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El escritor incansable

Versátil. Benedetti se movió con eficacia en varias áreas de la creación literaria.

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GUILLERMO ZAPIOLA

Fue sin duda el escritor uruguayo con mayor repercusión pública y también uno de los más prolíficos del siglo XX. Murió ayer a los 88 años Mario Benedetti, un desenlace no imprevisto que no por ello deja de constituir un impacto.

El ácido sentido del humor de Benedetti debía disfrutar secretamente cada vez que alguien señalaba el hecho de que ese montevideano arquetípico, cronista de la mediocridad y la grisura de la gran ciudad, poeta del universo burocrático y oficinesco (además de muchas otras cosas) fuera realmente un hombre del interior. Mario Orlando Hamlet Hardy Brenno Benedetti Farugia nació en Paso de los Toros el 14 de setiembre de 1920, hijo del matrimonio integrado por Brenno Benedetti y Matilde Farugia, y a los dos años se trasladó con su familia a Tacuarembó.

Allí vivieron un par de años, fueron víctimas de una estafa y se mudaron a Montevideo. Entre 1928 y 1933, el futuro escritor estudió en el Liceo Alemán, pero su padre lo retiró de allí cuando Adolfo Hitler llegó al poder y en la institución se insinuaron tendencias proclives al nazismo. "A mi padre le gustaba la ciencia alemana, pero no las svásticas", bromearía alguna vez el involucrado.

Continuó unos irregulares estudios secundarios, estorbados por problemas económicos, en el liceo Héctor Miranda y en la Escuela Raumsólica de Logosofía, pero a los catorce años debió comenzar a trabajar en una empresa de repuestos para automóviles. Entre 1938 y 1941 vivió en Buenos Aires, en 1945 aterrizó en el semanario Marcha (del que se convertiría en director literario a partir de 1954 y al que estuvo vinculado intermitentemente hasta su clausura en 1974), y en 1946 se casó con Luz López Alegre, quien siguió siendo su esposa hasta su fallecimiento en 2006.

Aunque muchos críticos acaso lo discutan, Benedetti afirmó cierta vez considerarse fundamentalmente "un poeta que también escribía cuentos y novelas". De hecho, su primer libro publicado (La víspera indeleble, 1945) fue uno de poesía. Pero pudo haber dicho igualmente que era un poeta, cuentista y novelista que también escribía humor (las columnas de Marcha Mejor en meneallo, firmadas con el seudónimo de Damocles y luego recogidas en libro), crítica literaria (en Marcha, desde 1949 en la revista Número, más tarde en la sección Al pie de las letras que dirigió con José Carlos Álvarez en el diario La Mañana) y de cine (en La Tribuna Popular), editoriales políticos, y hasta algo parecido al ensayo sociológico (El país de la cola de paja, 1960).

Inscrito en la "generación del 45" que también integraron Idea Vilariño, Carlos Martínez Moreno, Emir Rodríguez Monegal, Ángel Rama, Homero Alsina Thevenet, Antonio Larreta y varios más (con el más veterano Juan Carlos Onetti como una suerte de "padre espiritual"), Benedetti fue desde el principio un tipo polémico. Varios escritores y críticos de la generación anterior a la suya le retiraron el saludo luego de leer su ensayo, muy cuestionador y un poco injusto, contra Carlos Reyles, publicado en Número a comienzos de los cincuenta: no estaba bien visto atacar a ciertas "vacas sagradas" de la aldea literaria.

En 1953 publicó su primera novela, ¿Quién de nosotros?, a la que seguirían La tregua en 1960, Gracias por el fuego en 1965 y varias otras. Para entonces había sacado ya otros libros de poesía (varios de los cuales serían reunidos luego en uno solo, razonablemente titulado Inventario uno, 1963; hubo un Inventario dos en 1994 y un Inventario tres en el 2003).

