BUENOS AIRES | MATÍAS CASTRO
"Madonna tenés un cuerpo espectacular y bailás divino", le gritó un muchacho del público. La cantante lógicamente no escuchó las palabras, pero no fue la primera ni la última vez que se sentirían.
El segundo show, celebrado anoche, siguió las pautas que se prometían a lo largo de la gira: una fiesta colorida desde el escenario y muy contagiosa para el público de cualquier edad. El estadio de River prácticamente a tope recibió los más variados grupos de gente, de adultos a niños, y de todas las clases sociales.
Madonna encarna el poder del pop y eso quedó plasmado como pocas veces, cuando cantó a capela y a pedido de una fan Express yourself. El estadio entero cantó con ellos el estribillo de la canción que no estaba en el programa. Quien menosprecie la música pop debería estar atento a momentos como ese donde se puede palpar lo hondo que calan este tipo de canciones. La cantante y sus bailarines se imponían desde el escenario aún en los rincones más lejanos del estadio. Entre cambios de vestuario, pantallas de diversos tamaños y formas y un despliegue de luces gigantesco, el espectáculo recorrió las veintitrés canciones prometidas y duró las dos horas programadas.
Esa rigurosidad a la hora de ejecutar el espectáculo no lo enfrió para nada y explicó por que la llaman la reina del pop. A cierta altura, antes de Express yourself, mantuvo a las más de 60 mil personas aplaudiendo y ella estaba sola sobre el escenario. Sorprendieron los muchos cambios que sufrieron sus canciones: Borderline en clave de rock, sin un solo sintetizador, Hang up con arranque metaleros, La isla bonita transformada totalmente en una canción gitana con músicos veteranos incluidos, después cruzó flamenco y danzas árabes en la canción Spanish lesson.
DESLUMBRE. La tecnología, como corresponde a todo espectáculo majestuoso, jugó un papel preponderante. Sobre el escenario había dos pantallas con forma de tubo de varios metros de diámetro, que bajaron y subieron reiteradas veces. Cuando estaban apagadas parecían rejillas metálicas transparentes, y al encenderse funcionaban como pantallas que alternativamente podían cubrir o dejar entrever a Madonna del otro lado. En Devil wouldn´t recognize you las pantallas bajaron hasta el centro del escenario, se encendieron mostrando imágenes de agua cayendo, y desde dentro del tubo apareció Madonna sobre un piano. La combinación entre el arreglo del piano y las imágenes que la dejaban ver o la ocultaban, y las que proyectaban las tres pantallas gigantes que había detrás del escenario, generaron el momento más hermoso del espectáculo.
Al inicio, que al igual que el jueves fue media hora más tarde de lo previsto, un cubo de unos cinco metros de altura dominaba el escenario. Cuando se apagaron las luces los cuatro lados del cubo se encendieron convirtiéndose en pantallas y en ellas se vio una animación en la que el caramelo que da título al disco circulaba por ambientes virtuales. Al final de la animación los cuatro lados del cubo gigante se abrieron, pero el costado frontal se desarmó en un montón de franjas horizontales que iban subiendo mientras seguían proyectando imágenes virtuales. Detrás apareció Madonna sentada en su ya famoso trono con respaldo de M, haciendo delirar al estadio entero. La M de Madonna es un elemento omnipresente en la estética de la puesta en escena. Dos M de unos veinte metros de altura flanqueaban el escenario: estaban pintadas sobre una tela negra que a la luz del día parecían una decoración barata. Cuando bajó el sol, los reflectores del estadio revelaron el secreto de esas dos M gigantescas que iluminadas correctamente se las veía con volumen y los diamantes que había dentro de ellas brillaban como si fuesen reales.
Madonna no estuvo sola en el escenario. Además de la cantidad de entusiastas bailarines, tuvo sus amigos virtuales. Ferrell y Timbaland, dos jóvenes productores estrellas que trabajaron en este disco, interactuaron bailando y cantando desde videos especialmente filmados para la gira. También estuvo presente Justin Timberlake que la acompañó al inicio del cuarto y último bloque, en la canción 4 minutes. Cuatro pantallas de dos metros de altura mostraban a Justin bailando como solo él sabe, mientras parecía deslizarse por todo el escenario. Madonna bailó con su colaborador siguiendo las pantallas y trepándose a ellas.
