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A los ejecutivos extranjeros les preocupa la radicalización sindical

Visión. Son "más ideológicos" que en otros países e independientes del Pit

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MARCELA DOBAL

Extranjeros que administran empresas a nivel local consideran que los sindicatos uruguayos son "más ideológicos" y radicales que en el resto del mundo y que las nuevas camadas de dirigentes son más conflictivas.

"Me preocupa que los sindicatos en Uruguay no son como en otros países de la región como Argentina o Chile donde la negociación pasa por dinero. Acá tiene un contenido ideológico mayor y, para negociar, eso hace que todo cambie", dijo uno de los consultados, sin ocultar su preocupación. Otro ejecutivo oriundo de Argentina coincidió en que la actitud de los sindicalistas está "más radicalizada" y que "en algunos momentos va directamente al enfrentamiento".

Esas son sólo dos de las impresiones recogidas por El País que representan el sentir de los empresarios foráneos que dirigen o gerencian multinacionales, comprendidos en una ronda de consultas realizada en diversos sectores de actividad. Las inquietudes de los empresarios son grandes, pero el clima de las negociaciones laborales es tan delicado que todos prefieren no ser citados o directamente se reservan su opinión.

A esas impresiones se sumó el análisis de expertos en relaciones laborales sobre cuáles son los rasgos que diferencian las estrategias de negociación de los sindicalistas uruguayos de las utilizadas en otros países.

La radicalización política es una particularidad mencionada con frecuencia por los empresarios. La experta del estudio Ferrere Abogados, Verónica Raffo, indicó que uno de los aspectos que dificultan la negociación laboral son "los paradigmas que tiene el movimiento sindical uruguayo y su visión filosófica o social respecto de determinados temas".

Incluso señaló que los sindicalistas que dicen no identificarse con el Frente Amplio son discriminados y que en los discursos aún tiene vigencia el término lucha de clases, "que es absolutamente arcaico".

En tanto, el profesor de Comportamiento Humano en la Organización de la escuela de negocios de la Universidad de Montevideo, Álvaro Cristiani, dijo que "es algo bastante característico" de la negociación salarial local la creencia equivocada de que "tu ganancia es mi pérdida". "Se acercan a negociar creyendo que lo que es bueno para una de las partes es malo para la otra", explicó. En ese aspecto también atribuyó responsabilidad a los empresarios.

"Este modelo mental es un permanente generador de conflictos disfuncionales y una de las mayores barreras a negociar", sostuvo Cristiani. Para el experto, en la tensión entre confrontación y cooperación "Uruguay todavía tiene deberes por hacer en comparación con las relaciones laborales de otros países, en particular de algunos países europeos".

ESTRUCTURA Y JUVENTUD. A algunos de los empresarios consultados les llama la atención la autonomía de los sindicatos de cada empresa, que en muchas oportunidades resuelven cómo encarar un conflicto sin consultar a los representantes del sector de actividad.

Raffo explicó que los orígenes del movimiento sindical local le dan una impronta anarquista que los hace menos corporativos. "Aunque existe una central obrera, cada sindicato es independiente y tiene una enorme libertad y a veces toman medidas sin tamizar sus decisiones por quienes tienen una visión más macro", explicó.

El secretario de negociación colectiva del Pit-Cnt, Milton Castellanos, reconoció a El País que eso ocurre a nivel local. "El modelo argentino es muy vertical, muy estructurado; el movimiento sindical uruguayo es horizontal y más flexible. Son diferentes de la misma manera que la historia política de los dos países es distinta", explicó.

Otros empresarios extranjeros ven "falta de experiencia negociadora", sobre todo entre los jóvenes. "Hay una diferencia entre la vieja guardia y la nueva: los de antes tienen todo un aparato negociador y los nuevos hacen paro directamente", sostuvo uno de los ejecutivos. Se ve como un aspecto negativo una cualidad confrontadora en sindicalistas más jóvenes.

Raffo recordó que en 2005, con la asunción del gobierno frenteamplista y el relanzamiento de los Consejos de Salarios hubo una eclosión de nuevos sindicatos y aumentó la afiliación. "Se convirtieron en delegados sindicales algunas personas que nunca en su vida habían tenido participación en la vida sindical. Se tuvieron que formar desde cero. Ese nivel de desconocimiento era muy importante y desembocaron en exabruptos o decisiones tomadas sin análisis casi", explicó.

Castellanos dijo que esta actitud se atribuye a la "irreverencia" y "conflictividad" propia de esas edades. "Es lo mismo que yo diga que prefiero un empresario de 50 años que es más conservador antes que a uno joven que viene e impulsa reestructuras en la empresa. No creo que sea justo hacer esa comparación", sostuvo.

