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18.000 niños colombianos en bandas criminales

Informe. Los menores son retirados de sus familias para servir de "soldados"

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Al menos 18.000 niños y adolescentes integran diversos grupos armados ilegales, como guerrillas de izquierda y bandas criminales en Colombia, según un informe. El reclutamiento forzado se incrementó en los últimos cuatro años.

"Éramos pobres... Muy pobres (...) De no tener ni pa comer. Mi mamá sufría mucho (...) Y uno, pues... se desespera".

Juan, su nombre para esta nota, entró a la guerrilla marxista de las FARC a los diez años, después de perder a dos de sus nueve hermanos por una enfermedad desconocida, a una hermana que está desaparecida y a su hermano mayor al que mataron.

Salía de su casa todas las mañanas, muy temprano, caminaba más de una hora hasta la escuela y regresaba al mediodía, a trabajar en el campo. Un día se quedó dormido en clase. Tenía hambre, estaba exhausto. Se despertó de un golpe en la cabeza. Su maestra, furiosa, le gritaba que era muy tonto para aprender, que no merecía quitarle el puesto a otro niño. "Siempre me trataba de bruto (...) Entonces, no volví", dice. "El día que vea a esa vieja hija de puta, me las paga", añade.

Juan recuerda claramente el día en que se fue para el monte: habían citado a los de su vecindario a una reunión de la junta comunal. Ese día, como pocos, había estado jugando fútbol, a pesar de que a los niños les tenían prohibido salir, con las cosas tan revueltas como estaban.

"Llegaron ahí y nos preguntaron de qué lado estábamos (...) Y ahí nos fuimos varios", recuerda. Él no tenía nada que pensar, pues eso no es una consulta, sino una orden, el destino de quienes viven en medio de la violencia. "Yo no quería irme, ¡qué tal!, pero ¿quién les dice que no a esos manes?".

ALARMANTE. Juan es una de las miles de caras del reclutamiento de menores, un fenómeno que ha crecido en progresión geométrica en los últimos cuatro años, hasta convertirse, junto con el desplazamiento forzado, en uno de los indicadores más preocupantes de la evolución del conflicto, con el carácter epidémico de una emergencia humanitaria.

De eso da fe el informe "Como corderos entre lobos", del Instituto Colombiano de Libertad Familiar, que será presentado este miércoles. Se trata de una investigación de cuatro años, llevada a cabo por un equipo de más de 80 personas, que sistematizó las circunstancias que rodean el reclutamiento de menores de edad en Colombia.

Según el documento, todos los niños y niñas reclutados provienen de la fracción más pobre (12,6%) de la población. Por lo general, su origen es rural y sus padres son campesinos (69%). Hoy se recluta en las ciudades 17 veces más que hace cuatro años.

Los menores son reclutados alrededor de los 12 años. La mayoría son varones (57%), pero el reclutamiento de niñas crece precipitadamente. Uno de los resultados más preocupantes señala la extrema vulnerabilidad de los pueblos indígenas: un niño indígena tiene 674 veces más posibilidades de verse directamente afectado por el conflicto armado o de ser reclutado y usado por un grupo armado ilegal o una banda.

Y al revisar la historia de los desmovilizados adultos, se confirma que el 52,3% de los combatientes del Ejército de Liberación Nacional, el 50,1% de las FARC y el 38,1% de las autodefensas se vincularon a estos grupos armados siendo niños.

No menos de 18.000 niños y adolescentes están vinculados a grupos armados ilegales y organizaciones criminales. Y, en un sentido más amplio, unos 100 mil niños y adolescentes están vinculados a sectores de la economía ilegal directamente controlada por grupos armados.

DOLOR. Juan, como otros excombatientes, está lleno de cicatrices. Al principio, lloraba en la noche y solo pensaba en escapar. "Me pusieron a cargar muertos, para que se me pasara el miedo", cuenta. Algo similar cuenta José: "¿Cuál era el entrenamiento? Nos dividían en dos grupos y nos tocaba emboscarnos". "Vea, la cosa era así -comenta Esteban- la primera arma que te dan es la parte de un muerto, un pedazo, para que te acostumbres al olor de la muerte". En efecto, el 76% de los niños reclutados ha experimentado o presenciado "castigos ejemplares", que erradicaron, por la vía del terror, cualquier voluntad de escapar.

Y la situación de las niñas dista de ser muy diferente.

"Al `Cucho` todos le temían. Desde que llegué, me ponía en cuatro todos los días. De novia, pero me iba bien". Así relata Jenny su iniciación sexual en el grupo armado, cuando tenía 13 años. Para otras niñas, la situación era insostenible. El 42% de las entrevistadas consideraba una obligación atender sexualmente a los superiores.

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