Pero el golpe fuerte de los trucos virtuales llegó muy pronto, en la tercera canción Human nature. El estribillo dice "no lo lamento, es la naturaleza humana" mientras en la pantalla gigante del fondo y en la circular sobre el escenario un video en blanco y negro acompaña toda la canción. En él, Britney Spears usando un canguro y lentes negros entraba en un ascensor y quedaba atrapada. Durante toda el tema Britney se enloquecía intentando salir del encierro y parecía perder la chaveta. El nombre de la canción, Naturaleza humana, y el video, junto a la historia atormentada de Britney, funcionaban como una excelente metáfora de lo que el "star system" puede provocar en una persona. Madonna de eso sabe mucho y tiene mucho para enseñar a sus colegas más jóvenes. Al final de la canción Britney mira fijo a la cámara y se transforma en la protagonista del escenario mientras dice con firmeza "it´s Britney bitch". Es inevitable pensar que el martes pasado, la chica volvió a la cancha con su nuevo disco y una gira inminente. Y si Madonna y sus bailarines son contagiosos con sus bailes y su energía en escena, también resultaron ser convincentes con esta gran mano que le dieron a Britney porque hasta daban ganas de ver un show de Spears.
Madonna tiene un fuerte activismo social, sea organizando fundaciones o haciendo películas sobre los niños de Malawi. Parte de eso está presente en el show, sin bajar su intenso ritmo. Un video proyectó imágenes de algunos de los líderes más terribles del mundo, desde Hitler a Kim Il Sung, y también de sus contrarios como la Madre Teresa, John Lennon, Mandela y, como era de esperar, el video cierra con una imagen congelada de Obama que se llevó la ovación del estadio.
Cabía preguntarse por qué en cuatro fechas en Argentina llevó más gente que en cualquier otra parte (proporcionalmente llevó más que en su propio país). Parte de la respuesta llegó cuando un poco después de La isla bonita las pantallas mostraron la bandera argentina. Madonna dijo "han pasado quince años de la última vez, eso es todo lo que tienen", refiriéndose al recital de 1993. Con un fragmento de Don´t cry for me Argentina cerró el tercer bloque. En esa canción, que no estaba en el repertorio del resto de la gira, lanzó un beso al público sellando esa peculiar relación que tiene con esta parte del planeta. La misma que explica por qué esta semana ella fue prácticamente el único tema del que se habló en este país.
La farándula dice presente en River
En otro rubro del mundo del espectáculo, Moria Casán tiene el estatus de diva, y por eso es considerada una de las tres más importantes del Río de la Plata. El portal de Primicias Ya, publicó que Moria quiso ver el show del jueves pero resolvió asistir el domingo. Es probable que ningún otro mortal pudiese hacer algo así. El show del domingo está agotado desde hace dos meses, pero Moria va si quiere. El gesto se ubica además en las antípodas de la desesperación de quienes por haber sido cambiados de día quedaron sin la posibilidad de presenciar el show.
Pero Moria no es la única famosa local que verá a la cantante estadounidense en estos días. También anunciaron que harán acto de presencia Luciana Salazar, Adrián Suar y Susana Giménez, por ejemplo.
Reclusión, pocas imágenes y apenas un "disculpas" de rigor
"Afortunadamente, hoy estoy en condiciones de reprogramar el recital de anoche y pido disculpas por los inconvenientes que haya causado", dijo Madonna en el comunicado oficial liberado el jueves a la prensa. "Estoy muy decepcionada por haber tenido que cancelar mi show de anoche. Realmente estaba ansiosa por comenzar con el primero de los cuatro recitales en la Argentina", y agregó que lloró al enterarse de que no podría ofrecer su show del miércoles. La comunicación de Madonna con el público ha sido fugaz e indirecta en estos días en Buenos Aires.
No ofreció conferencia de prensa y apenas pudo ser fotografiada muy a la pasada. La única foto oficial, e intencional, fue la que tomó el servicio de prensa de Presidencia Argentina en el encuentro que tuvo con la colombiana Ingrid Betancourt y la presidenta Cristina Fernández. La prensa no pudo acceder a ese encuentro. Un grupo de fotógrafos y algunos fanáticos han estado instalados exactamente frente al hotel Four Seasons de Buenos Aires, sin lograr captar nada, haciendo guardia a la espera de un pelo rubio corriendo entre guardaespaldas desde una camioneta con vidrios oscuros hasta algún otro refugio.