LUCIANO ÁLVAREZ
El Colegio de Médicos de Londres fue una organización de élite creada por cédula real de Enrique VIII en 1518. Lo dotó de grandes poderes para controlar el ejercicio de la medicina. El rey había sentido la necesidad de tomar en serio la salud del pueblo de Londres puesto que "es el corazón del reino" y mediante esta institución se pretendía que fueran los más formados y experimentados quienes practicasen la medicina. Se inspiraba en el modelo "humanista" italiano.
Hasta su creación y según la "common law", -el derecho tradicional anglosajón- para ejercer solo se requería el consentimiento del paciente
Si bien las universidades tenían el poder de conceder títulos, el Colegio de Médicos de Londres -a diferencia de los italianos- no estaba asociado a ninguna universidad; un punto es clave para comprender este relato.
Lo cierto es que el Colegio impuso severas condiciones de ingreso. En principio era necesario ser inglés, aunque luego este derecho se extendió a todos los británicos, por la única razón de permitir el acceso del médico personal de rey James I, que era escocés. La segunda condición eran los estudios universitarios de medicina, aunque podían conceder licencia a médicos sin formación académica pero con experiencia práctica. Por fin, el candidato debía pasar por un examen de teoría médica ante el llamado Comitia Censorum. Como habían establecido un numerus clausus de apenas veinticuatro socios, éstos eran los únicos con derecho a ejercer la medicina en Londres. De modo que aun aprobando el examen, el solicitante debía esperar a que hubiera una plaza vacante.
El Colegio podía sancionar el ejercicio sin licencia o la mala praxis, con prohibiciones y multas, Incluso podía encarcelar a los infractores y mantenerlos en prisión durante el tiempo que considerase oportuno.
Thomas Bonham era un médico que había estudiado en Cambridge y obtenido un doctorado en Oxford. Nunca se había preocupado por ingresar al Colegio. En 1605 dirigió al Parlamento la petición para obtener el derecho "de administrar remedios" médicos; el Colegio interpuso sus derechos y la petición fue rechazada. Entonces Bonham aceptó el camino de obtener la licencia del Colegio, se presentó al examen, pero no fue aprobado en dos convocatorias sucesivas. No solo no fue admitido sino que, puesto que había venido ejerciendo la medicina sin la licencia del Colegio, le fue impuesta una multa de cinco libras, con el apercibimiento de prisión si no pagaba.
Puede sospecharse una animadversión hacia el díscolo Bonham. Este se negó a pagar y en octubre de 1606 fue arrestado y condenado a pagar 10 libras. Los censores del Colegio recibían la mitad de la multa impuesta.
Su abogado presentó el caso ante el tribunal del Common Pleas (Tribunal Supremo de las súplicas comunes), encargado de las causas civiles, uno de los tres que conformaban el sistema inglés. El tribunal, presidido por Edward Coke le otorgó el Habeas Corpus y un mes más tarde, el 7 de noviembre, el tenaz Bonham se presentó ante el Comitia Censorum del Colegio, con su abogado.
Luego de recodarle su historial de desobediencia, le preguntaron si había vuelto para cumplir sus obligaciones o para examinarse de nuevo. Bonham le contestó que pensaba seguir ejerciendo sin su autorización; argumentaba que la intención original de la ley era la de prevenir las prácticas incorrectas de la medicina y que no pudieran ejercerla los meros empíricos y los impostores. En cambio no era razonable negársela a quienes, como él, tenían un título universitario. En los hechos Bonham cuestionaba el monopolio corporativo ejercido por el Colegio.
A partir de ese momento habría dos juicios. Por un lado el Colegio se dirigió al tribunal del King`s Bench, que tenía jurisdicción criminal y civil. No solo pedía multar a Bonham con la considerable suma de sesenta libras.
Por otro lado, Bonham volvió ante el Common Pleas y reclamó una indemnización de cien libras al Colegio de Médicos por la prisión a la que había sido sometido, considerándola un secuestro.
El King`s Bench condenó a Bonham a pagar la solicitada multa de sesenta libras. Como éste se negó fue a parar de nuevo a la cárcel. Era el 3 de febrero de 1609. El caso duraba ya casi tres años.
El arzobispo de Canterbury intercedió por Bonham, alegando la irracionalidad de enviar a prisión a un hombre formado en Cambridge y con larga experiencia profesional. El Colegio le respondió que el procedimiento no solo se ajustaba a la ley sino que el médico seguía preso por su propia obstinación. Le bastaría renunciar al juicio entablado ante el Common Pleas para ser puesto en libertad.
Por fin este tribunal, a través del juez Edgard Coke, emitió un fallo que ejercería una enorme influencia en el derecho anglosajón y sería estudiado y discutido hasta hoy.
Coke condenó al Colegio de médicos a pagar cuarenta libras basándose, por un lado en que los censores no pueden ser jueces, ministros y partes al mismo tiempo y por otro en que hay diferencia entre practicar sin licencia y practicarla de modo incorrecto. El daño que produce la práctica incompetente concierne al cuerpo del hombre y por lo tanto es razonable que el ofensor sea castigado en su propio cuerpo, es decir, encarcelado. Sin embargo, el que practica medicina de una manera correcta, aunque lo haga sin licencia, no causa ningún perjuicio al cuerpo de nadie y por ello tampoco a él se debe sancionar de tal modo. Por lo tanto Bonham podía ser multado por el Colegio por práctica ilícita pero no tenía el poder de encarcelarle por ello. En los hechos, Bonham optó por irse a Oxford donde pudo ejercer tranquilamente.
Pero el argumento que hace histórico este caso es la afirmación de Coke según la cual los jueces tienen derecho a juzgar inválidas aquellas leyes que vayan contra la razón o sean absurdas o contradictorias o imposibles de ser ejecutadas. "la razón -dice Coke- es la vida de la Ley, o mejor dicho, las leyes consuetudinarias no deben ser otra cosa que la razón. La ley es solo la perfección de la razón". Coke apenas comenzaba una larga lucha por la superioridad de la ley sobre el poder y la arbitrariedad.