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Hablemos de cambio climático

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MARCELO CAFFERA

Finalmente el Presidente Vázquez puso el tema del Cambio Climático en la agenda política a fines del año pasado. Gracias a ello, en los últimos meses se ha empezado a discutir sobre el tema y sus consecuencias. Sin embargo, esto se ha hecho casi exclusivamente en lo que tiene que ver con sus impactos en la productividad agropecuaria. No parece haber una clara percepción de los riesgos que este fenómeno implica a nivel más general, o estos no se quieren difundir. Esta columna pretende contribuir en este sentido.

La concentración actual de CO2 en la atmósfera es de aproximadamente 385 partes por millón (ppm). En los últimos 650.000 años la concentración de CO2 en la atmósfera nunca estuvo por encima de 300 ppm. Si sumamos las concentraciones de los demás Gases de Efecto Invernadero (metano, óxido nitroso, hidrofluorocarbonos) y las convertimos a su equivalente en CO2, la concentración total de Gases de Efecto Invernadero (GEI) se sitúa hoy en el entorno de los 435 ppm (1). Sumados todos los GEI, y expresado en su equivalente en CO2 (lo que se escribe CO2e), el aumento actual en la concentración de GEI es de 2,5 ppm de CO2e por año, y si no se hace nada pronto aumentará a un ritmo de 3 ppm por año, según un reciente artículo de Simon Dietz y Nicholas Stern en el Review of Environmental Economics and Policy.

CONSECUENCIAS. ¿Qué consecuencias podría tener no tomar ninguna medida para reducir los GEI? En enero de 2008, el economista inglés Nicholas Stern era el encargado de dar la "Disertación Richard T. Ely", principal conferencia de la reunión anual de la Asociación Estadounidense de Economistas. Dijo allí Stern que existen pocas dudas que bajo el escenario "negocios hasta ahora" la acumulación de GEI promediará entre 3 y 4 ppm de CO2e este siglo, llevando la concentración al entorno de los 750 ppm CO2e en 2100. Con la concentración estabilizada en ese nivel, por lo que sabemos, la probabilidad que la temperatura del planeta se incremente 5ºC en promedio en equilibrio es de 50%.

No sabemos bien cómo va a ser la Tierra si la temperatura sube 5ºC en promedio. El último período caliente fue hace 3 millones de años cuando las temperaturas eran 2-3ºC superiores a las de hoy. El Homo Sapiens apareció en la Tierra hace unos 200.000 años, el Homo Erectus tiene aproximadamente 1,7 millones de años; no conocemos un mundo como ese. Menos uno 5ºC más caliente. La última vez que la Tierra estuvo 5ºC más caliente fue en el Eoceno, 35-55 millones de años atrás. Había lagartos cerca del Polo Norte, advierte Stern.

EL NIVEL OBJETIVO. Asumiendo que la humanidad logra estabilizar las concentraciones de GEI en niveles menores a 750 ppm de CO2e, ¿cuál debería ser el nivel objetivo? Responder esta pregunta implica estimar cuáles son los riesgos que cada nivel de concentración de GEI trae aparejados y si estamos dispuestos a asumirlos. Las probabilidades estimadas de incremento en la temperatura global relativo a su nivel pre-industrial (1850) si la concentración de GEI en la atmósfera, medidos en ppm de CO2e, se estabilizara en diferentes niveles se resumen en el cuadro adjunto.

Una primera observación es que no estamos libres de riesgos en casi ningún escenario. Con los niveles de concentración actuales de GEI los científicos nos dicen que la temperatura promedio del planeta se incrementará entre 1°C y 3°C con una certeza de 90%. Un aumento de 1°C ya nos expone a más frecuentes y severas inundaciones, tormentas y sequías, la pérdida de ecosistemas y especies, un aumento del nivel del mar en varios metros y la desaparición de fuentes de agua dulce de varias partes del planeta. Tres grados de incremento podría ser el punto de inflexión hacia un nuevo equilibrio climático con consecuencias devastadoras.

Las probabilidades citadas omiten los efectos de las realimentaciones positivas, como por ejemplo, la liberación de metano del permafrost, el colapso de la Selva Amazónica, el derretimiento de la capa de hielo del Polo Norte y Groenlandia. Si se incluyeran estos efectos, las probabilidades serían más altas y es posible que las concentraciones sean más difíciles de estabilizar. Esto no es menor. A principios de marzo, científicos reunidos en Copenhague advirtieron que el deshielo de Groenlandia y la Antártida está ocurriendo al doble de la velocidad prevista por el último informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (2007). Esto significa que el mar podría subir hasta un metro para 2100, y no menos de 50 cms, lo que era la estimación máxima anterior. "Para las 630 millones de personas que viven a menos de 10 kms del mar esto es serio", advertía la revista The Economist en su edición del 3 de enero de 2009 cuando la proyección era menor.