Crítico de malas costumbres sociales pero relativamente apolítico (o más bien adepto al "tercerismo" marchista) en los años cincuenta, Benedetti parece haber sufrido, como San Pablo camino a Damasco, una suerte de conversión tras la revolución cubana triunfante en 1959, de la que nunca renegaría (algo similar sucedería con su colega, coetánea y amiga recientemente fallecida, la gran Idea Vilariño): por el contrario, el apoyo que recibió durante su exilio en la isla de Fidel fortalecería los lazos.

Su compromiso político se acentuó en años posteriores, y en 1979 fue uno de los fundadores del Movimiento 26 de Marzo, que fue algo así como el "brazo legal" del MLN -Tupamaros en el interior del Frente Amplio. Ese mismo año publicó El cumpleaños de Juan Ángel, una novela en verso que es acaso el texto inaugural de la "épica tupamara" en la literatura uruguaya.

Dos años después, el golpe de Estado de junio de 1973 lo empujó al exilio en Argentina, Perú, Cuba, España y de nuevo Cuba (donde integró el consejo de dirección de Casa de las Américas). Volvió a Uruguay en 1983, y no paró de escribir. La Wikipedia recoge un total de ochenta y dos libros publicados entre 1945 y 2008 (nunca volvió a reeditar el primero, La víspera indeleble), y a ellos hay que agregar su abundante producción periodística. Alguien ha dicho ya que esa "ética del trabajo" había sido inculcada por sus profesores germánicos.

Sea como sea, no hay duda de que la frondosidad de su obra (ciertamente desigual) ha sido uno de los factores cruciales de su proyección, no solamente uruguaya. ¿Qué va a sobrevivir de esa obra? Hay que darle tiempo al tiempo, pero entre tanto pueden hacerse algunas previsiones.

Aunque Benedetti se quisiera (legítimamente) sobre todo poeta, sus mejores páginas están probablemente en su narrativa: los cuentos de Montevideanos, una novela como La tregua. Si Onetti fue el Faulkner uruguayo, la eficacia de algunos de los relatos cortos de Benedetti hacen pensar, más bien en Hemingway. Y están igualmente en varios de sus trabajos críticos: supo ser un buen lector de la literatura nacional, como lo prueban los ensayos reunidos en Literatura uruguaya del siglo XX (1963), de la latinoamericana (Letras del continente mestizo, 1967), y también de autores universales, desde Marcel Proust a Graham Greene (Marcel Proust y otros ensayos, 1951; Sobre artes y oficios 1968). El poeta fue más desparejo; el analista político, más superficial y proclive a escamotear (volterianamente) el auténtico razonamiento detrás de una burla o una ironía.

Pero con sus más y sus menos, una parte de Benedetti va sin duda a perdurar. Sus cuentos, novelas y poemas retrataron, con fuerza y capacidad de comunicación, toda una forma de ser uruguayos. Hasta sus enojos fueron con frecuencia los nuestros (es decir, esos momentos en que los uruguayos nos enojamos con nuestra uruguayez, y los montevideanos con nuestro montevideanismo). Vamos a extrañarlo, incluso por el hecho de no poder seguir peleándonos con él.

Palabras que se casan con la música

El Sur también existe - 1986

Una selección de poemas de Benedetti, musicalizados por Joan Manuel Serrat. La lista está encabezada por el tema que da título al disco y que anuncia un sentido reinvindicativo y peleador, pero la colección incluye también, con una variedad de tonos, a Curriculum, De árbol a árbol, Hagamos un trato, Testamento de miércoles, Una mujer desnuda en lo oscuro, Los formales y el frío, Habanera, Vas a parir felicidad y Defensa de la alegría.

Desalambrando - 2007

Daniel Viglietti y Mario Benedetti no han sido solamente amigos y correligionarios políticos. También su labor creativa se ha solapado. Juntos se presentaron en público en una combinación de canto y recitado, y Benedetti escribió sobre el músico el libro del título. Pero el escritor no solamente trabajó con veteranos consagrados como Serrat o Viglietti: también intervino en el CD Todo es tan inflamable del grupo rockero No Te Va Gustar.

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