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"Cantando por un voto"; el juego limpio de la campaña

Jingles. Una pieza puede llegar a costar más de $ 100.000

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RAÚL MERNIES

Entre la murga de "Pepe" y el baile del "Qki" los jingles políticos asumieron protagonismo en la campaña. Miguel García, "jinglero" de oficio, construyó su casa de a poco, "cada cuatro años", con lo que ganó componiendo música electoral.

Básicamente hay dos procedimientos para hacer un jingle político. Uno cuando el candidato trabaja con una agencia de publicidad, y otro cuando el "cliente" es su agente propio.

Generalmente los candidatos a las intendencias del interior del país son sus propios agentes, o tienen a alguien que financia su campaña.

Años atrás, un chino con mucho dinero se comprometió a financiar la candidatura de Yamandú Castro en Canelones y se puso en contacto con Miguel García, un conocido escritor de jingles, para que le compusiera uno con características un tanto especiales.

El "sponsor" chino era fanático de Los Picapiedras, la serie de dibujitos animados, y quería que en el jingle hubiera una estrofa que dijera: "Yama-Yaman-duuuuu!".

Miguel García, a pesar de considerarlo un tanto mamarrachesco, lo hizo y lo vendió a muy buen precio.

La otra manera de realizar un jingle -cada vez más utilizada- es mediante una agencia de publicidad. Cuando es así, a García le llega todo mucho más "masticado", con lineamientos claros.

En esas condiciones le pidieron que musicalizara la campaña de Jorge Larrañaga, cuando se postuló como precandidato a la presidencia.

García demoró unas semanas, escribió, le puso música y cuando lo tuvo listo llamó a la agencia para mostrarlo.

La pieza gustó tanto que en ese mismo momento le dijeron: "¡Esto es genial! Larrañaga tiene que escucharlo ya" y aunque insistió en que lo tenía que cantar un cantante "de verdad", lo llevaron al Palacio Legislativo, lo sentaron en una silla en el despacho de Larrañaga, y García se puso a cantar: "Con Larrañaga, un nuevo país...".

Esa fue la primera vez que el actual candidato a la vicepresidencia escuchó su jingle.

"Fue horrible porque la primera parte está hecha para una mujer, entonces tuve que hacer un falsete. Por suerte Larrañaga es un tipo tan ameno que hizo tres chistes y descontracturó la situación", cuenta el "jinglero" desde la oficina de su estudio, donde tiene una guitarra criolla, una eléctrica, una de 12 cuerdas y un bajo colgados de la pared.

Estos dos procesos también tienen diferencias económicas.

Para un candidato del estilo de Yamandú Castro, hacer un jingle tiene un costo de entre 50 y 70 mil pesos; para una agencia llega a superar los 100 mil.

"En la zafra política hacemos mucho dinero; de hecho yo hice mi casa cada cuatro años", afirma evocando éxitos del pasado.

La vida de Miguel García como "jinglero" comenzó hace 30 años y tuvo como puntales las campañas de panchos Ottonello ("Me da otro pancho nello, oto pancho Oto-nello..."), cereales Tico-Tico ("Comprate, comete, un teque-taca-teque...") y Pernigotti ("Papa pipi topo, ¡pop!, copom prapa mepe, ¡pop!..). Pero cuando de política se trata, el primer recuerdo que se le viene a la mente es el de Jorge Pacheco Areco.

"Lo primero que me acuerdo es que no encontrábamos cantantes para Pacheco. No sé si estaba mal visto o qué, pero los artistas no querían cantar".

Él también es el responsable de los conocidos "Se viene, se viene, la 71", "Con los blancos vivimos mejor" o "Manos a la obra", de Volonté.

DE REGALO. En esta campaña los jingles tuvieron su lugar protagónico. Casualmente, los dos candidatos que hoy pugnan por la banca presidencial recibieron sus piezas más populares de regalo.

El acierto de la murga del "Pepe", que Agarrate Catalina y otros músicos realizaron gratis, en forma de aporte a la propaganda, fue una iniciativa del MPP, que junto a Tabaré Cardozo venía procesando la idea.

En el caso de Luis Alberto Lacalle, el jingle que más conmoción causó fue el baile del "Qki", una cumbia que realizó la productora de Fabián "Fata" Delgado, también de regalo, y que interpreta Damián Laforia, de Zíngaros.

Sin embargo, ninguno de los dos "hits" de las campañas terminaron siendo el jingle oficial.

El FA recurrió a su historia y puso en los parlantes el "Aprontá tu corazón", que había hecho popular en el año 1971, con algunas modificaciones en la letra y en un estilo más rock/pop.

El Partido Nacional, por su parte, escogió el "Viva Uruguay", una especie de milonga con guitarra eléctrica y batería que realizó Gonzalo Moreira, en el estudio La Mayor, y por la que le dijeron: "Si ganamos con esta música, te damos la dirección del Sodre".

Se dice que tienen que ser breves, pegadizos, fáciles de recordar, con palabras clave... Hay decenas de "pequeños secretos" para que un jingle sea exitoso; al parecer García nació sabiéndolos todos.

La pieza gustó tanto que me llevaron a su despacho, en el Palacio Legislativo, me dieron una silla y me tuve que poner a cantar: `con Larrañaga un nuevo país...`".

Durazno y el intendente "churrero"

En Durazno los candidatos locales también hacen sus jingles y para eso tienen un favorito, Jorge "Peluca" Delonte, el responsable de "La cumbia del churrero", que literalmente aturdió en las radios locales.

La cumbia manda y hasta la famosa banda Sonido Caracol ha estado vinculada a la campaña de algunos postulantes.

Pero el jingle que más llamó la atención de todos, tanto por lo osado como por lo absurdo, fue el de "El Churrero" Óscar Casto, en las internas.

Su letra reza: "Ole churrero, saca tu capa roja, churrero. Si en España el presidente es Zapatero, en Durazno el intendente, un churrero. Vota 233, a Castro es lo que vos querés. Churrero, no currero, churrero no currero. Durazno necesita un intendente churrero".

El autor, y también cantante del nuevo "hit" del departamento, "El Peluca", no tiene "interné" y por eso no pudo enviar un demo de la pieza.

Sin embargo, su éxito es tan grande que el tema se puede escuchar en sitios web como Youtube y varios medios, incluso de Argentina, han citado el cómico ejemplo.

En Durazno hacer un jingle es un poco más barato. Delonte cobró 5.000 pesos por el tema de Óscar Castro, utilizada para promocionar su candidatura a la Intendencia y que apoyaba la precandidatura de José Amorín a la interna del Partido Colorado .

Para la sorpresa de muchos, después de sonar un par de veces durante la mañana radial, comenzaron las llamadas telefónicas para pedir el tema, una y otra vez.

Ridículo o no, Óscar Castro logró su primer objetivo: todo el mundo habla de él y ahora acompaña las ventas con la frase "un churro, un voto".

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