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Cómo el crecimiento económico de India puede sobrepasar al de China

| Por ahora tiene un atraso superior al de su vecino, pero podría superarlo porque tiene un capitalismo más robusto

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Baños horribles. Charcos de agua estancada, con el zumbido de mosquitos que propagan el dengue. Mampostería que colapsa. Un sistema de seguridad laxo. Un ataque terrorista. Los preparativos de India para los juegos de las 72 naciones del Commonwealth, cuya apertura se realizó el domingo 3 en Nueva Delhi, no obtuvieron críticas favorables. Commonfilth ("Suciedad común"), fue uno de los titulares más amables de la prensa amarilla británica.

En el mejor de los casos, suponiendo que los organizadores hayan podido hacer una corrida de último momento para acomodar un poco la situación, los juegos de Nueva Delhi serán recordados como un desastre. El contraste con la presentación casi perfecta de China en los Juegos Olímpicos de 2008 no podrá ser más crudo. Pero habrá quienes tomen la enseñanza equivocada.

Algunos creen que un gran evento deportivo dice cosas importantes de la nación anfitriona. Los países eficientes construyen estadios de primera clase y hacen que los colectivos que conectan dos puntos funcionen en los tiempos establecidos. El hecho de que India no parezca haber logrado ninguna de estas cosas hace pensar que siempre será una potencia de segundo nivel.

¿O sí las hace? A pesar de los titulares, a India le está yendo bastante bien. Se espera que su economía crezca el 8,5 por ciento este año. Todavía tiene que recorrer un largo camino para llegar a ser tan rica como China (de economía cuatro veces mayor), pero su índice de crecimiento podría superar al chino para 2012, si no antes. Algunos economistas consideran que India crecerá más rápidamente que cualquier otro país importante en los próximos 25 años. Un crecimiento rápido en un país de 1.200 millones de personas es impactante, para expresarlo de una manera suave.

DOS MOTIVOS. Hay dos motivos por los cuales pronto India comenzará a dejar atrás a China. Uno es la demografía. La mano de obra china comenzará a envejecer pronto. Esto se debe a su política de un hijo, una medida opresiva con la cual ningún gobierno indio podría lidiar. Indira Gandhi intentó hacer algo similar en los setenta, cuando declaró el estado de emergencia e introdujo un programa de esterilización forzada. Hubo una protesta escandalosa. Se restauró la democracia y se abandonaron las políticas populares coercitivas. Hoy, India está bendecida por una mano de obra joven y en crecimiento. Su relación de dependencia, la proporción de niños y ancianos respecto de adultos en edad laboral, es una de las mejores en todo el mundo y continuará siéndolo durante una generación. La economía se verá beneficiada por este "dividendo demográfico", que ha impulsado muchos de los milagros económicos asiáticos.

El segundo motivo del optimismo es la tan ridiculizada democracia india. La idea de que la democracia retrasa el desarrollo en los países pobres ha cobrado vigencia en los últimos años. Es cierto que tiene sus desventajas. Los gobiernos electos ceden ante los reclamos de facciones y grupos de interés egoístas. Incluso las decisiones más urgentes se debaten infinitamente y son demoradas.

China no tiene este problema. Cuando sus tecnócratas deciden hacer una represa sobre un río, construir un camino o una ruta, o trasladar un pequeño pueblo, la represa se hace, la ruta baja a la tierra y el pequeño pueblo desaparece. Los aldeanos desplazados pueden ser indemnizados, pero no tienen permitido interponerse en el camino del progreso. Los líderes chinos toman decisiones racionales que equilibran las necesidades de todos los ciudadanos en el largo plazo. Esto ha generado un crecimiento rápido y sostenido que sacó a cientos de millones de personas de la pobreza. No por nada, los autoritarios de todas partes citan a China como la mejor excusa para no permitir todavía la democracia.

Sin duda, un gobierno fuerte habría proporcionado a India unos juegos Commonwealth menos caóticos, pero la vida no sólo se trata de bádminton y gimnasia rítmica. Es posible que el Estado de India sea débil, pero sus compañías privadas son fuertes. El capitalismo indio está dirigido por millones de empresarios; cada uno de ellos hace frenéticamente lo suyo. Desde principios de los noventa, cuando India desmontó el licence raj (instituciones británicas burocráticas para la emisión de licencias y permisos) y abrió sus fronteras al libre comercio, la actividad tuvo un alza extraordinaria.

El país se jacta de tener legiones de pequeños negocios prósperos y buena cantidad de negocios de primera clase cuyos directores de habla inglesa manejan con seguridad su conexión en red con la elite global. Son menos dependientes del patrocinio estatal que las compañías chinas y generalmente más innovadores: pioneros en el auto de 2.000 dólares, de la operación cardíaca ultra económica y de formas novedosas de mejorar la administración. Las ideas fluyen alrededor de India, dado que carece de la cultura china del secreto y la censura. Ello, agregado a la desenfrenada piratería china, es el motivo por el cual las industrias basadas en el conocimiento, como la del software, adoran a India.

Es posible que la marca individualista del capitalismo de India también sea más robusta que la de tipo estatal de China. Las firmas chinas prosperan con un gobierno inteligente, pero los malos gobernantes pueden hacer más daño a China que en India porque sus poderes son mayores. Si apareciera otro Mao, no habría mecanismo alguno para deshacerse de él.

Ese es un problema en el futuro. Por ahora, los problemas de India son dolorosamente visibles. Los caminos son atroces. El transporte público es una vergüenza. Muchos de los empresarios pierden horas, día tras día, varados por el tránsito. Sus compañías se ven debilitadas por los costos de construir infraestructura propia: generadores de reserva, plantas de tratamiento de agua y flotas de colectivos para transportar al personal. El índice de alfabetización de India está aumentando, en parte gracias al surgimiento de escuelas privadas económicas para pobres, pero aún está muy por detrás de China.

El gobierno indio reconoce la necesidad de enfrentar la crisis de infraestructura y está mejorando respecto de persuadir a empresas para atraer capital. Sin embargo, el proceso es lento y está infectado de corrupción. Es difícil medir estas cosas, pero muchos observadores consideran que China ha hecho un mejor trabajo que India para frenar la corrupción, con sus habituales métodos brutales, tales como disparar a las personas.

Considerando la opción entre hacer negocios en China o en India, la mayor parte de los inversores extranjeros elegiría China. El mercado es mayor; el gobierno es más fácil de tratar y, si su cadena manufacturera no pasa por China, sus accionistas exigirán saber por qué. Pero, a medida que la economía se vuelva más intensiva en conocimiento, la ventaja de India crecerá. Es un elemento por considerar mientras se está varado en el tránsito de Nueva Delhi.

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