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Escándalos llevan a monarquía española a vivir su peor hora

En crisis. Tras la polémica generada por el viaje a Botswana a cazar elefantes, el rey pidió perdón. Ahora, en un entorno de crisis, llega para don Juan Carlos el mayor reto: retomar la iniciativa. Este es el retrato político de su complicada situación.

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Se preparó para ser rey, pero no para pedir perdón. Los reyes no se excusan. Si sucede, es que algo muy grave está pasando. Estos días, antes y después del impacto de las imágenes del rey con la cabeza gacha, las preguntas se repiten: ¿Estamos ante el ocaso de Juan Carlos? ¿Superará la monarquía esta crisis? ¿Ha llegado el momento de pensar en una abdicación?

La de Juan Carlos ha sido una vida acelerada, llena de sorpresas y momentos cumbre en los que todo podía salir fatal. En un país con dos repúblicas a sus espaldas, con un partido centenario como el socialista de tradición republicana, con una izquierda y unos nacionalistas declaradamente antimonárquicos y una parte importante de la derecha que nunca quiso la monarquía y mucho menos a este rey, la tranquilidad estaba descartada. Pero nadie en su entorno, y mucho menos él mismo, pensó nunca que la crisis de credibilidad llegaría tan lejos precisamente en el momento más difícil, en el que sus 74 años, 36 de ellos como rey, sus problemas de salud y sus dificultades de movimientos hacían que muchos, siempre en sordina, siempre en los cenáculos del poder en Madrid, hablaran ya de la sucesión.

El rey, señalan los que le conocen, se quedó muy impactado al comprobar la profunda indignación que había causado una noticia que nunca se pensó como tal. Como en otras muchas ocasiones, había preparado un viaje privado destinado a ser absolutamente secreto. Como otras veces -la fotografía que se ha publicado en una cacería es de 2006- se había organizado para él una cacería de elefantes en Botswana. Otras veces fueron búfalos, otras osos en Rumania. Siempre en secreto, invitado por algún empresario. Pero esta vez, además, en la peor semana de la prima riesgo española, mientras el gobierno anunciaba recortes duros en educación y sanidad.

El gobierno de Mariano Rajoy, una vez más, como antes el de José Luis Rodríguez Zapatero, había mirado para otro lado, como si no fuera asunto suyo. Mientras sea secreto, no hay problema, se pensaba. Rajoy, que conocía el viaje, no se animó a frenarlo, si es que en algún momento pensó que debía hacerlo.

Algunos políticos de ambos partidos consultados señalan que con Zapatero primero y ahora con Rajoy se ha perdido mucha formalidad en las relaciones entre el gobierno y la Casa del Rey. En teoría, el Ejecutivo debe controlar y dirigir todo lo que hace y dice el rey. Pero en la práctica ese control se ha relajado con los años, por lo que algunas de las críticas plantean ahora que Rajoy debe recuperar el mando. Señalan que a eso se refería el presidente cuando dijo a los periodistas, en un avión entre México y Colombia, ante una pregunta sobre el perdón del rey: "Las cosas van a ir bien en el futuro". La Casa del Rey se muestra dispuesta a mejorar la comunicación con el gobierno.

Lo cierto es que todo se ha aliado para formar la tormenta perfecta. El rey se rompió la cadera en la cacería. La Zarzuela dudó durante 36 horas en los que todo se mantuvo en un secreto impensable en cualquier otra institución. Alguien incluso planteó contar oficialmente que se había caído en Madrid. Al final, cuando Juan Carlos ya estaba en un hospital preparado para ser intervenido, se intentó una voladura controlada, al estilo tradicional. Un día y medio después. Pero fue imposible.

Se hizo público el viaje sin muchos detalles, pero los suficientes -caza, Botswana, elefantes- y la prensa ató rápidamente cabos: safari elitista, escapada en la peor semana para la prima de riesgo, poco después de haber dicho que el paro juvenil le quitaba el sueño y pedir a los empresarios que arrimaran el hombro. Desde ese momento, el rey ha podido comprobar la magnitud de la crisis institucional a la que se enfrenta. Ha leído prensa, ha visto la televisión, ha escuchado la radio. Pese al evidente respaldo tanto del gobierno y el PP como del PSOE, al menos de la dirección del PSOE, el escándalo crecía a cada hora, alentado por los detalles que iban narrando los medios de comunicación y un fenómeno con el que la monarquía, acostumbrada a resolver las crisis en despachos, no contaba: las redes sociales.

