DANIEL HERRERA LUSSICH
En WASHINGTON
CORRESPONSAL PERMANENTE
"Sí, se hizo historia", dijo Obama eufórico desde la Casa Blanca, cuando la pantalla gigante que retransmitía la sesión del Congreso mostraba que 219 congresistas contra 212 daban el "Si" a la reforma integral del sistema de seguro de salud.
"Hemos demostrado que este gobierno, un gobierno elegido por el pueblo, para servir al pueblo, sigue actuando en apoyo de la gente", recalcó Obama, en medio de un clima de alegría que rodeaba a las 22:15 de la noche a todo el elenco de la Administración que, a pie firme, había sido protagonista desde tempranas horas de la mañana, de una de las jornadas políticas más intensas desde que el 20 de enero del 2008 asumió el actual gobierno.
"Es un episodio que quedará marcado en la historia de este país", insistió el mandatario. Sin duda la aprobación del nuevo sistema de seguro universal sanitario marcaba la iniciativa más relevante en la materia de las últimas cuatro décadas.
Pero lo que para todos surge como la primera e importante victoria de Obama en sus 14 meses dirigiendo los destinos estadounidenses, también ha tenido hasta ahora su alto precio en popularidad (cayó a menos del 50%), en debilitamiento de su carismática imagen y en los últimos resultados electorales (favorables a los republicanos, para elegir dos gobernadores y el senador por Massachussets) que causaron división entre los oficialistas (34 congresistas votaron en contra) y unificaron en una cerrada oposición a los republicanos.
Nadie duda sin embargo que esta conquista legislativa allanará mucho los próximos pasos de Obama, fundamentalmente la lucha para la creación de empleo (hoy con una desocupación de 9,7%), el cambio climático y una ley inmigratoria .
Simultáneamente a la larga puja parlamentaria en Diputados, más de 200 mil personas desfilaron también a lo largo del domingo por el centro de Washington, tarareando: "¡Obama, bla, bla, bla!", que obligó a la aparición del propio presidente desde una pantalla gigante, ubicada en la avenida Pensilvania, para calmar los ánimos, comprometiéndose a presentar este año una reforma migratoria, pero sin aludir a una fecha de aprobación.
Posiblemente Obama haya respirado fuerte en la madrugada del lunes y retirado a descansar con menos ansiedad, observando fructificar su prioridad máxima en la campaña electoral: el seguro total de salud. En esas épocas no había salido a la luz la terrible crisis económica y no había explotado la "burbuja inmobiliaria".
El presidente de los EE.UU. mira con más tranquilidad los serios problemas internos: la desocupación, la reactivación del crédito y el consumo y la baja del déficit fiscal. Sin olvidar que en noviembre se llevarán a cabo las elecciones totales de diputados y un tercio del senado, claves para mantener las actuales mayorías parlamentarias que ostenta el gobierno.
La salud en EE.UU. representa el 17% del PBI y el proyecto que acaba de aprobarse incluirá a 32 millones de personas que hoy no están aseguradas. Se estima que se incluirá al 95% de la población de 307 millones de habitantes. Quienes quedan al margen son inmigrantes ilegales y personas por razones religiones o filosóficas.
Se fijarán sistemas rigurosos de regulación para todas las aseguradores y se estimulará la competencia en busca de bajar los costos. Se calcula que la iniciativa rondará los 940 mil millones de dólares para la próxima década.
El sistema entrará en vigor apenas lo firme Obama (lo hará hoy en la Casa Blanca), aunque la plena vigencia se logrará en el 2014 y desde ese momento regirán sanciones para los que no acaten la nueva ley. Las aseguradoras están obligadas a aceptar a todas las personas, menores de 65 años (las mayores y discapacitados están acogidos ya al Medicare) aún aquellas con enfermedades pre existentes al momento del contrato; se ayudará a las familias con ingresos menores a los 88 mil dólares anuales y las empresas de más de 50 de plantilla que no ofrezcan cobertura serán severamente penalizadas con una tasa de 2 mil dólares anuales por empleado.
Es de señalar que una reciente encuesta, anterior a la decisión del Congreso, marcaba que el 46% contra 44% no apoyaba la iniciativa. Sin duda porcentajes surgidos del temor a la vigencia de nuevos impuestos.
Antecedentes y detalles de la ley
El presidente Harry S. Truman (1945-1953), tras haber cumplido sólo 7 meses en la Casa Blanca, pronunció un discurso en noviembre de 1945 en el que anunciaba su proyecto de un fondo público para garantizar el acceso de todos los estadounidenses a la sanidad. Apenas unos años antes, en 1930, el 80% de los gastos sanitarios salían del bolsillo de los ciudadanos. El demócrata Truman, igual que Bill Clinton décadas después, contaba con mayoría en ambas cámaras del Congreso. Pero la poderosa Asociación de Médicos Norteamericanos orquestó una campaña con grupos de presión para acusar al plan de Truman de seguir la línea de Moscú. Y el plan fracasó.
Lyndon B. Johnson (1963-1969) logró el 30 de junio de 1966 implantar el sistema público de atención sanitaria para jubilados (Medicare). El anuncio lo hizo en Independence (Misuri), la tierra natal de Truman, quien con 81 años asistió al acto y declaró: "Me siento feliz de haber vivido hasta este día".
El republicano Richard Nixon (1968-1974) intentó poner en marcha una sanidad universal al estilo europeo. Pero los republicanos se lo impidieron.
La gran idea revolucionaria del programa de Bill Clinton (1993-2001) era, igual que en el caso de Obama, su reforma sanitaria. Para ponerla en marcha, el presidente puso a su esposa, Hillary, a la cabeza de una comisión. Pero los Clinton se enfrentaron con el mismo lobby de las grandes aseguradoras al que se enfrentó Obama.
El nuevo plan dará cobertura a cerca de 32 millones de personas, el 95% de la población, frente al 83% que actualmente está cubierto. Entre 15 y 20 millones de personas quedarán fuera de la reforma, en su mayoría son inmigrantes ilegales o personas muy pobres.
A partir de ahora, los estadounidenses deberán tener un seguro médico. Por lo general, las empresas pagarán la sanidad de sus trabajadores; aquellas que no tienen suficiente liquidez recibirán asistencia del Estado.
Las aseguradoras no podrán rechazar a los ciudadanos que padezcan enfermedades graves, como sucede actualmente. Tampoco dispondrán de los fondos del país para la realización de abortos, salvo casos de violación o incesto.