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Jueza penal inicia investigación sobre la ocupación de la Corte

Choque de poderes. La Suprema Corte de Justicia denunció la ocupación de su sede ante la jueza penal de turno, que hoy iniciará la indagatoria | 300 manifestantes apoyaron a la jueza Mota

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Los policías que actuaron ayer en el desalojo del edificio de la Suprema Corte de Justicia (SCJ) pasarán hoy por el juzgado penal para aportar filmaciones y fotografías del incidente en ocasión de la jura en el cargo de la jueza Mariana Mota.

La Policía Técnica entregará hoy a la jueza Gabriela Merialdo una carpeta en la que se encuentran filmaciones y fotografías de la ocupación de la sede de la SCJ, por parte de unas 300 personas que rechazaban el traslado de la jueza Mota desde una sede penal a una civil.

La SCJ, que debió postergar tres horas el juramento de Mota en su nuevo cargo, puso la ocupación en conocimiento de la jueza Gabriela Merialdo, quien se encuentra de turno. Merialdo y el fiscal Gustavo Zubía esperan recibir hoy la información policial primaria en base a la cual se comenzará a evaluar si existió o no delito.

Sobre las 11.00 de ayer una avalancha de activistas ingresó a SCJ con el objetivo de obligar a suspender la jura en el cargo de la jueza Mota, quien tenía a su cargo más de 50 casos por violaciones a los derechos humanos, y cuya actuación en la materia es muy valorada por los familiares de víctimas y organizaciones sociales y muy cuestionada por los militares.

"Queremos que se suspenda el acto", dijo el exguerrillero tupamaro Jorge Zabalza, uno más entre los movilizados. Los brazos de los pocos guardias no alcanzaron para evitar que unas 300 personas ingresaran al Palacio Piria, sede del máximo órgano judicial.

Los manifestantes gritaban consignas a favor de la jueza: "Mota, amiga, el pueblo está contigo", "Mariana presidenta", "jueces traidores, alcahuetes", "se va a acabar, se va a acabar la dictadura judicial" y "que se vayan, que se vayan".

INCIDENTES.

Mientras la mesa prevista para los juramentos de los magistrados permanecía vacía, las horas pasaban y el ambiente se hacía irrespirable. Los gritos no se detenían y la presencia policial aumentaba.

El coordinador de Jefatura de Policía de Montevideo, Miguel Iraola, hizo varias inspecciones oculares en la sala. Vio a un grupo de manifestantes iracundos, entre los que estaba la líder de Plenaria Memoria y Justicia, Irma Leites, y algunos familiares de los jueces donde había algunos niños.

En determinado momento alguien comentó en voz alta que estaban llegando 30 efectivos de la Guardia Metropolitana para respaldar el procedimiento. De inmediato, varios militantes se movilizaron al patio central del primer piso del edificio. La orden de desalojo ya había sido cursada. Se instaló un cordón policial para evitar nuevos ingresos al recinto. Los primeros en chocar con los efectivos policiales fueron Zabalza y el encargado de Derechos Humanos del Pit-Cnt, Edgardo Oyenart. No hubo golpes pero sí varios empujones.

Mientras los policías lo empujaban Zabalza dijo que se sentía como cuando tenía 17 años y "los milicos nos sacaban de la Universidad".

Varios manifestantes portaban carteles contra el ministro de Defensa, Eleuterio Fernández Huidobro. "Acá tendrían que estar los ministros y el presidente de la República que deberían estar indignados de que se haga una maniobra por la que 55 causas de crímenes de Estado queden relegadas. También tendría que estar Mónica Xavier y la mesa política del Frente si es que desean la verdad y la justicia", dijo Zabalza.

Oyenart dijo que la salida del cargo de Mota comenzó con la presencia de la jueza en la marcha del silencio, tras lo que "blancos, colorados, la prensa y algunos de izquierda iniciaron su eliminación del Poder Judicial".

Agregó que se viene preguntando "seriamente" si hay un acuerdo entre el Poder Ejecutivo y los militares acusados de violaciones a los Derechos Humanos para no generar nuevas causas contra los uniformados de la dictadura.

Sobre el mediodía los delegados del Pit-Cnt entendieron que el hecho político que buscaban los convocantes ya se había alcanzado por lo que abandonarían la sede de la Corte para dejar que se ejecutara la ceremonia con normalidad.

"Es una decisión política que tomamos las cuatro organizaciones convocantes, no es una retirada sino la valoración política sobre la necesidad de pegar un viraje", dijo Oyenart.

Los sindicalistas se reunieron de inmediato con la líder de Plenaria Memoria y Justicia, Irma Leites, para proponerle desalojar el edificio.

La activista afirmó que ella no había convocado a nadie y que no estaba dispuesta a irse porque se lo pidieran los dirigentes de la central sindical. Desde ese momento los dirigentes del Pit-Cnt recibieron insultos de varias mujeres cercanas a la líder de Plenaria. "Alcahuetes, les gustan las cámaras, no nos vamos nada", gritaron. Un rato después el jefe de Policía de Montevideo, Diego Fernández, ingresó a la sala de juramentos y anunció que en un minuto se desocuparía el edificio. Los familiares de los jueces debieron salir y volver tras el desalojo. Por el lado de Mota la que más lamentó no poder acompañar a su amiga fue la abogada Hebe Martínez Burlé, denunciante en varios casos de derechos humanos.

CABIZBAJA.

Tras la demora, finalmente tuvo lugar el juramento ante los ministros de la SCJ. Además de Mota, otros diez magistrados juraron en sus nuevos cargos.

Al finalizar el acto protocolar, todos los ministros de la Corporación saludaron a los jueces. Mota, parca y cabizbaja, se limitó estrechar tibiamente la mano de los miembros de la Corporación sin mirarlos a los ojos.

Mota, en un breve diálogo con los medios de prensa, dijo que no quería cambiar de juzgado. Consultada sobre si la Justicia uruguaya es independiente, hizo un silencio y dijo: "debería ser independiente".

Una vez que la jueza Mota juró en su cargo salió del edificio y fue vitoreada por los activistas. Acompañada por sus familiares y un grupo de manifestantes caminó por la calle San José donde una mujer que no se identificó la insultó y la jueza rompió en llantos.

Tras recomponerse, siguió por San José donde un grupo de activistas la acompañó hasta el cruce con Maldonado y allí la jueza y su familia subieron a un automóvil. Hubo aplausos.

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