EL PEOR. Juan Carlos y sus asesores comprobaron con estupor cómo se rompía definitivamente el tabú de los viajes, las amistades y la vida privada del rey, que resistió durante 36 años de reinado. Durante cinco eternos días de crisis, el rey llegó a una conclusión muy clara, empujado por sus asesores: o hacía algo muy radical para intentar recuperar el prestigio y el afecto de la ciudadanía, sobre todo la que no es monárquica pero respeta su figura, o podía estar frente al final de su carrera. La conclusión se perfiló hasta llegar a una idea: "O pide perdón, o está muerto políticamente". Y lo hizo: "Lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir". Una petición de disculpas nítida, que no ha dejado a nadie indiferente, y que ha permitido al PP y al PSOE salir de nuevo en su apoyo sin matices. En una España en la que ya parecen rotos todos los pactos tácitos, en la que se habla de casi todo, el rey sigue siendo, para la política y el empresariado, para el poder, una figura casi intocable.

La preocupación está creciendo. Todas las alarmas saltaron en octubre de 2011, cuando encuestas detectaron que, por primera vez en la historia, la monarquía suspendía en valoración ciudadana, con un 4,89 sobre 10. Las encuestas de Metroscopia detectan además algo más profundo: los jóvenes por debajo de 35 años, que no vivieron la Transición ni el golpe de Estado, no comprenden la utilidad de la monarquía. Si en 1996 apostaban por ella el 66% de los encuestados frente a un 13% de republicanos, en 2011, ha pasado a un 49% a 37%, siempre a favor de la monarquía. Entre menores de 35 hay empate a 45%.

Pero lo más preocupante para los políticos es que encuestas recientes que se manejan estos días en los despachos indican que el deterioro de Juan Carlos e incluso de rebote del Príncipe es muy importante y que en los menores de 35 años, la república ya supera claramente a la monarquía como preferencia, por primera vez desde 1978.

¿QUE HACER? La Zarzuela habla de mucha mayor transparencia, algunos de cambio de rumbo. Esto es, no más cacerías en plena crisis, no más silencio sobre las cuentas y los regalos del rey. Señalan que ya empezaron esos cambios el año pasado al publicar, por primera vez, cómo repartía el rey las asignaciones entre su familia.

El nombramiento hace ocho meses de un nuevo jefe de la Casa del Rey, Rafael Spottorno, y hace mes y medio de un nuevo responsable de comunicación, Javier Ayuso, respalda esa idea de la renovación. Ambos tienen por delante un reto difícil: adaptar una institución por definición arcaica y reservada al mundo abierto e hipercrítico de siglo XXI. Se plantean, de momento, una gran reforma de la web.

El gobierno, en privado, también señala que está dispuesto a cambiar cosas. Pero a la hora de la concreción no hay nada claro. La vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría ha dejado clarísimo, antes y después del escándalo, que la Casa del Rey queda excluida de la ley de transparencia porque no es una administración pública.

Tampoco parece claro si el gobierno está dispuesto a dar mucha más transparencia a sus relaciones con la Casa del Rey. Y 33 años después de aprobar la Constitución, aún está pendiente la ley orgánica que prevé para regular la jefatura del Estado, que debería precisar las labores del príncipe cuando su padre está de baja. Tampoco se ha abordado la reforma constitucional para eliminar la prevalencia de la mujer en la sucesión.

Lo que más preocupa ahora es la figura de Juan Carlos. El rey siempre ha presumido de olfato político. Y todos los que le conocen insisten en que lo tenía, y muy desarrollado.

ABDICACIÓN. En los círculos de poder se maneja una hipótesis muy extendida. Señalan que el Rey ya no está tan pendiente de los asuntos de actualidad como antes. Que está cansado. Dicen que le afectó mucho la operación para extirparle un tumor en el pulmón en mayo de 2010. Finalmente, los médicos concluyeron que no tenía cáncer. Pero el susto fue enorme. Pero el rey, eso lo tienen clarísimo todos los consultados, no quiere abdicar. De hecho, en las brevísimas palabras que pronunció incluyó un mensaje claro para todos los que especulan con la abdicación: "Me encuentro muy bien y estoy deseando volver a mis obligaciones". El relevo, sin embargo, lleva mucho tiempo en preparación. Incluso los que ven razonable la abdicación saben que es prácticamente imposible, porque el rey no quiere.

