1/1:  20080626 Natalia Martínez 600x473 (El País)

RENZO ROSSELLO

¿Con quién se fue Natalia Martínez la madrugada del 19 de enero de 2007? ¿Por qué se cree que fue asesinada, aunque no esté clara la causa de muerte? ¿Qué tanto conocían a Natalia el o los victimarios? Todas las preguntas vuelven al tapete.

Las coincidencias con el caso del armero y su hija son numerosas y cada vez más llamativas. Los mismos investigadores que actuaron en uno, también lo hicieron en el otro, directa o indirectamente. Pero en la madrugada del 20 de junio ni el comisario Raúl Eula de Piriápolis, o el comisario Ángel Rosas, del Departamento de Delitos Complejos de Montevideo, o los hombres de la Dirección de Investigaciones de Maldonado que ya estaban movilizados por entonces, pudieron sospechar siquiera adónde los llevaría el hallazgo de los dos cuerpos en el baúl del Volkswagen Santana color gris matrícula SAG 2218.

Las horas intensas que siguieron al descubrimiento de los cadáveres de Euclides Heber Viera (62) y Natalia Soledad Viera (32) tampoco permitieron reparar en los parecidos.

Sólo cuando los investigadores policiales detuvieron al primero de los dos involucrados directamente en el doble crimen, Esteban Rivera, un comentario al pasar encendió las luces de alarma.

Durante los primeros interrogatorios a Rivera le preguntaron acerca de su relación con Christian Fernández, quien luego surgiría como el que presionó el gatillo de la Glock 9 milímetros. En ese contexto Rivera contó que Fernández le había dicho que él sabía quién había matado a Natalia Martínez.

Los investigadores entrecruzaron una mirada. "¿Y no le preguntaste a quién se refería?", le consultaron a su vez. Rivera respondió que en el momento no le dio importancia al asunto.

Más tarde, en el Juzgado Penal de 4° Turno, Rivera repetiría esta declaración y volvería a ratificarla ante una nueva consulta del juez Federico Álvarez Petraglia, que pretendía asegurarse de este extremo antes de notificar formalmente a su colega Néstor Saravia.

Las alusiones al caso Natalia no terminarían allí. En el curso de las investigaciones en torno al doble crimen la Policía detuvo a otros cuatro sujetos, entre ellos a D.M. un hombre que terminó procesado por encubrimiento debido a que ocultó una de las armas robadas.

Este hombre comentó en el Juzgado que en más de una oportunidad otro de los procesados, L.A.V.M. -el mecánico que había ocultado el coche de Fernández y armas y municiones robadas- le había dicho que Christian Fernández estaba involucrado en el crimen de Natalia Martínez.

¿Y AHORA? Estos elementos acicatearon a los investigadores del caso Natalia. Apenas se cerró el doble crimen con una lista de siete procesados y el hallazgo de casi todas las armas robadas -aún falta por recuperar de las aguas de Piriápolis una pistola checa calibre 7.65-los policías comenzaron a preparar el terreno para esta nueva etapa.

"La lista de coincidencias probablemente no sea más que eso, pero no deja de llamarnos la atención, es como si tuviéramos muchos indicios que nos están diciendo que éste es el camino que hay que seguir ahora", comentó uno de los investigadores policiales consultados por El País.

Como primera medida, y aún antes de interrogar a fondo a Christian Fernández, comenzaron a reconstruir su historia. Hasta ahora el joven de nacionalidad española no había sido un factor de preocupación para la Policía local. Se sabe que Fernández, hijo de padres uruguayos y nacido en Barcelona (donde aún vive su hermano mayor), fue soldado raso, dado de baja por problemas psicológicos. Llegó a Uruguay en agosto de 2006 y, según relata su padre en la carta que hizo llegar a El País, en esos primeros meses no lograba adaptarse. Tanto que en febrero de 2007 regresa a España, aunque debe volver unos meses más tarde. Los efectos de la recesión española no fueron los más propicios para alguien que busca cómo insertarse.

