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Paraguay: una tierra de oportunidades

Estudio 3000 completó una década de negocios conquistando la confianza en un país que ha cambiado y sigue siendo rentable

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ASUNCIÓN | PABLO D. MESTRE

"Muchos de los que hace unos años me dijeron que estaba loco por venirme a Paraguay ahora están acá. Y otros seguirán viniendo".

El Ing. Rodrigo Artagaveytia Santayana comenzó la patriada hace 20 años. Decidió desembarcar en un país "lleno de oportunidades". Dejó Uruguay para instalarse en un lugar con "mala prensa", pero confiando en una luz en el horizonte, pues se empezaba a ver gente con mentalidad y visión diferente. Un Paraguay que tenía lo más importante que lo sigue manteniendo hoy: tierras muy productivas y a precios muy bajos.

Esas oportunidades empezaban porque había mucho para desarrollar sobre una tierra fértil y a precios muy bajos, a razón de US$ 20 por hectárea, cuando en Uruguay oscilaba entre US$ 800 y 1.000. Donde el ganado gordo rondaba los US$ 0,75, con muchos picos, muy errático y con una gran dependencia de Brasil. "En aquella época parte importante de la región oriental, el 40% del territorio paraguayo vecino de Mato Grosso del Sur, era de ganaderos brasileños que ni siquiera conocían Asunción".

Aún así Rodrigo Artagaveytia se instaló en Paraguay a principios de los 90.

Un país que conocía por asistir a las exposiciones como criador de Charolais, además con los caballos Árabes de su madre (Olga Santayana). También por frecuentar con un tío, Pablo Santayana, un campo que compró en Mato Grosso. Ahí comenzó a ver el potencial, el crecimiento, porque como aún hoy afirma "en el Chaco la flora se come a la fauna, le pasa por arriba de todo".

Además la visión internacional la tenía pues su padre adquirió un campo en Corrientes, lo que le llevó un poco al salir de Uruguay y ver otras cosas, "lo que eran las zonas más templadas, las especies de pasturas que se producían acá. Todo eso me fue tentando cuando eran estrellitas que me andaban en la cabeza", recuerda.

Y mezcló sus conocimientos de Agrónomo, con la pasión del ganadero, extensivo. "Nací y me crié en Cerro Largo y me siento de ese departamento. Por circunstancia de la vida mi familia cambió el campo y se fue al Sur, pero nunca me adapté con eso. Me identifico con la producción de carne, con la extensión, pero no con el tambo donde viví 11 años y nunca logré que me gustara". Es más, hasta bromea con que "creo que me vine tan lejos para alejarme del tambo".

Así empezó todo. Al llegar a Paraguay empezó a conocer un tipo de gente que no era la que se imaginaba en este país, "no es la que sale en los diarios". Le ayudó haber sido el director de Registros de ARU, pues tuvo oportunidad de insertarse en el nicho de los ganaderos auténticos. "Ahí conocí gente que valía y me di cuenta que si bien había muchos tabúes, realmente Paraguay era un país con muchos problemas, pero se podían hacer las cosas bien. Existían trillos que se podían recorrer en forma seria.

¿Cómo fue ese trillo?

Rodrigo Artagaveytia recuerda que primero trajo a Pierre Wyaux a quien sedujo pero del que recibió un comentario: "se necesita mucha plata, porque tierra hay mucha, pero se debe transformarla en algo útil". Y le tranquilizó: "plata hay, el tema es conseguirla".

A alguien convencido de lo que proyectaba le pareció espectacular. Entonces hizo un proyecto de inversión, que estudió "de cabo a rabo" y vio que era realmente muy interesante. En su momento para comprar 16.000 hectáreas y desarrollarlas había que invertir unos US$ 3 millones. Claro, "no veía con qué cara se los iba a pedir a un cliente con todos esos carteles rojos sobre Paraguay. Pensé que quizás era mejor que fueran cuatro con US$ 750 mil cada uno, pero era más difícil conseguir cuatro locos chicos que un loco grande".

Allí es donde confiesa que tuvo mucha suerte. "Debo reconocer que Gerardo (Zambrano) me dio una gran mano pues me contactó con una persona que le encantó el tema, le gustó el proyecto de entrada y sin venir al Paraguay me dijo: andá y hacelo. Ese fue el puntapié inicial para comenzar ese camino que me había avalado Pierre".

La decisión estaba tomada.

Pero no podía seguir en Uruguay dirigiendo el proyecto a distancia. "Ese camino y ese trillo muy lindo hay que andarlo, había que desmalezarlo con cultura diferente, con estancias diferentes, temas de comunicación complejos, sin la tradición. Se comienza de cero el proyecto productivo, sin referencia, sin equipo humano, nadie que conozca tu idiosincrasia, la forma de trabajar. O sea que ese camino, esa luz seria existía, pero había que andarlo y sortear las espinas", afirmó.

Estudio 3000. Socio fundador de la empresa en Uruguay, cuando resuelve venirse a Paraguay le planteó a sus socios abrirse. Entonces le sugirieron que probará acá. Es que si en Uruguay funcionaba la pantalla, acá con más razón lo haría. "Y lo vi de arranque, cuando tuve que comprar 3.000 vaquillonas para empezar el proyecto casi me vuelvo loco. Menos mal que soy piloto y tengo avión, aún así llegar a las estancias, coordinar los tiempos con capataces, que mostraran lo que iba a ver, que el ganado pesara lo que dijeron, no fue fácil".

