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Cambios sin aviso en TV

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JORGE ABBONDANZA

Si usted es un espectador confiado, deje de serlo. Le conviene convertirse en receloso para no creer que las promesas de la programación en los canales de televisión para abonados, se cumplen como suele ocurrir en el mundo más formal de la exhibición cinematográfica. Ya se sabe que la televisión fue inventada como pasatiempo doméstico, destinado a un público masivo, poco riguroso y por lo tanto menos exigente, en cuyo ámbito familiar puede distraerse de lo que está viendo en la pantalla por el vaivén natural de las actividades caseras. A causa de ello un espectáculo no suele alcanzar allí los grados de atención colectiva ni de concentración personal que logra el cine en el espacio propio de una sala oscura y silenciosa. Como tantos otros aspectos de la vida de hoy (incluidos los de la cultura) todo es más liviano, más volátil, a veces más desordenado y más fugaz. Quizá por culpa de todo eso la televisión no se preocupa demasiado por cumplir en tiempo y forma con lo que promete. El domingo pasado, el canal HBO había anunciado el primer episodio de la miniserie norteamericana Mildred Pierce, una nueva versión de la novela de James M. Cain que ya se había llevado al cine en 1945 y que en esta oportunidad tuvo considerable promoción previa.

Era un estreno, estaba anunciado para las 22 horas y así constaba en la revista mensual del cable y en el detalle que el propio canal divulga bajo sus imágenes, pero comenzó sin embargo a las 21, con lo cual los espectadores confiados sintonizaron HBO demasiado tarde y solo pudieron ver los diez minutos finales del relato. Así funciona el negocio frente a una clientela cautiva. No fue un caso aislado, empero. El viernes 18 de marzo en el canal TCM anunciaban Motín a bordo, con el adelanto de alguna escena de la famosa versión de 1935 donde eran visibles las caras de Clark Gable y Charles Laughton. Lo que se vio luego, no obstante, fue otra versión filmada en 1962, que es un mamotreto de casi tres horas con Marlon Brando en el peor momento de su carrera.

Pero la lista de confusiones e incumplimientos no termina allí, porque hace unos meses se había anunciado una versión filmada de Las tres hermanas de Chejov, con extraordinario reparto femenino, capaz de despertar la expectativa de un público apegado al teatro y también al cine. F programada en varias fechas y horarios, pero no se dio nunca, como pueden atestiguarlo quienes acomodaron sus actividades para poder verla, aunque la esperaron inútilmente. El espectador debe aprender esas reglas del juego frente a un medio donde nadie se molesta en avisar sobre los cambios. Ser desconfiado puede salvarlo de un chasco y habituarlo al reinado de la informalidad.

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