A su regreso se dedica a vender celulares, computadoras e insumos. Vive con sus padres en Piriápolis, se mueve en un Alfa Romeo deportivo y viaja regularmente a Minas, donde conoció a una joven que se transformaría en su pareja y que en el momento de ser detenido estaba a punto de dar a luz.

Sin embargo los investigadores creen que esa historia tiene "huecos". Por eso comenzaron a tratar de llenarlos con datos sobre su historia en la península ibérica.

Y también a mirar con atención a los allegados a Fernández. Por lo pronto, el mecánico L.A.V.M., ahora procesado por encubrimiento, es un amigo personal del joven. Pero los "fierros" no siempre fueron su ocupación principal, indicaron fuentes del caso. L.A.V.M. era uno de los guardias de seguridad en el boliche La Rinconada por las fechas en que ocurrió la desaparición de Natalia.

El sitio que eligió L.A.V.M. para enterrar armas y municiones está a escasa distancia del que fueron encontrados los documentos y algunas pertenencias de la joven.

Christian Fernández y Heber Viera se conocían desde hacía al menos dos años. Viera le había gestionado a Fernández una habilitación de porte de armas. Según el padre de Fernández, su hijo también le presentaba clientes y solía acompañarlo a reuniones de negocios.

Heber Viera y Heber Martínez también se conocían. Además de que ambos habían sido policías, Martínez le compró un revólver Magnum .357.

No aparece, en cambio, hasta ahora el nexo directo entre Christian Fernández y la joven desaparecida. "Por ahora, sólo coincidencias", apuntan los investigadores policiales.

Pruebas e indicios. Los 22 días de búsqueda desesperada de Natalia Martínez movilizaron a centenares de personas. Policías, militares, bomberos, y una verdadera legión de voluntarios se prestaron al paciente rastreo. En opinión de algunos criminalistas la participación de tanta gente conspiró contra la preservación de los indicios materiales.

Los restos hallados bajo las uñas de la joven fueron analizados en busca de un patrón de ADN. Sin embargo, dado el alto grado de contaminación de la muestra el estudio no pudo avanzar mucho más allá de la determinación del sexo de la persona. La cuerda con que fue maniatada la joven llegó a los laboratorios criminalísticos 11 meses más tarde.

Todas esas dificultades también deberán ser superadas ahora por los investigadores. (Producción, Marcelo Gallardo)

Piriápolis es mística, misteriosa. Dicen que es un lugar lleno de energía. Al desencadenarse la búsqueda de Natalia Martínez, una verdadera legión de videntes, numerólogos, tarotistas, y personas seguras de poseer dones psíquicos se prestaron a asistir a la Policía en la investigación. El más recordado es el vidente Luis Orsi, que fue presentado a la jefa de Policía de entonces, Graciela López, y que participó activamente en la búsqueda. Sin embargo fue un grupo de campamentistas que buscaba astillas y pinochas para encender un fuego el que halló el cuerpo de la joven. En la identificación de los responsables de la muerte de Natalia, los psíquicos tampoco aportaron indicios de utilidad. Algunos se defienden con el argumento de que la propia energía de Piriápolis impide el desarrollo de sus facultades. Apenas comenzaron a conocerse las últimas novedades a partir del doble crimen de Heber Viera y su hija, así como la lista de coincidencias, los psíquicos regresaron. Numerólogos, cabalistas, tarotistas volvieron a ponerse en contacto con los investigadores policiales. "Lo que nos dicen es que esas coincidencias quieren decir que vamos por el buen camino", comentó uno de los investigadores. Otro número para los especialistas: 495 metros de distancia entre La Rinconada y el chalet del doble crimen.

Uno de los testigos del caso Natalia apareció muerto en diciembre de 2007. Se trataba del peón que en el verano de 2007 dijo haber visto un auto rojo, de tipo deportivo, en el mismo sitio donde más tarde apareció una de las sandalias de Natalia. El cuerpo del testigo fue hallado 10 días después de su muerte en una cañada ubicada a unos 300 metros de la ruta 60 que une a Pan de Azúcar con la ciudad de Minas.