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inversión en energía crece en américa latina pese a la crisis

Impulso. El financiamiento previo y la urgencia en modernizar la matriz energética sustentan distintos planes eólicos y térmicos

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SAN PABLO | AMÉRICA ECONOMÍA

A pesar de la crisis económica, los proyectos y las inversiones en energía siguen adelante en América Latina. La urgencia por modernizar la matriz eléctrica, el desarrollo de energías alternativas y el financiamiento de largo plazo empujarán la infraestructura energética de la región en los próximos dos años. La energía eólica, las pequeñas plantas hidroeléctricas y las plantas de biomasa están en pleno crecimiento.

De polo turístico a fábrica de turbinas eólicas. Ésa es la transformación que podría tener el pequeño municipio brasileño de Caucaia. La ciudad-balneario fue elegida por la empresa india Suzlon para construir una fábrica de aspas y otros componentes de generadores eólicos de US$ 30 millones. La argentina Impsa, del poderoso grupo Pescarmona, inauguró a fines de 2008 una fábrica de turbinas eólicas de US$ 85 millones en el estado brasileño de Pernambuco con capacidad para construir 300 generadores por año de 1,5 a 2,1 megavatios (MW). "Es la mayor fábrica de generadores que hoy existe en América Latina", dice Luis Pescarmona, uno de los directores del grupo y el ejecutivo a cargo de desarrollar el negocio eólico.

La construcción de fábricas de turbinas eólicas en América Latina es resultado de una tendencia interesante: a pesar de la crisis financiera global, la región seguirá inaugurando proyectos energéticos en los próximos años. La preexistencia de contratos de financiamiento de largo plazo y la urgencia en modernizar la matriz eléctrica de la región seguirá impulsando la construcción de proyectos energéticos, ya sean térmicos, hidroeléctricos y eólicos.

"Las inversiones siguen, tanto para mejorar la matriz energética como para racionalizar la producción existente", dice Nelson Wilson, socio de la consultora Everis Brasil, especializado en el área. No descarta la postergación de uno u otro proyecto, pero enfatiza que, por ahora, no es lo que se observa en el mercado de energía latinoamericano. "Los financiamientos para el sector normalmente fueron ya concedidos con tantas garantías que no se sentirá de forma tan intensa la restricción de crédito", dice Ivo Pugnaloni, director de la consultora Enercons, en Curitiba. "La energía es un insumo esencial. Aunque nadie está blindado contra la crisis, sería un contrasentido dejar de invertir en un sector que tiene una demanda cautiva". A esta fortaleza del financiamiento energético hay que sumar el esfuerzo estatal que se está haciendo especialmente en Brasil, México, Colombia, Perú y Chile por incluir desarrollos de proyectos energéticos entre sus inversiones para paliar la crisis económica.

DESPEGUE EÓLICO. Uno de los sectores que mostrarán más dinamismo en 2009 para América Latina será justamente el eólico. Hasta el momento, los 769 MW de potencia instalada en la región representan menos del 0,6% global. Pero, según las proyecciones de crecimiento que tiene la Asociación Latinoamericana de Energía Eólica (Lawea, por sus siglas en inglés), en 2009 deberían sumarse más de 1.200 MW y otros 1.000 MW en 2010. Considerando que las inversiones en la industria eólica están en torno a los US$ 2 millones por cada MW construido, la inversión totalizaría unos US$ 2.400 millones en este bienio. "La energía eólica en la región está madurando gracias a la inestabilidad en el suministro de combustibles fósiles, algunos marcos regulatorios que incentivan esta energía renovable y el gran potencial de la región", dice Mauricio Trujillo, director ejecutivo de Lawea, desde México.

Los países que más crecen son Uruguay y Nicaragua, que de casi cero pasan a varias decenas de MW de potencia instalada. También hay crecimiento en Chile adonde el sector se está poniendo al día. Aunque tiene una legislación avanzada, aún no se han concretado grandes proyectos eólicos. La cosa podría cambiar con el anuncio de Codelco, la minera estatal chilena, de llamar a una licitación para construir una planta eólica que genere entre 20 MW y 40 MW. México es otro que viene al alza: pasó de 88 MW en 2007 a 155 MW en 2008.

Sin embargo, la gran diversión está en Brasil, pues este año se realizará por primera vez una subasta exclusiva para contratar energía eólica, lo que lleva también a la discusión de una regulación especial para este segmento. Un tema fundamental es el precio al que se venderá cada unidad de energía y la cantidad de energía eólica que el gobierno se comprometerá a adquirir. "Hay cerca de 2.400 MW en proyectos eólicos autorizados, que podrían comenzar a construirse mañana mismo", dice Fábio Dias, secretario ejecutivo de la Asociación Brasileña de Pequeños y Medianos Productores de Energía Eléctrica.

Es Argentina, no obstante, el país con mayor potencial eólico de toda América Latina. Si es que se analiza el factor del parque -la proporción del tiempo por año que la turbina estaría produciendo energía gracias a la presencia de viento-, Argentina tiene zonas que están entre las más favorables del mundo. En la Patagonia, por ejemplo, hay zonas donde el factor de parque llega a 60%, uno de las más altos del planeta. Dicho porcentaje duplica la media europea y supera holgadamente las mejores áreas de Brasil y Chile, adonde el rendimiento puede llegar a poco más de 45%. A pesar de su potencial, la regulación argentina no favorece nuevas inversiones. "Hoy en Argentina hay un precio artificial de la energía, lo que acaba matando iniciativas que podrían ser la solución en el futuro", dice Oscar Schweitzer, consultor de Aros Consultoría.

