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Berlín delira con los Rolling Stones

"Shine a Light" es saludada como un gran film de Scorsese

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EFE | GEMMA CASADEVALL

Los Rolling Stones elevaron la Berlinale al firmamento del rock con Shine A Light, el documental de Martin Scorsese que abrió el festival y que traduce en cine la pura Satisfaction del incombustible Mick Jagger.

Abrir la Berlinale siempre es un privilegio y en esta ocasión lo fue mucho más para los presentes y por partida doble: nunca se filmaron tan bien las arrugas más vivas del rock y, encima, los dioses Stones desfilaron en pleno por la alfombra roja. "Los Stones eran mi objeto del deseo, fueron la música de mi vida", declaró Scorsese, en calidad de comandante de una banda a la que la Berlinale recibió con la pasión de una masa de "groupies" (fans que persiguen a sus ídolos).

Shine a Light no es ni un concierto filmado ni un documental al uso, tejido con las piezas más emblemáticas de la banda salpicadas por declaraciones de sus héroes. Es un film con un lenguaje propio, en el que Scorsese sabe dar a cada plano un toque mágico.

La cámara recorre cada arruga, vena, arteria y fibra de Jagger, convertido en una categoría humana propia ante la que sólo cabe la pregunta de cómo puede sobrevivir a sus conciertos. Keith Richards, con su permanente aspecto de acabar de caer del cocotero; Ronnie Wood, alter-ego o imitación del anterior, y el monosilábico Charlie Watts, incapaz de hilar una frase completa, son sus comparsas en un universo con Jagger como único astro rey.

El núcleo de las imágenes salen de un concierto exclusivo -2.800 plazas- en el Beacon Theater de Nueva York, en 2006, con el ex-presidente Bill Clinton en el papel de "telonero" de los Stones, presentando la actuación como una gala contra el cambio climático. Un par de toques maestros de Scorsese retratan la ironía del conjunto. Desde Richards saludando cortesmente a la madre de Hillary Clinton, a las niñas bien, apelotonadas ante el escenario, rendidas a cada brinco de las caderas de alfeñique de Jagger.

Con periodicidad justa para no aburrir, Scorsese incorpora impagables escenas de archivo, con Jagger o Richards jovencitos y explicando que no son anarquistas drogadictos.

Elegancia británica

"Es un honor para nosotros estar aquí. Es la primera vez que un documental musical abre un festival así. Nuestro agradecimiento al director, Dieter Kosslick", dijo Jagger.

Los Stones desembarcaron haciendo alarde de buenas maneras y con caras de buenos chicos. Conciliadores, incluso con quienes reprochaban que una película no tiene la fuerza de un concierto.

"No es un concierto, es un film", resumió Jagger, mientras Keith Richards sentenciaba que lo grandioso de todo fue no notar el despliegue de cámaras organizado por el equipo de Scorsese.

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