Stern optó por el objetivo de estabilizar el stock de GEI en un máximo de 550 ppm CO2e. La ventaja de este objetivo de 550 ppm es que es un objetivo políticamente plausible, y tiene en cuenta la inercia de las emisiones actuales dada por la velocidad de adopción de nuevas tecnologías que podemos esperar, según Stern. Es un nivel peligroso de todas maneras: existe un 7% de chance de sobrepasar 5ºC y 24% de chance de sobrepasar 4ºC (ver cuadro adjunto).

Publicaciones más recientes establecen que este límite de 550 ppm de CO2e es más peligroso de lo que estimó Stern. El Dr. James Hansen, profesor de la Universidad de Columbia y Director del Goddard Institute for Space Studies de la NASA, y otros colegas sostienen en un artículo publicado el año pasado en el Open Atmospheric Science Journal que la reducción de CO2 fue la causa principal del enfriamiento del planeta que empezó hace aproximadamente 50 millones de años. El planeta estaba completamente libre de hielo hasta que las concentraciones de CO2 en la atmósfera cayeron a 450 ± 100 ppm. Como dije previamente, la concentración actual de CO2 es de 385 ppm, aproximadamente. Por lo que es probable, según estos autores, que en las próximas décadas este nivel crítico se pase en la otra dirección, si no se toman medidas para mitigar las emisiones de GEI. Hansen y sus co-autores plantean un techo más seguro de concentración de CO2 de 350 ppm, nivel que ya hemos pasado.

Aún si Hansen está siendo muy conservador, nos queda poco tiempo para delinear un sendero de estabilización en niveles de GEI que de todas maneras van a producir cambios sustanciales en nuestro planeta tal cual lo conocemos hoy. Por ejemplo, el sendero de estabilización objetivo de 500 ppm trazado por Stern, tiene un pico en las emisiones en 2020 e implica reducir las emisiones de CO2e en un 30% en 2050 respecto al nivel de 2000. La necesidad que las emisiones alcancen un pico en el corto plazo obedece a la incertidumbre acerca de la posibilidad de estabilizar la concentración de GEI a medida que ésta crece, y a la dificultad de reducir emisiones luego del pico a una velocidad mayor que 3% por año. Para estabilizar la concentración en 450 ppm de CO2e, el pico de emisiones debería darse ya y la reducción debería de ser de 70% para el 2050 respecto a las del 2000.

LOS COSTOS. Los costos de la estabilización en 550 ppm CO2e dependen de cuándo se empiece a tomar medidas. Empezar ahora (435 ppm CO2e) costaría entre -1% (o sea un ahorro) y 3% del PIB mundial por año como mínimo (asumiendo que se eligen las tecnologías que reducen emisiones de forma menos costosa en primer término, minimizando así el costo de alcanzar el objetivo). Dado lo que está en juego, incluso 3% del PIB mundial por año no parece mucho. Estabilizar las concentraciones en 450 ppm CO2e costaría más de cuatro veces esa cantidad.

En el 2007, la consultora McKinsey estimó el costo de las diferentes alternativas para abatir emisiones de CO2e y las ordenó de menor a mayor costo. El sendero de estabilización en 550 ppm de Stern es consistente con un costo marginal de reducir las emisiones de CO2e (es decir el costo de reducir la última tonelada) entre 30 y 35 euros. Este cálculo es importante. La economía ambiental nos dice que el calentamiento global es una "falla de mercado" (quizás la más grande de todas): los mercados por sí solos no captan el valor que tiene la atmósfera como regulador del clima. Es decir, no existe un precio que cada uno de los que emiten GEI deba pagar al emitir estos gases para reflejar el daño que estos ocasionan. Si la emisión de GEI es una "externalidad" (un costo que el emisor de GEI impone a otros, en forma de sequías, crecimiento del nivel del mar, tormentas, etc.), una forma que el contaminador "internalice" (tenga en cuenta) esos costos es precisamente mediante un precio por tonelada de GEI emitida. Reflejando los daños que las emisiones de GEI ocasionan, este precio incentivaría al que emite a reducir sus emisiones (porque emitir es costoso). Conceptualmente, el valor de este precio debe ser igual al costo de reducir la última tonelada antes de llegar al objetivo propuesto. De acuerdo a la curva de costos estimada por McKinsey, para lograr reducir las emisiones de GEI en 2030 hasta un nivel consistente con el sendero de estabilización en 550 ppm, emitir una tonelada de CO2e debe costar entre 30 y 35 euros. Si quisiéramos llegar a 2030 con un nivel de emisiones consistente con un sendero de estabilización en 450 ppm de CO2e, el costo de la tonelada de CO2e emitida debería estar entre 50 y 100 euros. Este precio al carbono debería implementarse lo antes posible, mediante un mercado mundial de permisos transferibles de GEI que fije un techo global a las emisiones, tema que abordaremos en próximos artículos.

(1) La razón por la cual se convierte la concentración de los demás GEI a su equivalente en CO2 es que una molécula de CO2 no produce el mismo efecto invernadero que una molécula de metano, por ejemplo.

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