Paquete de ventajas. Otra área que sigue al alza es la de la energía generada por pequeñas centrales hidroeléctricas (PCH), que también viene ganando relevancia en los planes de inversión de las generadoras y grandes consumidores. Cemig, por ejemplo, una de las principales empresas energéticas de Brasil, posee 22 centrales en implementación, con potencial para generar 329 MW. Es este país también el que más concentra los proyectos hidroeléctricos, los que debieran ayudar a ampliar entre 800 MW y 1.000 MW la potencia instalada de pequeñas centrales en Brasil en 2009. "Estos emprendimientos deben significar inversiones por US$ 2.100 millones, teniéndose en cuenta el cálculo de US$ 2.000 por KW. Del total, entre 20% y 25%, cerca de US$ 560 millones, de capital propio", dice Dias, agregando que hay otros 2.300 MW autorizados para construcción, aunque una parte tiene observaciones pendientes a resolver en la parte ambiental.

Otros países de la región, como Chile, que hoy genera poco menos del 1% de su energía a través de pequeñas centrales hidroeléctricas, también prestan más atención a esta alternativa gracias a una reciente ley que penalizará a las generadoras que, entre 2010 y 2014, no produzcan al menos el 5% de su energía a través de fuentes renovables. Según Wilson, de Everis, el incentivo para la exploración de PCH es una tendencia también en otros países de la región, dueños de recursos hídricos, aunque desprovistos de combustibles fósiles, como Costa Rica y Nicaragua.

También gana espacio la generación y la co-generación a partir de biomasa. De nuevo, Brasil es la sede principal de la acción, especialmente gracias a los proyectos de co-generación en la industria del etanol que busca qué hacer con las toneladas de desechos de la caña y que no son usados en la fabricación del combustible verde. Un ejemplo es la asociación reciente entre la productora de etanol Baldin Bioenergia y CPFL Bioenergia, empresa del grupo CPFL creada en 2008, enfocada en la co-generación de energía sólo a partir de la quema de desechos de caña. Baldin procesa actualmente 660.000 toneladas de caña por cosecha, volumen que CPFL Bioenergia se compromete a comprar para generar energía. "La co-generación en la industria de etanol será inevitable, incluso para garantizar la competitividad del negocio", dice Renata Pereira, socia directora de la consultora Saraceni Energía & Logística.

Son proyectos que se suman a los 31 ya garantizados por la subasta de energía de biomasa realizada en agosto del año pasado, parte de los cuales están programados para entrar en funcionamiento este año, sumando 230 MW al sistema. Los demás deben comenzar a operar en 2010, sumando 2.150 MW a la matriz energética brasileña.

LIQUIDEZ GASEOSA. En el sector del gas, uno de los movimientos más significativos que se han puesto en marcha es la construcción de plantas licuificadoras para exportación de Gas Natural Licuado (GNL) y de recepción, almacenamiento y regasificación de GNL. Hay unidades para recepción en etapa de proyecto, construcción o inicio de operaciones en Chile (Quintero y Mejillones), Brasil (Pecém, Guanabara y Rio Grande), Argentina (Bahía Blanca y Buenos Aires), Uruguay (Montevideo) y Colombia. Y de licuificación en Perú y en Venezuela. La idealización de tales proyectos se debe a la inestabilidad política y de abastecimiento en la región, como ha sucedido en las relaciones Bolivia-Brasil y Argentina-Chile. Con plantas licuificadoras y gasificadoras, los países consumidores y exportadores podrían negociar con una mayor gama de socios comerciales. A eso se suma la seguridad en el abastecimiento. En Chile, la llegada de gas por vía marítima permitiría la reconversión de las termoeléctricas que fueron convertidas para operar con diesel, tras la interrupción del abastecimiento desde Argentina.

LA FUERZA DE LOS RÍOS. Pero, el gran impulso en generación continuará siendo dado por el desarrollo de grandes centrales hidroeléctricas. Según Wilson, de Everis Brasil, es porque no hay escapatoria. A pesar de la reciente resistencia de diversos sectores de la sociedad a los grandes proyectos en regiones como la Amazonia, el sur de Chile y de Argentina, los costos por MW siguen siendo los más bajos, la tecnología es ampliamente dominada y existen recursos inexplorados en cantidades significativas, lo que mantendrá los proyectos de este tipo en los planes de las compañías con presencia en América Latina, como Endesa, AES Gener y SN Power.

Dos proyectos que se destacan a nivel regional, según el consultor, son los proyectos del complejo hidroeléctrico Rio Madeira, con centrales en Brasil y Bolivia, que costará cerca de US$ 20.000 millones, y el Complejo Trayenko, en Chile, con un costo estimado de US$ 1.000 millones. Sin embargo, hay otras iniciativas, como el proyecto de construcción de 15 centrales de la brasileña Eletrobrás en suelo peruano para abastecer a Brasil.

Teniendo en cuenta las inmensas demandas y deficiencias energéticas de América Latina, puede aún ser demasiado poco. Pero el escenario no es nada malo para un período de crisis.

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