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A ritmo de pionero

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Gabriel Varela

ROMEO ALFREDO Gavioli nació el 7 de febrero de 1913 en La Unión. Alfredo Gavioli y María Frachia, los padres de Julieta, Liria, Romeo y Rolando, no provenían del ambiente artístico pero alentaron las condiciones musicales de sus hijos."Romeo se vinculó al coro de la iglesia de La Merced", cuenta Rolando hijo, sobrino de Romeo, y entonces "apareció una voz espectacular". Otra anécdota familiar lo evoca ejecutando de oído, con su violín, las melodías que su madre le cantaba. El violín sería, aun más que la voz, su instrumento predilecto. "Él tocaba todos los instrumentos", dice Enrique Bonasorte, músico de las orquestas de Gavioli desde 1948 hasta el final, "pero eligió el violín porque era un instrumento romántico, y él era muy romántico". El talento natural fue luego pulido en las clases del maestro Américo Pioli. Ya en 1926, junto a Guillermo Aguirre en batería y a Mario Orrico, también en violín, se presentaba en el Café Suizo de la ciudad de Minas y en escenarios montevideanos como Los tres bemoles.

Tres años más tarde Romeo iniciaba en la orquesta de Juan Bauer, su primera etapa en las ligas mayores, que lo llevaría a integrar en 1931 la orquesta de Héctor Gentile. Alineaban en esa formación Lalo Etchegoncelay en piano, Pedro Terrón en contrabajo, Isidoro Pellejero y el propio Gentile en bandoneón; Gavioli, y Emilio Pellejero eran los violinistas. Debutaron en el café Tupí-Nambá donde conocieron a Roberto Fontaina y comenzaron su vinculación con el "Suplemento Musical" de Radio Carve. Romeo nunca abandonaría completamente el rol de violinista que ocupaba en estas primeras incursiones, pero su calidad como cantor lo llevó gradualmente al centro de la escena.

En 1932, a instancias del contrabajista Panchito Pons, se forma La Típica de la Guardia Vieja. Gavioli integraba la línea de violines con Vicente Contenti, Boronat y Ramón Hansich. Rolando Gavioli, Arévalo y Tiraboschi eran los bandoneonistas, y completaban la formación Etchegoncelay e Isidoro Pellejero. La Típica... participó con éxito en el concurso de tangos llevado a cabo en el cine Electric Palace, evento que había motivado su formación.

LA OTRA ORILLA. El desembarco en Buenos Aires era el natural próximo paso. Y se concretó, junto a Etchegoncelay y Pons, en 1933. El trío se presentó en fonoplateas de varias emisoras y Gavioli, por su parte, cumplió algunas incursiones teatrales como la participación en 1934, con la orquesta de Gentile, en la obra Ya tiene comisario el pueblo.

De retorno en Montevideo, junto a Etchegoncelay y al cantante Freddy (Heliose Freire), integró el renombrado trío Los Carve. Con Romeo ya mucho más inclinado a la función de cantor, llevaron adelante una formación al estilo del exitoso terceto con que Irusta, Fugazot y Demare triunfaban en España. Los Carve actuaron con éxito en Montevideo y durante 1935 cruzaron nuevamente a Buenos Aires donde se hicieron conocer como Los Dandys.

En 1939, gracias al prestigio forjado en la capital argentina, Gavioli es convocado por el maestro Edgardo Donato para incorporarse a su orquesta típica. Donato había nacido en Buenos Aires, se había formado en Montevideo y su conjunto era uno de los números fuertes de la escena porteña. Integrado como tercer vocalista al dúo de Horacio Lagos y Lita Morales, Gavioli trabajó varios años con Donato bajo el nombre artístico de Romeo Gavio. En 1943 la orquesta sufrió una escisión y Gavioli volvió a Montevideo. Inició entonces, como director, cantante y compositor, el período más recordado de su trayectoria.

EL CANDOMBE. Para esta nueva etapa Romeo entusiasmó a su hermano Rolando, que desde hacía años actuaba en Buenos Aires como uno de los principales bandoneonistas de la orquesta de Pedro Laurenz. La integración inicial la completaban José Kaplán en piano, Antonio Blanco, Juan Blanco y José Mateo en bandoneones; el propio Romeo, Antonio Licans y David Dullman en violines, y Rubén Tovía en contrabajo. Rolando cumplía la función de arreglador y primer bandoneón y Romeo brillaba en su rol de cantor y de hombre al frente en el escenario. "Era un comunicador nato", cuenta Luis Alberto Fleitas, amigo de Romeo y cantor de la época. "Hablaba con el público, tenía una simpatía y un magnetismo muy grandes", recuerda, y subraya la particular atracción que el timbre de su voz y su aire romántico despertaban en el público femenino.

