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Que sea transparente

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Con los dineros públicos se necesita ser muy prudente. No son patrimonio de quienes los administran, sino que pertenecen a todos los ciudadanos, así que no es cuestión de invertirlo donde y como les parece a las autoridades de turno, sino que hay normas que regulan esa facultad de disposición. Como diría Artigas, "es muy veleidosa la probidad de los hombres" y por eso cada país establece los mecanismos y garantías para, entre otras cosas, gastar los dineros públicos.

Si eso es claro como norma general de buena administración, cobra fuerza mayor cuando los recursos nacionales de que se dispone se elevan a la categoría de millones de dólares. Aproximadamente 800 millones era el costo de las obras a realizar en la Refinería de La Teja tras un acuerdo entre Ancap y Pdvesa, con el fin de aportar nueva tecnología y adecuar la planta a un tipo de petróleo -el venezolano- que es notoriamente más pesado que el usado habitualmente. Pero el negocio, por el momento, parece que se ha frustrado o al menos postergado. ¿Por qué? Porque la oposición -al decir del actual ministro de Industrias y ex presidente de Ancap, Daniel Martínez- "hizo tanto lío, tanta alharaca… que el gobierno nacional decidió llamar a licitación para el financiamiento de las obras".

Es decir, que este gobierno o Ancap tenían la intención de cerrar un negocio de 800 millones de dólares con la Pdvesa de Chávez (o del gran rey de Borgoña porque no hace a la cuestión) de manera directa, sin llamar a licitación y abrir la posibilidad de conocer otras ofertas de otras empresas. Se lo adjudicaban a Chávez (o al gran rey de Borgoña) simplemente porque les gustaba y les parecía interesante lo que proponía. Y encima consideran que ese reclamo de la oposición "ha sido un gran error histórico. Como muchas veces pasa, los intereses políticos han estado por encima de los intereses de la Patria". ¿Es que alguien puede tener interés en que una inversión de esta naturaleza se haga sin licitación? ¿Saltearse las garantías salvaguarda acaso "los intereses de la Patria"?

Le erró feo el Sr. Ministro y lo peor es que desnudó una mentalidad preocupante. Ni más ni menos que un soberbio desprecio por los controles y garantías que deben regir las contrataciones o negocios del Estado. Más grave aún porque lejos de aceptar los riesgos de un actuar precipitado y fuera de las normas legales, resumió sus sinrazones en lo que llamó la "demonización de Chávez" por parte de la oposición. Todo un gran entrevero: reclamar garantías no es demonizar a nadie, por más méritos que éste haya hecho para que así se le considere.

Porque, más allá del caso concreto, Chávez no es precisamente un "angelito". Es un autócrata que ha utilizado los mecanismos democráticos para intentar eternizarse en el poder; que ha perseguido y marcado a fuego a quienes no piensan como él; es un ex golpista que ha cerrado el principal canal de televisión, porque presuntamente apoyó un intento de golpe de Estado que no fue el que él encabezó; que ha tenido o tiene peligrosas vinculaciones con el terrorismo de las FARC colombianas; que ha intervenido reiteradamente en cuestiones internas de otros países, buscando imponer sus candidatos "amigos" y que entre otros mensajeros, tiene o tenía a un señor que se llama Guido Antonini Wilson. Ese señor fue detenido en el aeropuerto de Buenos Aires con una valija que cargaba US$ 800.000 con destino incierto, (presuntamente para financiar la candidatura de Cristina Fernández de Kirchner). ¿Cuántos Antonini tiene a sus órdenes el régimen de Chávez? ¿O acaso alguien piensa que lo ocurrido allende el Plata fue un hecho aislado y justo se descubrió?

Pues bien, si ya rechina que se omitan los controles que establecen las normas para transparentar los negocios del Estado, cuando la contraparte presenta esas credenciales parecería recomendable no solo cumplir con esas exigencias, sino agregar mayores garantías para defender los intereses del país.

El lamento del ministro Daniel Martínez por el fracaso de sus negociaciones con este gobernante no tiene explicación ni asidero. Sería indecoroso pensar que tiene nostalgias de las viejas y denostadas "repúblicas bananeras" donde se hacía y deshacía, sin respetar norma alguna, sólo por el gusto del jerarca de turno; o que idolatre regímenes totalitarios que en definitiva hacen o hacían lo mismo que aquéllas. Optamos por pensar que se ha equivocado y tal vez cuando recapacite y lo acepte, agradezca a la oposición por haber impedido que este negocio se concretara en los términos en que estaba planteado y elija llevarlo a cabo por la transparente vía de la licitación. Todos estaremos más tranquilos.

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