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Los nuevos relatos de Mario Delgado Aparaín

Libros. Un personaje real como disparador de la fantasía

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CARLOS REYES

Acaba de salir "Vagabundo y errante serás", último libro de Mario Delgado Aparaín, donde cuenta las peripecias de un antiguo y curioso personaje real, que él convirtió en centro de una ficción y una reflexión sobre la condición humana.

"Si hay algo que encandila a los niños son los vagabundos. A todos nos ha pasado sentir esa admiración profunda, incondicional, por ese halo de misterio insondable que tienen, por ese manejo de la libertad, a un precio altísimo." Desde esa reflexión, el escritor compuso una serie de relatos que tienen por protagonista a un personaje que él conoció de niño, y que medio siglo después convirtió en literatura.

"Me resultó difícil, demoré tres años en escribirlo, porque quería mantener dos aspectos combinados. Por un lado, un registro de la afectividad en su gama amplísima, desde las pasiones irracionales hasta el amor cerebral. Por otro, un sentido del humor bastante descabellado, ese que todos tenemos y que a veces no lo queremos hacer explícito para no pasar por locos".

Fue así que cobró vida literaria Pedro Pereira, Conde de Caraguatá, un linyera excéntrico que ubica sus andanzas en Montevideo, cosa novedosa en la carrera del autor, cuyos personajes se mueven en el Uruguay profundo.

"Demoré en entrar a la ciudad, y lo hice de manera muy curiosa, porque este es un personaje muy especial, que manteniendo algunos gustos misteriosos, como el gusto por los vinos finos, y al mismo tiempo un código de valores y un cultivo de las relaciones humanas que le ha permitido resistir a la infelicidad de una manera muy digna", comenta el escritor.

Consciente de estar viviendo en una América Latina con un centenar de millones de indigentes, Delgado Aparaín aclara que trató de ser muy pudoroso para no caer en una visión edulcorada de la miseria. "No hay una idealización de la pobreza, ni una excursión por el pobrismo. Me gustó contar desde la perspectiva de él, las historias de aquel hombre que era amigo de mi padre: me pareció una aventura preciosa volverlo a traer después de tantos años".

El narrador inscribe a este libro en picaresca contemporánea. "Con Juceca fuimos como hermanos y siempre me gustó su humor descabellado, que también tenía Fontanarrosa. Tal vez hay un vínculo, aunque no una influencia, porque a esta altura uno ya tiene las huellas digitales marcadas. Si bien los quise mucho a ambos, íbamos por diferentes caminos, pero nos reíamos de la misma forma. Nuestras risas tenían la misma resonancia a la hora de juntarnos en un boliche".

Pero más allá del humor, Delgado Aparaín subraya su voluntad de "contar desde la absoluta jerarquización de la imaginación, como un modo de jugar desde el último reducto de la libertad que siempre queda, que es esa imaginación que opera como elemento de supervivencia y de dignificación de la vida".

"Siempre detesté ese nativismo escrito como por los estancieros"

Un narrador cuenta a su vez las historias de otros. Así se va armando este libro que acaba de publicar Banda Oriental que Delgado Aparaín (Florida, 1949) resume a través de sentido epígrafe "se puede vivir en la miseria y no volverse miserable".

Con él, el autor busca seguir en una línea que comenzó tiempo atrás, cuanto comenzó a convertir en literatura los relatos de descendientes de esclavos, yendo al rescate de la memoria histórica del Norte del país, el orgullo de la sangre.

"Siempre detesté el nativismo: leía los almanaques del Banco de Seguros y sentía como que eran los estancieros que escribían sobre sus propios peones, con lenguajes impostados. Creo que la cosa no está en el lenguaje sino en el pensamiento", remata.

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