Pero lo fue logrando.

Lo primero fue trabajar en la confianza.

En el país había tres firmas rematadoras pero hacían ganado gordo. Trató de hablar con ellos para hacer algo en conjunto y se contactó con la Sociedad Criadores de Nelore, por su afinidad con ARU aliándolos para este proyecto. "Si no hubiera sido por eso no estaría acá".

En Paraguay la pantalla era un tema desconocido, innovador. Toda la hacienda se vendía en forma particular, directa. Y llegó "un uruguayito caído en un paracaídas" (como le bromean hoy), con un sistema nuevo que implicaba mucha confianza, pues Estudio 3000 capta, certifica, remata, administra, financia y entrega. Ahí reconoce que la mano de la Nelore fue muy importante. "Las demás firmas no le dieron importancia, al poco tiempo surgió una competencia que le faltó darse cuenta que en este sistema la confianza es todo y la descuidaron", reconoce.

Hizo una feria el primer año, dos ferias el segundo, tres el tercero y después una cada mes. Con el andar se dieron cuenta que las ferias mensuales, con esta estructura generada, nunca eran de más de 2.000 cabezas y el hecho que no tuvieran más frecuencia les hacía perder mucha hacienda. "La gente no espera a la pantalla, entonces resolvimos hacer dos ferias por mes y estamos con 1.500 cabezas cada 15 días, creciendo en cantidad de ferias y en volumen".

Una década. Así fue hasta que se llegó a la feria aniversario de los diez años. Según Rodrigo Artagaveytia haber reunido 6.000 cabezas no fue casualidad. La confianza en la empresa y en el sistema, fue básico. Lo de esta feria realizada esta semana fue histórico y significará seguramente una bisagra.

Proyección. En una década Paraguay tuvo cambios. Artagaveytia puso ejemplos: no hay más autos robados, "se creó un registro único automotor y se acabó". Además se hizo una reforma fiscal importante "en donde todos estamos aportando y operar hoy en la clandestinidad es más difícil que antes". También en lo sanitario, "en el control de aftosa no creo que haya en otro país el control de seguimiento como acá para la vacunación y el movimiento de animales".

¿Cómo lo vende ahora tras estos cambios? Asegura que al Paraguay lo vende mostrando que hay dos países: "está el país serio que trabaja, de la gente que vende por pantalla, que confía y el que compra por pantalla y confiamos nosotros. El país que está logrando todos estos resultados y cada vez tiene más prensa a nivel internacional. Y está el otro país, el de antes, que está cada vez más chico, cada vez molesta menos, aunque lamentablemente tiene mucha prensa, más que el Paraguay productivo".

Dijo que por suerte ese país serio cada vez es más fuerte. Y por ello Paraguay se vende solo. "Porque lo que les digo a los amigos que vienen, es que si uno quiere trabajar seriamente puede hacerlo, hay buenos y los mejores escribanos, igual que en Uruguay. Que existen títulos con problemas es verdad, pero también se puede hacer las cosas bien y hay un registro, un catastro. Se puede trabajar con la máxima seguridad".

Para aconsejar a los inversores están los asesores, para marcar el camino. "Si uno encuentra el trillo, está lo más importante que es la tierra. Y de los 20 dólares de hace 20 años, hoy pasó a valer 200 y aún así hay un camino tremendo para recorrer. Porque ese campo de 200 dólares, que se va a transformar en una hectárea útil de 800 dólares, produce 180 kilos de carne así nomás. Sin hacer nada. Además es un país que tiene un bajo costo del Estado, con pocos impuestos y con insumos, por ejemplo del gasoil, más accesibles (puesto a 900 km queda en US$ 1,30).

Por eso el Ing. Rodrigo Artagaveytia afirma que "si bien parece un país difícil, cuando se lo conoce y se tiene la gente que indica el camino es mucho más fácil para trabajar que en Uruguay". Porque, agregó, "está la tierra y a un precio bajo. Y a diferencia de Uruguay, donde el negocio de la tierra se ha convertido en uno de colocación, acá comprar tierra, desarrollarla y producir es un negocio sustentable por sí mismo".

¿Por cuánto tiempo seguirá siendo así? El director de Estudio 3000 Paraguay está convencido que esto recién empieza. "Hasta ahora era más barato comprar la hectárea de al lado que alambrar, ¿quién iba a poner un alambrado más si cuesta 70 dólares por hectárea y ésta le costaba 30? Recién ahora estamos sacando esas cuentas. La gente está empezando a alambrar, a mejorar, a manejar mejor, recién ahora se está explotando la ganadería más intensiva". Y lo más importante: "hay cientos de miles de hectáreas de campos naturales en el Chaco que todavía no tienen animales".

Por eso para Rodrigo Artagaveytia Santayana "este es el Paraguay que hay que apostar y que tiene un camino enorme por recorrer". Y para eso se considera "un embajador y un promotor de este país serio, de ese trillo cada vez más grande, más limpio, más fácil".

Un país al que cada día llegan más uruguayos. Muchos de los cuales lo trataron de loco cuando se vino a principios de la década del 90...

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