona solo con la rotación en su uso…

—Hay un trabajo recién publicado del Ing. Omar Casanova sobre fertilidad de los suelos que es muy ilustrativo acerca de las pérdidas que se están dando a partir de la producción. Si se toman los censos agrícolas de 1990, 1999 y 2010, se encuentra que Uruguay creció enormemente en la faz productiva, pero hemos echado más fósforo y nitrógeno que el que se sacó del suelo y que se exportó luego con la producción, al tiempo que tenemos un enorme déficit en potasio, calcio y azufre, que no fue repuesto. Y hacerlo tiene su costo. Ese balance negativo se estimó en el trabajo citado en 12 millones de dólares por año de pérdida. Habría que tener en cuenta esas pérdidas a la hora de hacer el balance de las exportaciones y los costos que tiene el desequilibrio de componentes en el suelo.

Precios.

—¿Cuál es la realidad desde el punto de vista de los precios internacionales?

—Todos los informes son coincidentes en que por un lado tendremos a la carne vacuna, que más allá de los problemas particulares del país y la región, va a mantener una buena demanda y precios sostenidos, y por otro lado los commodities agrícolas, que seguirán bajando o a lo sumo, mantendrán el precio, influidos por variables importantes.

—¿Cuáles son?

—Primero el cambio climático, que hace desaparecer una cosecha de un plumazo. Mientras acá estamos arriesgando la cosecha de soja, en Brasil se han perdido miles de hectáreas por las lluvias. Un reciente trabajo de la Facultad de Agronomía refleja pérdidas por 450 millones de dólares en esta cosecha, solamente de producto, tomando en cuenta que se perdió una tonelada por hectárea. Pero a eso hay que añadirle el flete, gastos portuarios, gastos operativos, lo que llevaría en toda la cadena a una pérdida mucho mayor. .

El segundo aspecto que influye en el precio de los commodities son los eventos "no tomados en cuenta dentro del riesgo político", según define el Banco Mundial; por ejemplo: el ataque a la publicación Charlie Hebdo en París. Como cualquier ataque o atentado de esa naturaleza: generó pánico y movilizó a la gente en Europa a sobre-abastecerse de alimentos y encerrarse en sus casas, eso también impacta en los precios internacionales, aunque sea temporalmente.

Por otro lado, cabe tener en cuenta que la especulación financiera se retiró de los commodities. Cuando se leían boletines de bancos de inversión que le recomendaban a sus clientes comprar o vender posiciones en trigo u otros commodities, tenían un alto componente de especulación financiera. Esos dineros ahora se han ido a otros lados y no presionan a los precios.

—Y también incide en esta ecuación la baja del petróleo...

—Ese es otro componente que influye en los precios de los productos agrícolas. Había una competencia muy fuerte entre la producción de alimentos y la de biocombustibles. La baja en el precio del crudo y algunos estudios que demostraron que los biocombustibles tienen algunos componentes que dañan el medio ambiente, han hecho que las condiciones cambien.

Dos empresas estadounidenses se retiraron de toda la producción de biocombustibles en Brasil recientemente.

En Uruguay, como hay un monopolio cerrado, aunque genere pérdidas hay que utilizar dicho combustible, pero en mercados abiertos, el petróleo más barato le compite fuertemente, por lo que la producción de biocombustibles deja de ser un gran consumidor de los productos del agro y hace bajar la demanda.

Fondos que se van.

—¿Cómo está repercutiendo en nuestro mercado esa realidad?

—Todos esos factores, junto con el enlentecimiento de la economía en China hacen bajar el precio internacional de los commodities, y los inversores ven otras oportunidades más rentables, y toman otras pociones.

Es importante tener en cuenta que algunos de los fondos agrícolas argentinos que promovieron la fuerte participación de Uruguay en el mercado internacional de granos se han ido, en su mayoría para destinos como Paraguay o Bolivia.

Inclusive, como reflejo de ello, ya se está evaluando una incipiente pérdida de puestos de trabajo de ingenieros agrónomos; Nos referimos a una actividad profesional que tenía gran demanda, y donde hoy hay desocupación. Eso lo estamos viviendo hoy en nuestro país, donde los inversores locales han sustituido esa inversión del exterior, con pools de siembra que se armaron para seguir adelante con estos proyectos pero entre el exceso de agua del año anterior y la sequía de ahora, factiblemente decidan retirarse del negocio por sus magros resultados.

—¿Ya no les conviene seguir produciendo?

—Sobre todo los que producían en zonas marginales; el problema es que se plantó soja donde no se debió haber plantado, donde se sacaban 1.800 kilos por hectárea y resultaba rentable porque la cotización internacional era muy alta, ahora no sirve. Para cubrir costos necesitan no menos de 2.200 kilos por hectárea.

