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Un show de libros

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JUAN E. FERNÁNDEZ ROMAR

AUNQUE EL nombre de Clifton Fadiman no resulta muy conocido por estas costas, para los norteamericanos ilustrados es una suerte de Frank Sinatra de la literatura, es decir una equilibrada combinación de refinamiento artístico y popularidad masiva.

Su libro Un plan de lectura para toda la vida (Lifetime Reading Plan) se publicó por primera vez en 1960 en Estados Unidos y desde entonces se mantuvo en las listas de best sellers de ese país. Traducido a numerosos idiomas, este célebre plan conoció cuatro versiones, siendo la última de 1997. Fadiman la terminó de corregir un año y medio antes de morir, a los 95 años, en Sanibel Island (Florida), víctima de un cáncer de páncreas.

Conceptualmente fue vista en su momento como una obra innovadora. Dado que la vida moderna nos brinda muchas alternativas de lectura pero muy poco tiempo para disfrutar de la misma, se torna necesario que alguien nos oriente. Fadiman decidió asumir esa tarea. Al fin de cuentas ya en los años ´60 era una figura legitimada tanto en el mundo académico como en radio y televisión. Todos lo conocían. Desde 1938 a 1948 había cosechado una enorme audiencia con un programa radial de preguntas y respuestas llamado Information, please! En este quiz show Fadiman ensayó diversas variaciones que luego fueron imitadas en todas partes del planeta. La gente no sólo concursaba respondiendo a las preguntas cultas de un prestigioso jurado sino que el propio Fadiman brindaba respuestas a consultas exóticas que le realizaban por carta sus oyentes. Paralelamente se hizo cargo de la sección de reseñas de libros en la prestigiosa revista The New Yorker, publicación semanal de críticas, ensayos, reportajes, e investigación, y en 1944 fue designado juez del Club del Libro del Mes (Book of the Month Club), otra notoria institución estadounidense.

Posteriormente Fadiman también se volvió miembro del Consejo Editorial de la Enciclopedia Británica y uno de los editores más importantes de su país. A fines de los años 40 trasladó su programa radial a la televisión en la cadena CBS, duplicando el éxito y convirtiéndose así en el ídolo mediático de las clases altas e ilustradas que ya habían accedido a ese electrodoméstico aún demasiado caro para los sectores populares.

Poco después Fadiman cambió el formato de su programa, el que pasó a llamarse This Is Show Business (y luego This Is Broadway), donde incluía números artísticos además de entrevistas a personalidades del arte y la cultura. Era un hombre muy activo e inquieto que gustaba de ensayar nuevos proyectos. A comienzos de la década del 50 se entusiasmó con el estudio de las matemáticas, disciplina que no dominaba, dedicándose a buscar y ordenar relatos, curiosidades numéricas y poemas que tuviesen que ver con ésta. Recopiló lo mejor en un volumen titulado Fantasía Matemática (1958) que rápidamente se volvió un clásico en su género. Cuatro años después publicó una segunda parte, incluyendo más curiosidades e incluso cómics, bajo el título de La Urraca Matemática (1962).

Si bien su labor en The New Yorker y en la editorial Simon & Schuster le garantizó el reconocimiento de los norteamericanos más cultos, sus divertidos comentarios, aforismos y definiciones revelados en radio y televisión le permitieron una rápida integración a la cultura de masas de su país. Su célebre aforismo: "Aburrirse en el momento adecuado es signo de inteligencia", integra los catálogos más selectos de citas citables. Dueño de un humor similar al de Groucho Marx y de un buen sentido de la oportunidad supo improvisar ingeniosas definiciones tales como "Ah!, el queso: ese salto de la leche hacia la inmortalidad". También supo demostrar reflejos suficientes para rematar entrevistas televisadas con comentarios del tipo: "Es cierto, todos deberíamos creer en algo. Yo creo que me tomaré otra copa".

Un plan inolvidable. Fadiman se casó dos veces y tuvo tres hijos. Dos de ellos de su segundo matrimonio con Annalee Whitmore, importante corresponsal en el extranjero de las revistas Time y Life que realizó una gran cobertura periodística de la Segunda Guerra Mundial.

Annalee, que también sufrió de un cáncer muy extendido, terminó autoeliminándose en el 2002, tres años después de la muerte de su esposo, con la intención de prevenir una dolorosa agonía.