Sin embargo, y para preparar ese momento, el príncipe lleva mucho tiempo trabajando todos los círculos políticos y económicos españoles e internacionales, acudiendo a las tomas de posesión de todos los presidentes latinoamericanos. De hecho, otra de las grandes preocupaciones que esta crisis ha devuelto al primer nivel es que el rey está perdiendo, poco a poco, esa gran influencia en América Latina que tenía.

La burla de Cristina Fernández sobre la similitud entre la curva de la producción de petróleo en Argentina y la trompa de un elefante han puesto en evidencia esa realidad. Las cumbres iberoamericanas, antes grandes momentos para el rey, han ido perdiendo peso. El caso de la expropiación de Repsol, donde la mediación del rey, que existió, ha sido infructuosa, también remata esa imagen.

Mientras se trabaja a la nueva generación de líderes latinoamericanos, don Felipe busca la cercanía de todos los políticos españoles, sobre todo los de su generación y las siguientes. El príncipe, como antes hizo el padre, cuida especialmente a los no monárquicos, algo que indigna a la derecha extrema, que considera a los Borbón demasiado cercanos a los socialistas. Todos los políticos consultados, también los del gobernante PP, asumen que la clave para que la monarquía aguante es que el PSOE mantenga su apoyo. Solo eso frena, señalan, que el debate monarquía-república se instale definitivamente en la sociedad. Felipe está informadísimo de todos los movimientos pro república, sabe que pueblos gobierna Izquierda Unida, conoce a sus dirigentes, y siempre quiere saber hacia dónde va el PSOE. Es muy distinto de su padre, señalan quienes le conocen. Muy profesional pero nada campechano.

Aunque la verdadera inquietud del gobierno y del PP estos días no eran las grietas en la izquierda, sino precisamente entre los monárquicos y la derecha moderada. El artículo en El Confidencial de José Antonio Zarzalejos, exdirector de Abc, en el que planteaba que el rey estaba tirando por la borda todo el apoyo que se le ha dado y apostaba ya por don Felipe, causó un gran impacto en el Ejecutivo y el PP.

Por otro lado, asociar a la Familia Real con uno de los casos de corrupción más conocidos de España, es algo mucho más grave que una cacería. Justo en el peor momento de la crisis, mientras el rey estaba ingresado en el hospital, se publicaron unos correos electrónicos de Iñaki Urdangarín que indicarían que el propio don Juan Carlos, mucho después de pedir a su yerno que abandonara sus negocios privados, hizo gestiones ante el presidente valenciano, Francisco Camps para favorecer al marido de su hija Cristina. Pero esto no trascendió demasiado. Un empresario lo expresa con claridad: "Curiosamente, la magnitud de la polémica del elefante ha tapado el bosque del caso Urdangarín".

La clave, a partir de ahora, está en ese "no volverá a ocurrir". Se ha abierto la veda, y el rey va a ser mirado con lupa. Algunos incluso piensan que puede ser un error esa promesa, porque no habrá un segundo perdón. El rey, en los últimos meses, ha cometido bastantes tropiezos.

LAS NOTICIAS QUE DAÑAN LA IMAGEN REAL

Iñaki Urdangarín

Yerno del rey de España

El 7 de noviembre de 2011 Anticorrupción registró la sede de Noos, sociedad en la que Iñaki Urdangarín fue presidente. Luego, la Casa del Rey lo apartó de las actividades oficiales. En su discurso navideño, el rey dijo que "todos somos iguales ante la ley" en alusión a su yerno y luego procedió a hacer públicas las cuentas reales. Más tarde, el juez levantó el secreto del sumario e imputó a Urdangarín. El 25 de febrero de este años el yerno del rey compareció en los juzgados para prestar declaración.

Felipe de Marichalar

Nieto mayor del rey de españa

El nieto mayor del rey Juan Carlos de España se disparó accidentalmente en el pie derecho el pasado 9 de abril. Sucedió mientras realizaba unas prácticas de tiro. Felipe de Marichalar, hijo de la infanta Elena de Borbón y Jaime de Marichalar, divorciados desde el 2009, fue operado tras el accidente. Marichalar, de 13 años y el mayor de los ocho nietos de los reyes Juan Carlos y Sofía, levantó polémica debido a que España no permite el manejo de armas de fuego a menores de 14 años.