Esto no quiere decir que la soja no tiene futuro. Pero depende la zona. O se generan nuevas variedades que puedan plantarse en los suelos marginales o solo se seguirá plantando en los mejores suelos.

—El techo tecnológico para la soja todavía está muy alto.

—Sí, hay mucho espacio para crecer, tecnología para usar, prácticas modernas que aplicar. Los rindes que se sacan con riego en otros lugares, son muy superiores a los nuestros, pero para ello hay que invertir mucho, y para que esté la inversión, debe haber un negocio lucrativo detrás.

Si el precio internacional no sube y los costos operativos no dan respiro, unido a las limitantes medioambientales de las que ya hablamos, el capital busca otro camino.

Cuando los precios eran altos no había problema, se producía en cualquier lado y no se afectaban tanto el negocio por otros problemas, como los costos operativos. Hoy Brasil está teniendo un enorme problema de infraestructura y logística que encarece el producto, y en Uruguay también vivimos algo parecido, por lo que la rentabilidad de producir soja, a la cotización actual, es bastante menos atractiva. Tanto como para que muchos opten por desmontar sus inversiones en ese rubro.

Las cuatro claves para la ganadería

—Para el producto cárnico no se avizoran dificultades en el mercado mundial.

—Las perspectivas son buenas. Pero en nuestro país y la región hay varios problemas para tener en cuenta. El primero de ellos, los escándalos en Brasil. La compra de frigoríficos con fondos del Banco Nacional de Desenvolvimiento (BNDS) en condiciones muy sospechosas que vinculan al hijo de Lula en esas operaciones, es un tema muy delicado.

La explosión de ese asunto, que va a tener repercusiones serias en algunos meses, le pega a buena parte del imperio cárnico brasileño, y hay que tener en cuenta que la mayoría de las plantas uruguayas son brasileñas y algunas de ellas están en la lupa de las inversiones realizadas. Eso puede traer problemas para empresas que tienen plantas en Bolivia, Paraguay, Argentina, Uruguay y el propio Brasil, lo que generará reacomodamientos.

—Otro problema son los costos operativos…

—Así es. Sobre todo la energía y la mano de obra. Hablando con técnicos de uno de los frigoríficos brasileños instalado en Uruguay, nos decían que con el costo operativo de Uruguay, en Brasil se faena 1,8 veces más, y en Paraguay de 2,3 a 2,4 veces más faena con mismos costos. Eso termina repercutiendo en el productor, porque el precio de exportación va a ser el mismo, y Paraguay está produciendo carne de primera calidad.

Y allí aparece el tercer elemento. Muchos productos uruguayos están comprando en Paraguay, el 15% del área ganadera, más de un millón de hectáreas son uruguayas y el 40% de ellos siguen siendo productores aquí.

—O sea que hemos creado un gran competidor a escasos kilómetros de nuestro país…

—Así es, con el know-how de tres o cuatro generaciones, que ahora se aplica en el país vecino para mejorar rápidamente la calidad de lo que producen. Ahora que han superado la aftosa, la carne paraguaya se acerca a los precios que logra Uruguay. A la larga, ese competidor nuevo nos va a traer problemas. Y se suma Bolivia, que comienza a aparecer en el radar de la producción vacuna de buena calidad y también hay inversiones uruguayas allí.

Y un cuarto elemento, es la vuelta de muchos productores que en su momento se fueron a los granos y ahora quieren volver a ser ganaderos. Hace un tiempo se hizo un estudio de los costos que insumía montar nuevamente sus activos para tener una pradera y dedicarse nuevamente al ganado.

En aquel momento, hace tres años, al Plan Agropecuario la ecuación le daba una inversión necesaria de 1.400 dólares por hectárea. Me tocó participar de un trabajo sobre el tema en fechas más recientes, y para hacer ganadería intensiva hoy, comprar el animal, la pradera, la ración, hay que pensar en más de 3 mil dólares la hectárea. El gran problema de esto es que la mayoría de los que vendieron su ganado, sus tractores y desarmaron su aparato productivo, invirtieron esos recursos en otros bienes o actividades, que deberían abandonar. Es un fenómeno nuevo en el sector.

Como se puede observar, los problemas de la ganadería no son de mercado, sino temas internos que tenemos que ver cómo se resuelven.

Ficha técnica.

Javier Pena es Ingeniero Agrónomo por la UdelaR y Postgrado en Proyectos de Financiamiento por la Facultad de Ciencias Económicas de la misma universidad. Diploma de Analista Financiero por el Instituto de Economía y Finanzas de Montevideo. Obtuvo una Maestría (Mgs) en Produçao, Comercializaçao, y Financiamento de Sementes, Universidade Federal de Pelotas, Brasil, y un Diploma en Planning and Marketing, en la North Caroline State University de Estados Unidos.

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