Luego de casi cinco décadas de continuidad en los rankings anglosajones de ventas, la editorial Planeta ha publicado recientemente la traducción al castellano de la última edición corregida de Un plan de lectura para toda la vida, obra que Fadiman realizó en colaboración con John Major, un especialista en literatura asiática, que aporta originalidad en la elaboración de la nómina.

Se trata de la mejor selección disponible de todo lo que (a juicio de estos expertos) vale la pena leer a lo largo de una vida, desde el antiguo poema sumerio de Gilgamesh (2000 a.c.) hasta Todo se derrumba del ascendente novelista nigeriano Chinua Achebe. Las selecciones de obras y autores tan universales como ésta suelen molestar a muchos lectores, ya que es muy fácil discrepar con cualquier lista de nominados al panteón de la celebridad. Más si se abandona el terreno exclusivo de la literatura y se llega (como en este caso) hasta la filosofía y la ciencia, mediante la inclusión de Galileo, Descartes, Darwin o Hume, entre otros. De todos modos, las discrepancias posibles están ampliamente compensadas con ingeniosas lecturas transversales realizadas por Fadiman y Major de la vida de sus preferidos.

Fadiman en particular (las reseñas van firmadas) es único en ese sentido. Es profundo y divertido, comprensivo de las debilidades humanas aunque insidioso cuando lo considera necesario. Normalmente le dedica dos o tres carillas a cada autor, y con rápidas pinceladas bosqueja la importancia de cada uno de ellos y los atributos de su singularidad.

De Jean-Jacques Rousseau se permite decir que "su carácter en conjunto supone una ofensa para cualquier espíritu razonable. Socialmente incómodo, sexualmente desequilibrado, sentimental hasta la náusea, mezquino y pendenciero; un mentiroso; víctima de gran número de desagradables males, desde manías persecutorias hasta problemas de vejiga; un defensor de los derechos de la infancia que afirma sin el menor rubor que abandonó a sus cinco vástagos ilegítimos en un orfanato: así es Rousseau, al menos en parte" .

Al comentar al poeta inglés John Milton, Fadiman recuerda al lector que ese muchacho de rasgos delicados, autor del El Paraíso Perdido, que apoyó la férrea teocracia de Cromwell, era alguien a quien sus compañeros de estudio apodaban irónicamente la "Dama de Cristo".

Asimismo sugiere claves de interpretación curiosas. Por ejemplo, al referirse a Jane Eyre de Charlotte Brontë, la presenta como "una novela de formación: la evolución del Patito Feo…", y señala que uno de sus personajes, la mujer de Rochester, no es más que "un retrato asombroso de una ninfómana".

A Cervantes lo considera uno de los peores poetas del mundo. Por lo tanto recomienda omitir la lectura de los versos presentes en el Quijote.

De todos los autores que Fadiman ha elegido por su trascendencia (aún de los que escoge muy a su pesar -sic-) tiene algo ingenioso que comentar; pequeños o grandes detalles que iluminan el perfil de todos ellos y que tensan sus respectivas biografías.

Sófocles "nació en lo que ahora denominaríamos un barrio residencial de Atenas". Edgar Allan Poe arruinó su educación universitaria por cierta inclinación hacia la delincuencia y aunque fue un periodista competente, no supo encaminar lo que podía haber sido una carrera exitosa. Se casó con una prima de tan sólo trece años de edad "cuya muerte prematura pudo ser el factor determinante de su perdición… Los ingredientes básicos de su vida fueron las drogas, el alcohol, el exceso de trabajo y la pobreza. Murió en la mayor de las desdichas".

A Borges en cambio, lo define como alguien que desde su niñez "imaginó el Paraíso como una biblioteca" y a George Bernard Shaw como "el mayor showman de las ideas que jamás haya existido… Siempre estaba sermoneando, pero lo hacía desde el mismo centro de la pista principal del circo".

Muy a menudo Fadiman propone claves interesantes que permiten hilar toda una existencia. Tanto la vida como la obra del novelista y suicida japonés Yukio Mishima, son vistas como un esfuerzo sostenido por convertirse en una perfecta víctima sacrificial, alguien que preparó afanosamente su cuerpo para ser un bello cadáver.

Antes que un plan, esta guía de lectura es un vicio. Una adicción que arrastra al lector de un nombre a otro bajo una metralla de opiniones inteligentes y entrometidas.

UN PLAN DE LECTURA PARA TODA LA VIDA, de Clifton Fadiman y John S. Major, Ed. Planeta, Buenos Aires, 2008. Distribuye Planeta. 430 págs.

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