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Fue inaugurado el Patio de las Torres

Artes plásticas. Nueve flamantes esculturas suman belleza al nuevo enclave urbanístico

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CARLOS REYES

El jueves fue un día de festejos en el Buceo. Ese noche, al pie de las torres del World Trade Center, quedó inaugurada la Plaza de las Torres, que cuenta con un conjunto de esculturas que aporta color y diseño al amplio enclave urbanístico.

Además de abrirse al público el Paseo de las Esculturas y la Plaza de las Torres, también ese día se descubrió una escultura de gran porte del artista Pablo Atchugarry, y se puso en funcionamiento la Torre Tres del complejo.

"Lo importante -contó Atchugarry a El País- es que se haya creado este espacio público, donde el arte, y la escultura en particular, juegan un rol clave. Es interesante destacar, ante este conjunto de esculturas, el diálogo y la diversidad que ofrecen. O sea, cada escultor tiene su mensaje, su lenguaje, y ellos conviven en un mismo espacio. Son actitudes creativas diferentes, y materiales diferentes, pero todos apelando al mismo ideal, que es el ideal del arte".

El Paseo de las Esculturas fue creado a partir de un concurso, en el que participaron 77 artistas, tanto de Montevideo y el interior como del exterior. Y los resultados también fueron dados a conocer el jueves último, obteniendo el primer premio World Trade Center Bernardo Cardarelli por su obra Vibratos, un trabajo en hierro y resina polyester que expresa mucho dinamismo y sentido lúdico.

También hubo un primer premio adquisición Galería Latina, que recayó sobre Santiago Dieste gracias a su obra Hombre con zancos. El trabajo, ubicado en medio del agua, está hecho en hormigón y hierro, y tiene, al igual que Vibratos, gran sentido del humor.

Fue una sorpresa al darse a conocer estas nuevas esculturas que muchas de ellas son de mucho colorido y ofrecen cierto aspecto cómico, como la obra de Federico Arnaud La silla escalera, que construida con madera y cemento blanco parece evocar el sentido lúdico de los surrealistas.

Otro premio, el de la Fundación Atchugarry, fue a dar a las manos de Raúl Sampayo por su obra Árbol. Y también fueron premiados Estela Montiel, Gustavo Tabares y Walter Sánchez, Manuel Vázquez, y Mariana Lema Riqué y Carlos López Quagliata, quienes apelaron a distintas técnicas que van desde el aluminio fundido policromado al hormigón armado.

Tanto por su volumen como por su ubicación y factura, del conjunto sobresale la escultura en metal de Pablo Atchugarry, quien describió su trabajo como una "reivindicación a la vocación de Montevideo como puerto, como punto de llegada de todos nuestros antepasados, y también simbólicamente como puerto de salida de las nuevas generaciones. Pero también remite un poco a una nave, que se vaya cargando de ideales".

El prestigioso artista plástico, que subrayó la relevancia del trabajo de la arquitecta paisajista Isabel Duprat, observa que su escultura tiene un peso considerable: solamente la parte central pesa dos toneladas, sin contar las piezas que forman las velas. "Para realizarla me apoyé en un estudio de gran experiencia que realiza obras para diferentes artistas, haciendo un trabajo como de dirección de obra, dialogando un poco con la gente que trabajó en ella, sobre curvas, tensiones y dimensiones".

"Una característica que tiene la escultura en general es que puede cambiar mucho su objetivo, desde la obra íntima -que se puede conservar en una habitación-, hasta la escultura monumental, que dialoga con la arquitectura y con el espacio abierto. En el caso de estas obras, van a estar en contacto con un público vasto, con el que de alguna manera pasan a vivir, y digamos, a enriquecerlo con su inspiración".

Como un barco artesanal

"Por las dimensiones que tiene, esta obra la realicé en una maqueta en hierro, y luego fue hecha en un material llamado `acero corten`, que es muy resistente, y que tiene la particularidad que se oxida pero no llega a deteriorarse porque la oxidación lo protege".

Atchugarry señala que el color va a ir cambiando, pues la obra está apenas terminada, por lo tanto se le dio un baño de ácido clorhídrico para ir comenzando el proceso de oxidación. Luego va a quedar más marcado ese color herrumbre.

"Quise que las soldaduras entre los distintos paños estuvieran a la vista, porque me interesaba marcar el carácter de una obra construida por el hombre, con las distintas planchas a la vista. Y me interesó marcar enteramente lo artesanal: hasta los tubos fueron plegados, no son tubos industriales. Y entra en juego ese herrumbre, que nos hace pensar en esos barcos herrumbrados que trajeron a nuestros antepasados".

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