PRIMERO PARAN. "Veo que al mínimo problema hacen un paro y después te dicen que están en paro. Así, ¿qué querés negociar?", expresó con indignación uno de los empresarios consultados. Las ocupaciones como primera respuesta a un conflicto también son un tema que preocupa en general para quienes dicen estar acostumbrados a que ésta sea una medida extrema utilizada como último recurso en una negociación en sus países de origen.

Raffo dijo que, a diferencia de otros países, en Uruguay esa medida es de "choque inicial". "No es que se recorren todos los caminos de negociación adoptando medidas de menor gravedad y al final de eso se llega a la ocupación, sino que se adopta como medida de presión inmediata", explicó. Agregó que "tampoco es tan habitual en el resto del mundo que esa medida se adopte por decisión de un porcentaje muy pequeño del personal total de las empresas".

Para Castellanos esas afirmaciones se tratan de "preconceptos" o "estereotipos". Dijo que "entre el 80% y 90% de los paros en el país son defensivos, no son planeados como una estrategia de sindicato para conseguir un beneficio, sino la consecuencia de una acción del empresario. Cuando son sorpresivos o abruptos son en respuesta a hechos extremos como la muerte o despido de un trabajador", aclaró. No obstante, uno de los empresarios consultados valoró como positivo que en Uruguay su compañía alcanzara acuerdos de paz sindical que no ha podido lograr en otras regiones donde opera. "Eso en otros países es más complicado", concluyó.

PIDEN MÁS. Algunos empresarios tienen la impresión de que las gremiales de trabajadores ejercen presiones desconociendo la situación de la compañía o de la economía global.

"En el Uruguay los sindicatos empujan y piden más y más beneficios sin darse cuenta que ese dinero las empresas lo tienen que sacar de algún lado", opinó uno. Se trata entonces de resolver un dilema: "Si (el dinero) sale del bolsillo del empresario, tiene un límite, y el accionista extranjero está cansándose de dar y dar, sin que los sindicatos concedan nada nunca. Pero si se transfiere ese costo al producto, se genera inflación y luego los gobernantes dicen que remarcamos precios".

Raffo, en tanto, dijo que "la mayoría de los sindicalistas están muy lejanos de ser permeables a la estrategia empresarial".

Récord de conflictos por sector

Si sólo se toman en cuenta los conflictos sectoriales, la conflictividad laboral se duplicó en julio frente al mes anterior hasta alcanzar su nivel máximo en lo que va de 2010, según el último reporte del Programa de Relaciones Laborales de la Universidad Católica. A nivel global, el séptimo mes del año se perdieron 72.211 jornadas laborales que involucran a 91.495 trabajadores. La conflictividad del sector privado representó 67% del total. "Las jornadas perdidas en la construcción se explicaron por el fallecimiento de un trabajador en un accidente laboral. Pero si el hecho no hubiera ocurrido la conflictividad sectorial sería igual la más alta del año por hechos ocurridos en otras ramas", destaca el informe. La principal causa de los reclamos fueron reivindicaciones salariales (64%).

Creen que el gobierno inclina balanza hacia los sindicatos

Los empresarios coinciden en dar algo de crédito a las pautas de negociación laboral que establece la normativa vigente en Uruguay, aunque algunos creen que la participación del gobierno no es equitativa, favoreciendo los intereses de los sindicatos.

"Existe una legislación que habla de regulación tripartita y para nosotros es bueno que el gobierno evalúe y luego asegure que se cumplirán los acuerdos", dijo uno de los extranjeros consultados.

Otros no están tan seguros de que eso sea una garantía para alcanzar acuerdos que convengan al empresariado.

"En otros lugares existen contratos de trabajo basados en niveles de capacitación, responsabilidades o sector de actividad, que aportan claridad y favorecen el equilibrio, a la hora de plantear modificaciones a las reglas de juego establecidas en el campo laboral", sostuvo un industrial.

El empresario sostuvo que esos sistemas "contienen mayor flexibilidad y menor participación del Estado, quien regula, pero no participa inclinando la balanza a favor de empresarios o trabajadores".

Para este consultado, "es hora que el Estado plantee reglas de juego más claras y que tiendan a la equidad de oportunidades para quienes participan de las negociaciones laborales, buscando el bien común".

Sobre la claridad de las reglas, el experto Eduardo Ameglio, de la consultora Guyer & Regules, dijo que en Uruguay no existe un proceso de negociación que esté regulado por la ley, "entonces, la forma en que el sindicato dispara la negociación es más flexible que en otros países ya que puede ir agregando reivindicaciones a lo largo de la negociación".

Esa dinámica es la que "da origen a la tan conocida frase que dice que hasta que todo no esté convenido, nada está convenido", explicó Ameglio a El País.

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