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Argentina cede protagonismo frente al impulso brasileño

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HORACIO BAFICO/GUSTAVO MICHELIN

Mientras Argentina no trasmite seguridad en la relación bilateral y retrocede su influencia relativa sobre la economía uruguaya, Brasil sigue avanzando paso a paso y la vieja política del equilibrio entre las partes va perdiendo vigencia.

El relacionamiento económico entre los países se da a través de varios canales. El más obvio es el comercial, tanto de bienes como de servicios. Pero existen otros muy importantes, tales como la integración energética, los flujos de inversiones, los movimientos a través del sistema financiero y las obras de infraestructura binacional.

Durante la década del noventa Argentina era el principal socio económico de nuestro país y en varios de los canales mencionados su rol era preponderante. Los lazos eran comerciales, pero también financieros y había un flujo de inversiones de ese origen importante, dirigido fundamentalmente al sector turístico. En la última década esa relación se debilitó. Argentina se aisló del mundo, concentrándose en sus problemas internos. Como resultado de ello adoptó una serie de medidas que afectaron a nuestro país. El más notorio fue el bloqueo de los puentes sobre el Río Uruguay durante varios años, pero también cabe señalar las sucesivas trabas en materia comercial. En tal sentido, los encuentros al más alto nivel entre los gobiernos de ambos países son muy importantes para superar los desacuerdos, aunque la experiencia nos muestra que no cabe esperar mucho de ellos.

Las trabas existentes y los cambios que se fueron dando en el país en la última década determinaron que aquella estrecha relación, que hizo pensar a muchos con cierta razón que la suerte de Uruguay estaba atada a la de su vecino, se debilitó. Una serie de indicadores lo reflejan. En primer lugar las políticas cambiarias vigentes en cada uno de los países. Durante los años noventa los arreglos cambiarios en ambos márgenes del Plata fueron similares, sistemas de tipo de cambio fijo, en particular el uruguayo, que seguía al del socio mayor. A través de este canal se formaron varios precios en nuestro país. Es más, en aquellos años se dio una situación de alta competitividad de los productos uruguayos frente a sus similares argentinos. Tan importante fue esa relación, que fue la devaluación argentina de diciembre de 2001 la que desencadenó la crisis posterior en nuestro país.

Hoy la situación es otra, en Uruguay rige un sistema de flotación sucia, que sigue muy de cerca al real. En tal sentido, el mecanismo de trasmisión de precios cambió, siendo actualmente Brasil el referente. Así como en los noventa, era Argentina el mercado frente al cual la competitividad era muy alta, en la actualidad es Brasil.

Ello provocó cambios sustanciales en los flujos comerciales del país. En los noventa las exportaciones de bienes a Argentina representaron el 15% del total. En la actualidad su participación relativa se redujo a la mitad, cediendo el tradicional segundo lugar en el ranking de destinos de exportación a China. Por el contrario, Brasil sigue siendo el principal destino de las exportaciones uruguayas.

La menor participación relativa se explica en parte por la pérdida de competitividad, pero también por los cambios en la estructura de exportaciones del país. En los últimos años irrumpieron con fuerza nuevos rubros como la soja y la celulosa, commodities que se exportan fuera de la región. Las exportaciones a Argentina son básicamente de productos manufacturados, y éstos han perdido peso relativo ante el boom de los commodities y la pérdida de competitividad que los afecta.

En materia de turismo también se redujo la importancia relativa de los argentinos. Durante los años 90 casi el 70% de los turistas que ingresaban al país provenían desde ese país y en la primera década de este siglo se redujo al 57%. Al mismo tiempo los brasileños pasaron del 7% al 12%. El principal origen de los visitantes a nuestro país sigue siendo argentino pero disminuyó su importancia. Detrás de esa menor participación relativa se esconde una diferencia cualitativa. El turismo argentino es cada vez más de propietarios que de excursionistas, y el nivel de gasto es superior y hay menor volatilidad de un año a otro.

El otro canal que muestra el desacople de la economía uruguaya de la Argentina es el financiero. Previo a la crisis de 2002 los depósitos de no residentes, fundamentalmente de argentinos, en el sistema financiero local superaban el 40% del total. Hoy dicho porcentaje cayó debajo del 20%. Por otra parte, las colocaciones del sistema financiero uruguayo en Argentina, muy importantes en aquellos años, bajaron drásticamente. De esta manera disminuyó el riesgo argentino sobre el sistema financiero uruguayo, que tantos males causara a principios del presente siglo.

En la última década se produjo un boom en materia de inversiones extranjeras (IED), lideradas por la construcción de la planta de UPM, pero que se diseminaron por todo el entramado económico del país. En esta área se constata una diferenciación importante entre las inversiones de origen argentino y las brasileñas. Las primeras se dirigen fundamentalmente al agro y a la construcción con fines turísticos. La inversión de origen brasileño se ha caracterizado por la adquisición de empresas líderes en el sector exportador.

Las señales políticas que recibe el país desde Argentina no son contundentes.

La historia de la última década nos enseña que se requiere de mucho más que declaraciones para revertir la desconfianza que genera cualquier tipo de emprendimiento que involucre a nuestro vecino. Los proyectos que están en la agenda de los gobiernos son muy contundentes y su avance podría llegar a ser un buen inicio para recuperar el terreno perdido que lentamente va ocupando Brasil. No alcanza con la voluntad de los Presidentes, es el tiempo en que tienen que hablar los hechos.

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