Juan Carlos

Rey de España

El 14 de abril dio a conocer el viaje del rey de España a Botswana para cazar elefantes, y se informó que allí se rompió la cadera. El monarca fue trasladado en avión de regreso a su país e intervenido quirúrgicamente para colocarle una prótesis en el Hospital San José de Madrid. Los viajes de caza son habituales para el monarca español, y generalmente son pagados por empresarios. Esto no se sabía hasta el incidente, que obligó al monarca a pedir disculpas ante una cámara.

Una amante entre sombras y un trato frío pero correcto con la reina

Hace algunos años, el rey Juan Carlos definió a la reina en un libro de José Luis de Vilallonga como una "gran profesional". El calificativo fue interpretado como un cumplido. Pero la reina esperaba un reconocimiento más cálido de su esposo.

Los reyes de España cumplen, el 14 de mayo, 50 años de matrimonio. La unión se mantiene formalmente, pero ha evolucionado siempre pensando en lo mejor para la Corona, y, por tanto, para su hijo Felipe.

El papel de la reina en la familia real ha ido cambiando.

Primero fue esposa; luego, madre, y ahora, mediadora y pacificadora. Ella es quien se encarga de tomar la iniciativa cuando hay crisis familiar, de recomponer la imagen de familia cuando hay problemas. Aunque le cueste cada vez más encarnarlo.

Los 15 minutos que permaneció el lunes junto a su marido recién operado no pasaron desapercibidos. Como tampoco su decisión de no variar el viaje a Grecia, pese a que el rey volvía de Botswana con una cadera rota. La reina decidía irse Grecia como don Juan Carlos pasar con otras compañías esos días de vacaciones en África.

Los monarcas aparecen en público siempre que la agenda oficial lo exige, pero apenas comparten horas de ocio y familia.

La reina estuvo en Semana Santa con su hermana Irene en Palma de Mallorca. El Rey llegó con el tiempo justo de asistir el domingo a la misa de Pascua. Luego prosiguió viaje a Botasuna. El pasado verano, la estancia del rey Juan Carlos en la isla se redujo a unos días. La reina Sofía, sin embargo, se instaló en Marivent.

En Navidad coincidieron pocos días. Se reunieron para la Nochebuena. Desde hace tiempo reciben el Año Nuevo cada uno por su lado. El propio rey ha bromeado en público sobre algunas situaciones.

Hace un mes, en una entrega de becas de La Caixa en la que confesó que el desempleo juvenil le "quitaba el sueño", le pidió a la reina en público que no interrumpiera sus palabras: "Está claro que a ella le gusta más la música".

El caso Urdangarín ha tensado más las relaciones. Esa profesionalidad que ve Juan Carlos en su esposa quedó aparcada tras estallar el escándalo del Instituto Nóos.

Fue entonces cuando Sofía decidió ser madre antes que reina y se dejó fotografiar con la infanta Cristina e Iñaki Urdangarín en Washington, una imagen muy criticada y calificada como inoportuna. Al rey tampoco le gustó esa actitud.

La reina Sofía estos días ha hecho un nuevo intento de acercamiento tras la crisis del safari. Después de la visita de 15 minutos, en la que la pareja no se quedó sola ni un minuto y apenas se intercambió un breve saludo, decidió volver a la clínica al día siguiente.

Pasaron juntos casi tres horas. Ella le dio un par de besos al llegar y le llevó un dulce. Comieron juntos y a solas. Hablaron mucho.

De nuevo, ambos decidieron ser profesionales.

Pero en medio de esta relación "profesional" aparecieron, en los últimos días, nombres como el de la princesa alemana Corinna Zu Sayn-Wittgenstein.

La primera pista la dio el diario italiano La Stampa, en una nota donde anunciaba que "en España hay dos reinas: la oficial, Sofía, de 73 años, casada desde 1962 con el rey Juan Carlos, y la oficiosa, la provocadora y rubia princesa Corinna Zu Sayn-Wittgenstein (46), separada y amante desde hace cuatro años del soberano más "tombeur de femmes de Europa".

La alemana, que se volvió princesa gracias a su segundo matrimonio con el príncipe Casimir Zu Sayn-Wittgenstein, vive desde hace varios años en Madrid junto a sus dos hijas.

De acuerdo al artículo, ella y el rey se conocieron en 2006, en un banquete en honor del monarca cuando visitó Ditzingen, un pueblo del Sur de Alemania. Si bien existen varias versiones, la presencia de una tercera en discordia no parece ser tan descabellada.

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