La orquesta comenzó a trabajar con el habitual repertorio tanguero, que incluía clásicos del género y composiciones personales o en coautoría del propio Gavioli. Algunos de sus tangos como "María del Carmen", "Mi Montevideo", "Pelota de trapo" o "Payaso triste" habían recibido la bendición del público. Pero la clave candombera ya estaba en el ambiente. Y probablemente Carmelo Imperio, un dinámico y creativo generador de espectáculos, fue catalizador en el camino hacia los candombes canción de Gavioli. "Imperio era un gran publicista que tenía mucho que ver con el carnaval; había sacado conjuntos con un sentido coreográfico que no se había visto hasta entonces; era un precursor", dice Fleitas. El candombe era una expresión confinada a ambientes y períodos carnavaleros. Fue la inquietud creativa de la peña formada, entre otros, por Imperio, Gerónimo Yorio y Carlos Patrón la que lo fue introduciendo en los escenarios de la música típica. Muy cercano a todos ellos, y con gran sensibilidad para captar la potencialidad artística de esa tendencia, Gavioli fue clave en su desarrollo. "Romeo tenía esa característica de estar muy atento a lo popular", recuerda su sobrino Rolando. Los tambores alcanzaron un rango estable en pie de igualdad con el resto de los instrumentos. Y puro o en fusión con el tango, la milonga o el vals, el candombe comenzó a ganar un protagonismo fundamental en el repertorio. El grupo autoral de Imperio, Yorio y Gavioli compuso en esa época grandes éxitos populares. Más enfocados en la letra Imperio y Yorio, y más responsable Gavioli de la línea melódica, el terceto entregó páginas memorables de la música popular y ejemplos inaugurales del candombe canción. "Baile de los morenos", "Estampa del 800", "Fiesta del tambor", "Abuelito blanco" y las ganadoras del primer y segundo premio en el concurso de la Canción de Carnaval 1950: "Tinta negra" y "Luna carnavalera", son algunos ejemplos.

También por esta época Romeo y su orquesta, esta vez con Imperio como socio en la composición, participaron en la realización de la obra teatral escrita por Wimpi El nombre más lindo del mundo, estrenada en 1947 en el Teatro 18 de Julio.

DIMENSIÓN POLÍTICA. "Romeo apoyaba todas las causas de los trabajadores; si estaba en huelga la gente del azúcar, allá se iba Romeo a cantarle; tenía un sentido de la solidaridad formidable", dice Fleitas. Su vocación por las causas sociales se manifestó principalmente hacia el interior de su gremio. Fue participante fundamental en el proceso de formación de la Sociedad Uruguaya de Artistas Intérpretes (SUDEI). "Se cobraban derechos de autor", cuenta Pepita Fernández, cantante de las orquestas de Romeo y viuda de Rolando, "entonces él decía que teníamos que cobrar derechos de intérprete". Su discurso en una conferencia de AUDEM, el gremio de trabajadores de la música, donde se debatía el alejamiento de la Unión General de Trabajadores (UGT, brazo sindical del Partido Comunista de la época) deja claras algunas de sus convicciones: "¿es posible que al músico no le interese el problema económico del país, de su desarrollo? ¡Cómo podría no interesarle cuando en ello está la felicidad y el bienestar de nuestros hogares; y cómo no defender nuestras conquistas alcanzadas hasta el presente, sino con la unidad entre nosotros y con todos los gremios que componen la fuerza viva, laboriosa, social, de nuestro país!" Gavioli estaba afiliado al partido comunista. Un comunismo que en su caso, según sus allegados, era expresión política de un idealismo radical, casi ingenuo, que mostraba también en los otros aspectos de su vida. De ese rasgo y de una hipersensibilidad dolorosa hablan algunos de sus amigos y familiares cuando intentan explicarse los esporádicos estados de melancolía, que posiblemente hayan determinado su decisión final.

LA AUSENCIA. Romeo Gavioli se suicidó el 17 de abril de 1957, lanzándose con su auto a las aguas del puerto de Montevideo. Esa circunstancia, tal vez, haya impregnado en la memoria popular una nota oscura contraria a la luz artística y humana de su trayectoria. Alguna prensa de entonces no desaprovechó la oportunidad de asestar su puntada política en la cobertura del suceso: "de posición económica desahogada, era músico y cantante popular, que si no prosperó más en su fama se debió a que mostraba adhesión a determinada tendencia totalitaria y esclavizante del hombre", decía en su crónica el diario El Día del 18 de abril. Por estas o por otras razones, Gavioli no se transformó en mito. Su figura pionera, en lo artístico y en lo gremial, no creció en el inconsciente colectivo como la de otros tangueros fallecidos de manera prematura. Pero subsiste en las historias más pequeñas de quienes disfrutaron de su música.

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